Publicado: septiembre 28, 2025, 4:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/trump-enfrenta-onu-realidad-poder-menguante-20250927152529-nt.html
Quedará como una de las frases más incendiarias en la historia de la Asamblea General de Naciones Unidas: «De la ONU lo único que recibí fue una escalera estropeada y un ‘teleprompter’ averiado». Muchas cosas han cambiado en la Segunda Era de Donald Trump … , pero algo se mantiene de las viejas administraciones republicanas de raigambre neoconservadora: un profundo escepticismo hacia un foro que ya se observa con creciente recelo desde hace décadas.
De hecho, aún resuena en Washington la denuncia de 1994 de John Bolton, que sería embajador de George W. Bush ante la misma ONU y después consejero de Seguridad Nacional de Trump antes de convertirse en enemigo mortal suyo (hoy investigado por el FBI en gran parte por ello): «Si el edificio de la Secretaría de Naciones Unidas en Nueva York perdiera diez pisos, no haría la menor diferencia».
Trump opina ahora que si todo desapareciera, no pasaría nada de nada. Si hacemos caso al presidente, esto obedece a que él a solas ha solucionado ya siete conflictos. «Nunca había pasado antes. Nunca ha habido algo así. Muy honrado de haberlo hecho. Es una lástima que tuve que hacer estas cosas en lugar de que las Naciones Unidas las hicieran. Y tristemente, en todos los casos, las Naciones Unidas ni siquiera intentaron ayudar en ninguno de ellos. Terminé siete guerras, traté con los líderes de cada uno de esos países, y ni siquiera recibí una llamada telefónica de las Naciones Unidas ofreciendo ayudar a finalizar el acuerdo». (Las guerras que la Casa Blanca asegura que Trump ha dado por concluidas son las de Camboya y Tailandia, Kosovo y Serbia, el Congo y Ruanda, Pakistán e India, Israel e Irán, Egipto y Etiopía, y Armenia y Azerbaiyán. La semana pasada, además, Trump afirmó haber puesto fin a un conflicto entre Armenia y Camboya del que no existe registro alguno).
Esta edición de la Asamblea General es, a ojos de la Casa Blanca, un ejemplo de la disfuncionalidad de la ONU: lejos de resolver conflictos, los congela o los agrava. A 27 de septiembre de 2025, el Estado de Palestina ha sido reconocido por 157 de los 193 países miembros, lo que equivale al 81% de la comunidad internacional. Entre los últimos en sumarse están el Reino Unido, Francia, Luxemburgo, Malta, Mónaco, Andorra, Bélgica, Canadá, Australia, Portugal, España, Italia y México.
De Palestina a Venezuela
El propio Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina, dijo al conectarse por videoconferencia (Trump le denegó el visado): «Palestina es nuestra». Sin embargo, la condición palestina no ha cambiado: Estados Unidos, Israel, Japón y la mayoría de países nórdicos y del Este europeo rechazan ese reconocimiento, que no es efectivo. En abril de 2024, Estados Unidos vetó en el Consejo de Seguridad la resolución que habría otorgado la membresía plena a Palestina, pese a contar con un apoyo mayoritario. La razón: falta de fronteras, división de Gaza y Cisjordania, y un liderazgo político perpetuado y no sometido a elecciones.
Otro ejemplo es Venezuela. El refuerzo militar de Trump en el Caribe ha generado críticas abiertas, en especial de Luiz Inácio Lula da Silva, que en la Asamblea General se mostró muy duro contra lo que llamó injerencismo de Estados Unidos. «El uso de la fuerza letal en situaciones que no constituyen un conflicto armado equivale a ejecutar a personas sin una sentencia», dijo. A Washington, sin embargo, esas críticas le resultan irrelevantes.
De hecho, el jefe diplomático estadounidense, Marco Rubio, lo dejó claro en una visita previa a América Latina: «Pero no me importa lo que dice la ONU! ¡Porque la ONU no sabe lo que está diciendo! Maduro está acusado por un gran jurado del distrito sur de Nueva York. No existe duda de que Maduro es un narcotraficante».
La Asamblea General de la ONU es una cita de varios días en la que los líderes mundiales se reúnen para intentar abordar los problemas más urgentes del planeta, más una sucesión de discursos que un debate como tal. La guerra entre Israel y Hamás en Gaza y la respuesta global al cambio climático son dos de los temas centrales de esta edición, y la imagen más contundente fue la del boicot a Benjamin Netanyahu mientras denunciaba las atrocidades del grupo terrorista Hamás como detonante de las miserias de Gaza.
El reconocimiento del Estado palestino por 150 países no tiene efecto alguno al ser vetado por Estados Unidos
La postura de la Administración Trump, claramente proisraelí y a favor de los combustibles fósiles, contrasta con la de las naciones europeas y otras regiones del mundo. La Casa Blanca es una minoría, pero una minoría con poder de veto en el Consejo de Seguridad, y por tanto insalvable.
Trump dedicó buena parte de su discurso a instar a los líderes a endurecer sus políticas migratorias, argumentando que Europa, en particular, ha resultado perjudicada por la llegada masiva de inmigrantes. «Vuestros países se van al infierno», exclamó. También atacó las políticas ambientales de las democracias occidentales, asegurando que habían lastrado sus economías mientras China y otros regímenes autoritarios se beneficiaban al seguir recurriendo a fuentes de energía tradicionales.
La Administración Trump ha reducido significativamente los lazos con la ONU por considerarla alineada con causas netamente izquierdistas. En julio se retiró de la Unesco, alegando su «agenda woke». Al inicio de su mandato, Trump ya había sacado a su país del Consejo de Derechos Humanos y puesto fin a la participación estadounidense en la UNRWA, la agencia de ayuda a Palestina, que EE.UU. vincula a Hamás.
Y de este modo, se han invertido las tornas. El gran crítico del sistema de Naciones Unidas creado por él mismo es Washington, mientras que Pekín se presenta como una potencia razonable, estable y garante del multilateralismo. En la Asamblea General, el primer ministro Li Qiang describió a China como un «baluarte contra la erosión de los valores fundacionales de la ONU» y un defensor de la cooperación internacional, en abierto contraste con la política disruptiva de la Administración Trump, que ha reducido los lazos de Estados Unidos con las instituciones multilaterales.
Pekín ofrece su mediación
Li acusó a Washington de fomentar la crisis económica global con medidas unilaterales y proteccionistas, al tiempo que reivindicó a China como un socio abierto al comercio y al diálogo. Pekín ha aprovechado esta coyuntura para proyectarse como alternativa frente al repliegue estadounidense y reforzar su influencia entre los países en desarrollo, alineando votos en la Asamblea General y ofreciendo su mediación en conflictos como el de Ucrania o Palestina.
¿Y la respuesta de la propia ONU? El actual secretario general, António Guterres, plantea como propuesta central reforzar el multilateralismo frente al repliegue nacionalista de Trump y sus socios. En su discurso de apertura de la Asamblea General pidió elegir «paz frente a guerra, ley frente a ilegalidad, cooperación frente a conflicto». Guterres subrayó que el mundo se está volviendo cada vez más multipolar, con potencias emergentes como China e India, y advirtió de que esa diversidad puede ser positiva solo si se acompaña de cooperación internacional y de instituciones eficaces. De lo contrario, dijo, el resultado será «caos».
El presupuesto regular propuesto para la ONU en 2026 es de 3.238 millones de dólares. También, la ONU redujo su demanda de ayuda humanitaria este año de más de 47.000 millones de dólares a 29.000 millones.