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EE.UU. y China apuntalan su tregua y avanzan hacia una cumbre entre Trump y Xi Jinping

Pocas lecturas invitan al optimismo como la coincidencia de adjetivos. Tanto Estados Unidos como China han calificado de «positiva, constructiva y pragmática» la conversación mantenida este viernes entre el secretario de Estado Marco Rubio y el ministro de Exteriores Wang Yi. … El primer encuentro presencial de ambos representantes diplomáticos se ha producido en Kuala Lumpur, con motivo de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), y ha servido para que ambas potencias afiancen su actual tregua tras meses de sobresaltos.
«El secretario Rubio ha enfatizado la importancia de mantener abiertos los canales de comunicación […]. Han acordado explorar áreas de posible cooperación, mientras buscan gestionar las diferencias», ha resumido la portavoz del departamento de Estado, Tammy Bruce. «Somos dos países grandes, poderosos, y siempre habrá cosas en las que estemos en desacuerdo», ha reiterado el estadounidense al término de la reunión ante los periodistas allí presentes, según declaraciones recogidas por la agencia AP. «Ambos lados necesitamos mejorar la comunicación y la confianza», ha sentenciado.
El comunicado oficial difundido por el ministerio chino, por su parte, ha sido más explícito a la hora de formular sus reiterativas demandas. «China espera que Estados Unidos pueda verla con una actitud objetiva, racional y pragmática, formular sus políticas hacia China con el objetivo de la coexistencia pacífica y la cooperación mutuamente beneficiosa, relacionarse con China de manera equitativa, respetuosa y mutuamente beneficiosa, y trabajar junto con China para explorar la manera adecuada en que ambos países puedan llevarse bien en la nueva era», ha exigido, no sin antes ensalzar el tono del encuentro y concluir que «ambos lados han acordado intensificar la comunicación y el diálogo en diversos ámbitos […] y expandir las áreas de cooperación y gestionar las diferencias».

La relación entre las dos potencias alcanzó picos de máxima tensión con la guerra comercial desatada por el presidente estadounidense Donald Trump, un intercambio de golpes mercantiles que colocó los aranceles mutuos por encima del 100%, tasas equivalentes en la práctica a un embargo. Sin embargo, China y EE.UU. parecen haberse concedido un respiro después de que ambas partes acordaran hace dos semanas la firma de un nuevo acuerdo comercial.
Los términos exactos todavía no han trascendido, pero las palabras que acompañaron al anuncio sugieren una reducción de los sobrecostes, así como el intercambio de tierras raras chinas por la retirada de algunas restricciones tecnológicas estadounidenses. Este entendimiento se produjo tras las negociaciones de sus respectivos equipos celebradas en Londres tras la fracasada tentativa inicial de Ginebra y, por encima de todo, la esperada conversación telefónica entre el presidente estadounidense y Xi Jinping.
Esta nueva dinámica acerca la posibilidad de una visita oficial de Trump a China, viaje por el que este ha expresado interés en repetidas ocasiones y que ya fue mencionado durante su llamada con el líder chino. «La probabilidad es alta, creo que ambos lados quieren que suceda», ha incidido hoy Rubio, apuntalando la hipótesis.

El factor ruso

La guerra comercial ha condicionado la toma de contacto, pero solo de manera contextual. «Yo no soy el negociador comercial», ha zanjado el secretario de Estado. «Sin duda valoramos el papel que el comercio juega en nuestra relación bilateral con países individuales. Pero el núcleo de nuestras conversaciones aquí ha tenido que ver con todas las otras cosas en las que cooperamos».
En el caso de China, la delegación estadounidense se sentó a la mesa con el propósito de lograr que use su influencia sobre Rusia para facilitar el final de la guerra de Ucrania. «Creo que los chinos claramente han apoyado el esfuerzo ruso, y en general creo que han estado dispuestos a ayudarlos tanto como puedan sin ser descubiertos», prevenía antes de entrar a la sala Rubio, conocido en el pasado por sus duras críticas al régimen.
Han sido jornadas de alta intensidad para Rubio, quien este jueves ya mantuvo un careo con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Una conversación también descrita como «franca e importante», en la que ambas partes comentaron «un enfoque nuevo y diferente» en pos de la paz en Ucrania. Rubio reconoció asimismo la «decepción y frustración» de Trump ante «la falta de flexibilidad del lado ruso». «Necesitamos ver un plan claro sobre cómo puede terminar esta guerra. Compartimos algunas ideas sobre cómo podría producirse ese proceso», sentenció, en un tono esperanzado compartido por la contraparte rusa.
Malasia presentaba estos días el escenario ideal para buscar acercamientos en varios frentes a la vez. Su capital aunaba a los diez países miembros de ASEAN –Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam– con sus principales socios. La Unión Europea, China, Japón, Corea del Sur, Rusia y EE.UU. han contado con representación, una confluencia que ha facilitado conversaciones cuya existencia, adjetivos aparte, resultan por sí prometedoras ante un panorama hostil.

Publicado: julio 11, 2025, 10:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/eeuu-china-apuntalan-tregua-avanzan-cumbre-trump-20250711173927-nt.html

Pocas lecturas invitan al optimismo como la coincidencia de adjetivos. Tanto Estados Unidos como China han calificado de «positiva, constructiva y pragmática» la conversación mantenida este viernes entre el secretario de Estado Marco Rubio y el ministro de Exteriores Wang Yi. El primer encuentro presencial de ambos representantes diplomáticos se ha producido en Kuala Lumpur, con motivo de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), y ha servido para que ambas potencias afiancen su actual tregua tras meses de sobresaltos.

«El secretario Rubio ha enfatizado la importancia de mantener abiertos los canales de comunicación […]. Han acordado explorar áreas de posible cooperación, mientras buscan gestionar las diferencias», ha resumido la portavoz del departamento de Estado, Tammy Bruce. «Somos dos países grandes, poderosos, y siempre habrá cosas en las que estemos en desacuerdo», ha reiterado el estadounidense al término de la reunión ante los periodistas allí presentes, según declaraciones recogidas por la agencia AP. «Ambos lados necesitamos mejorar la comunicación y la confianza», ha sentenciado.

El comunicado oficial difundido por el ministerio chino, por su parte, ha sido más explícito a la hora de formular sus reiterativas demandas. «China espera que Estados Unidos pueda verla con una actitud objetiva, racional y pragmática, formular sus políticas hacia China con el objetivo de la coexistencia pacífica y la cooperación mutuamente beneficiosa, relacionarse con China de manera equitativa, respetuosa y mutuamente beneficiosa, y trabajar junto con China para explorar la manera adecuada en que ambos países puedan llevarse bien en la nueva era», ha exigido, no sin antes ensalzar el tono del encuentro y concluir que «ambos lados han acordado intensificar la comunicación y el diálogo en diversos ámbitos […] y expandir las áreas de cooperación y gestionar las diferencias».

La relación entre las dos potencias alcanzó picos de máxima tensión con la guerra comercial desatada por el presidente estadounidense Donald Trump, un intercambio de golpes mercantiles que colocó los aranceles mutuos por encima del 100%, tasas equivalentes en la práctica a un embargo. Sin embargo, China y EE.UU. parecen haberse concedido un respiro después de que ambas partes acordaran hace dos semanas la firma de un nuevo acuerdo comercial.

Los términos exactos todavía no han trascendido, pero las palabras que acompañaron al anuncio sugieren una reducción de los sobrecostes, así como el intercambio de tierras raras chinas por la retirada de algunas restricciones tecnológicas estadounidenses. Este entendimiento se produjo tras las negociaciones de sus respectivos equipos celebradas en Londres tras la fracasada tentativa inicial de Ginebra y, por encima de todo, la esperada conversación telefónica entre el presidente estadounidense y Xi Jinping.

Esta nueva dinámica acerca la posibilidad de una visita oficial de Trump a China, viaje por el que este ha expresado interés en repetidas ocasiones y que ya fue mencionado durante su llamada con el líder chino. «La probabilidad es alta, creo que ambos lados quieren que suceda», ha incidido hoy Rubio, apuntalando la hipótesis.

El factor ruso

La guerra comercial ha condicionado la toma de contacto, pero solo de manera contextual. «Yo no soy el negociador comercial», ha zanjado el secretario de Estado. «Sin duda valoramos el papel que el comercio juega en nuestra relación bilateral con países individuales. Pero el núcleo de nuestras conversaciones aquí ha tenido que ver con todas las otras cosas en las que cooperamos».

En el caso de China, la delegación estadounidense se sentó a la mesa con el propósito de lograr que use su influencia sobre Rusia para facilitar el final de la guerra de Ucrania. «Creo que los chinos claramente han apoyado el esfuerzo ruso, y en general creo que han estado dispuestos a ayudarlos tanto como puedan sin ser descubiertos», prevenía antes de entrar a la sala Rubio, conocido en el pasado por sus duras críticas al régimen.

Han sido jornadas de alta intensidad para Rubio, quien este jueves ya mantuvo un careo con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Una conversación también descrita como «franca e importante», en la que ambas partes comentaron «un enfoque nuevo y diferente» en pos de la paz en Ucrania. Rubio reconoció asimismo la «decepción y frustración» de Trump ante «la falta de flexibilidad del lado ruso». «Necesitamos ver un plan claro sobre cómo puede terminar esta guerra. Compartimos algunas ideas sobre cómo podría producirse ese proceso», sentenció, en un tono esperanzado compartido por la contraparte rusa.

Malasia presentaba estos días el escenario ideal para buscar acercamientos en varios frentes a la vez. Su capital aunaba a los diez países miembros de ASEAN –Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam– con sus principales socios. La Unión Europea, China, Japón, Corea del Sur, Rusia y EE.UU. han contado con representación, una confluencia que ha facilitado conversaciones cuya existencia, adjetivos aparte, resultan por sí prometedoras ante un panorama hostil.

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