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El anodino diálogo Trump-Putin es beneficioso para ambos

La ofensiva rusa de primavera sigue intensificándose. Como mero ejemplo, el pasado domingo, mientras Zelenski asistía en Roma a la misa inaugural de León XIV, las tropas rusas desataron un colosal ataque con drones artillados contra objetivos por toda Ucrania. Asimismo, al Kremlin … le han entrado las prisas por incrementar y afianzar sus ganancias territoriales en Ucrania, especialmente en los oblast de Jersón y de Donetsk.
En el primero, porque necesita ocupar el territorio de la margen derecha del Dniéper donde se encuentra su capital, Jersón. Eso exige desarrollar una compleja acción ofensiva para volver a cruzar el río y dominar un territorio de alrededor de 5.000 km2, en una franja de cerca de 140 km de frente y 35 km de profundidad. Zona, además, a conservar y sostener a pesar del desfavorable problema que, para el flujo logístico, supondría el obstáculo natural del río.
Tal operación ya ha comenzado en dos áreas. Una, 2 km al este de Jersón, en dirección a Prydniprovs’ke. La otra, en un segmento de alrededor de 20 km, mediante tres esfuerzos dirigidos, respectivamente, hacia Tyahynka, Burhunka y Kozats’ke para, sobre ellos, basar una gran cabeza de puente. Se estaría combatiendo ya en Nikolaevka (5 km al norte del cauce principal del río). Las tropas ucranianas están resistiendo los avances de las rusas a la espera de unos refuerzos que, tal vez, las permitieran contraatacar.

En Donetsk, se están produciendo importantes avances de las tropas rusas en el suroeste del oblast en dirección a Zelene Pole y Novopil’s, poblaciones en los límites administrativos con los oblast de Zaporiyia y Dnipropetrovsk. Asimismo, se combate en la zona de Bahatyr-Oleksiivka y, más al norte, en la de Kotlyarivka. Igualmente, en Horikhove, también en el límite con el oblast de Dnipropetrovsk. Asimismo, se han apoderado de Nova Poltavka, mientras avanzan por la dirección del río Kalynivka y la autovía H20 alcanzando respectivamente Stara Mykolaivka y Romanivka. Todo eso incrementa la amenaza contra el bastión ucraniano de Kostiantynivka.
Fuera del teatro, el espejismo de paz, ladinamente elaborado por Putin, que entrañó la reunión ruso-ucraniana, en Estambul, el pasado 15 de mayo, aunque tuvo mucho de show, sirvió para confirmar cuatro aspectos sustantivos del escenario internacional. Uno, que Rusia tiene ganada la guerra de desgaste. Dos, que Rusia conserva la iniciativa tanto política como operativa militar. Tres, que las iniciativas europeas de apoyo a Ucrania han quedado «de facto» reducidas a otro paquete, en elaboración, de sanciones contra Rusia (el nº 17). Política punitiva de magros resultados como consecuencia tanto del invariado auxilio de China e India, actuando como válvulas de escape, como de la diversificación de las líneas comerciales y de negocio rusos empleando las rutas transiberianas y trans-árticas. Además, las sanciones europeas suelen adolecer de poco mordiente al necesitar conjuntar el beneplácito de los 27 socios. Y cuatro, que el poder europeo no es ni lo que fue, ni lo que ahora pretende ser.
Los equilibrios de poder se van modificando a tenor de la escasez de capacidades militares genuinamente europeas. Ya casi ni se habla del papel europeo en la resolución de esta monumental crisis. De los puntos en discusión para alcanzar la paz o, al menos, la ausencia de guerra, el de mayor calado y dificultad de logro sea, quizás, la pretensión rusa de que los territorios ocupados en Ucrania sean ‘de iure’ reconocidos como rusos. Porque eso culpabilizaría a Zelenski de ser quien entregó los territorios del presente y los recursos del futuro.
La anhelada conversación telefónica entre Trump y Putin, el pasado lunes, tampoco ha aportado novedades destacables más allá del acuerdo de proseguir las negociaciones bilaterales ruso-ucranianas; bien en Estambul o bien en otro lugar (se baraja, incluso, el Vaticano). Tan anodino desarrollo, que ni acerca ni aleja las expectativas de paz, es beneficioso tanto para Trump como para Putin. Porque el primero, con su intervención supuestamente conciliadora, elude la responsabilidad de un potencial fracaso del proceso negociador, mientras trata de escaquearse de la que incumbe a EE.UU. por el enorme apoyo político, económico y militar proporcionado por su país a Ucrania. Y para Putin porque gana un precioso tiempo indefinido para ir alcanzando sus objetivos en una Ucrania que, paulatinamente, se está reduciendo…

Publicado: mayo 20, 2025, 8:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/anodino-dialogo-trumpputin-beneficioso-20250520175126-nt.html

La ofensiva rusa de primavera sigue intensificándose. Como mero ejemplo, el pasado domingo, mientras Zelenski asistía en Roma a la misa inaugural de León XIV, las tropas rusas desataron un colosal ataque con drones artillados contra objetivos por toda Ucrania. Asimismo, al Kremlin le han entrado las prisas por incrementar y afianzar sus ganancias territoriales en Ucrania, especialmente en los oblast de Jersón y de Donetsk.

En el primero, porque necesita ocupar el territorio de la margen derecha del Dniéper donde se encuentra su capital, Jersón. Eso exige desarrollar una compleja acción ofensiva para volver a cruzar el río y dominar un territorio de alrededor de 5.000 km2, en una franja de cerca de 140 km de frente y 35 km de profundidad. Zona, además, a conservar y sostener a pesar del desfavorable problema que, para el flujo logístico, supondría el obstáculo natural del río.

Tal operación ya ha comenzado en dos áreas. Una, 2 km al este de Jersón, en dirección a Prydniprovs’ke. La otra, en un segmento de alrededor de 20 km, mediante tres esfuerzos dirigidos, respectivamente, hacia Tyahynka, Burhunka y Kozats’ke para, sobre ellos, basar una gran cabeza de puente. Se estaría combatiendo ya en Nikolaevka (5 km al norte del cauce principal del río). Las tropas ucranianas están resistiendo los avances de las rusas a la espera de unos refuerzos que, tal vez, las permitieran contraatacar.

En Donetsk, se están produciendo importantes avances de las tropas rusas en el suroeste del oblast en dirección a Zelene Pole y Novopil’s, poblaciones en los límites administrativos con los oblast de Zaporiyia y Dnipropetrovsk. Asimismo, se combate en la zona de Bahatyr-Oleksiivka y, más al norte, en la de Kotlyarivka. Igualmente, en Horikhove, también en el límite con el oblast de Dnipropetrovsk. Asimismo, se han apoderado de Nova Poltavka, mientras avanzan por la dirección del río Kalynivka y la autovía H20 alcanzando respectivamente Stara Mykolaivka y Romanivka. Todo eso incrementa la amenaza contra el bastión ucraniano de Kostiantynivka.

Fuera del teatro, el espejismo de paz, ladinamente elaborado por Putin, que entrañó la reunión ruso-ucraniana, en Estambul, el pasado 15 de mayo, aunque tuvo mucho de show, sirvió para confirmar cuatro aspectos sustantivos del escenario internacional. Uno, que Rusia tiene ganada la guerra de desgaste. Dos, que Rusia conserva la iniciativa tanto política como operativa militar. Tres, que las iniciativas europeas de apoyo a Ucrania han quedado «de facto» reducidas a otro paquete, en elaboración, de sanciones contra Rusia (el nº 17). Política punitiva de magros resultados como consecuencia tanto del invariado auxilio de China e India, actuando como válvulas de escape, como de la diversificación de las líneas comerciales y de negocio rusos empleando las rutas transiberianas y trans-árticas. Además, las sanciones europeas suelen adolecer de poco mordiente al necesitar conjuntar el beneplácito de los 27 socios. Y cuatro, que el poder europeo no es ni lo que fue, ni lo que ahora pretende ser.

Los equilibrios de poder se van modificando a tenor de la escasez de capacidades militares genuinamente europeas. Ya casi ni se habla del papel europeo en la resolución de esta monumental crisis. De los puntos en discusión para alcanzar la paz o, al menos, la ausencia de guerra, el de mayor calado y dificultad de logro sea, quizás, la pretensión rusa de que los territorios ocupados en Ucrania sean ‘de iure’ reconocidos como rusos. Porque eso culpabilizaría a Zelenski de ser quien entregó los territorios del presente y los recursos del futuro.

La anhelada conversación telefónica entre Trump y Putin, el pasado lunes, tampoco ha aportado novedades destacables más allá del acuerdo de proseguir las negociaciones bilaterales ruso-ucranianas; bien en Estambul o bien en otro lugar (se baraja, incluso, el Vaticano). Tan anodino desarrollo, que ni acerca ni aleja las expectativas de paz, es beneficioso tanto para Trump como para Putin. Porque el primero, con su intervención supuestamente conciliadora, elude la responsabilidad de un potencial fracaso del proceso negociador, mientras trata de escaquearse de la que incumbe a EE.UU. por el enorme apoyo político, económico y militar proporcionado por su país a Ucrania. Y para Putin porque gana un precioso tiempo indefinido para ir alcanzando sus objetivos en una Ucrania que, paulatinamente, se está reduciendo…

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