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EE.UU. promueve a Tony Blair para que lidere la transición en Gaza

En busca de una solución desesperada para frenar la guerra en Gaza, cuando se van a cumplir dos años de conflicto, el nombre del ex primer ministro británico Tony Blair suena con fuerza para encabezar un equipo de gobierno transitorio en la Franja, a … la espera de que en su momento el poder pase a manos palestinas.
La cadena británica BBC, que no cita sus fuentes, afirma que el singular proyecto tendría el apoyo de la Casa Blanca, y por supuesto de la ONU y los países árabes del Golfo. Se da por descontado que la idea será rechazada de entrada por el Gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, empeñado ahora en conquistar el corazón de la Ciudad de Gaza, donde aún resiste Hamás. Pero la clave reside en la actitud de Donald Trump, único líder mundial que puede doblegar al primer ministro hebreo.
La oficina del exlíder laborista británico se limita a decir que Blair solo aceptará una solución «que no implique el desplazamiento de la población de Gaza». Los dos millones de gazatíes se mueven de hecho por toda la Franja desde hace dos años en busca de alimentos y refugio ante los bombardeos israelíes. Blair se refiere al exilio –obligado o voluntario– de los palestinos fuera de Gaza, algo que el propio Gobierno israelí considera inviable dada la firme negativa de todos los países vecinos a acogerlos como refugiados. Jordania y Líbano ya están repletos de palestinos y Egipto, el país más accesible para los palestinos de Gaza, se niega en redondo a abrirles la puerta.

La aparición de Blair en escena confirma que los mediadores descartan una ‘solución palestina’ para la Franja en un primer momento, incluso sin presencia de Hamás y otros grupos radicales árabes. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, que acaba de dar un discurso en la ONU, cumplirá en un mes 90 años, y su prestigio interno está muy diezmado por la guerra.
La eventual elección de Tony Blair no es descabellada. Es antiguo líder de la izquierda democrática británica, pragmático y de firmes convicciones. Poco después de dejar el poder en 2007 se convirtió al catolicismo. En el terreno diplomático fue nombrado enviado especial del llamado Cuarteto (EE.UU., la UE, Rusia y la ONU) para Oriente Próximo, con el objetivo de fomentar la ‘solución de los dos Estados’ en Israel y los Territorios Ocupados. Aunque una mancha en su historial fue la orden de intervención armada del Reino Unido en la guerra de Irak, en 2003, en busca de las «armas de destrucción masiva» de Sadam Hussein que nunca aparecieron.
Tras abandonar Downing Street, Blair se mantuvo como una figura relevante en la escena internacional. Fundó el Tony Blair Institute for Global Change, una organización que asesora a gobiernos y líderes en procesos de modernización, gobernanza y lucha contra el extremismo. A través de esta institución, ha trabajado en proyectos en África, Oriente Próximo y Asia.

Diálogo interreligioso

Además, se ha involucrado en iniciativas educativas y religiosas. Impulsó la Tony Blair Faith Foundation, cuyos programas se integraron después en el Tony Blair Institute, y que están destinados a fomentar el diálogo interreligioso y combatir el extremismo ideológico, un énfasis en la convivencia y la tolerancia que se podría ver como un activo en Gaza, donde la dimensión religiosa atraviesa inevitablemente la vida política y social.
En el ámbito económico, su perfil como conferenciante internacional y asesor de grandes corporaciones también le ha otorgado una visión global de los retos de gobernanza en contextos complejos, si bien ha sido criticado por sus vínculos con consultoras privadas y gobiernos extranjeros.
Otra razón por la cual su nombre podría ganar tracción en esta propuesta es su experiencia directa en Oriente Próximo. En su etapa como enviado del Cuarteto, trabajó en estrecha relación con líderes israelíes y palestinos, lo que le permitió acumular conocimiento de primera mano sobre la dinámica regional, pese a no conseguir grandes avances en el proceso de paz.
Sin embargo, su eventual designación también despierta recelos. Blair arrastra todavía el desgaste por su papel en la guerra de Irak, un episodio que dañó profundamente su credibilidad. Para muchos, su respaldo a George W. Bush en 2003 sigue siendo una herida abierta que cuestiona su autoridad moral para mediar en conflictos en Oriente Próximo. Además, en su etapa posterior como conferenciante y consultor internacional, ha sido criticado por recibir elevados honorarios y mantener vínculos con regímenes autoritarios o poco democráticos, lo que ha proyectado la imagen de un político que capitalizó su prestigio en beneficio personal.
Incluso dentro del Reino Unido, su figura sigue polarizando: mientras unos valoran su liderazgo y capacidad estratégica, otros lo ven como un político que traicionó la esencia progresista del laborismo y cuya herencia política sigue marcada por la desconfianza.

Publicado: septiembre 26, 2025, 12:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/eeuu-promueve-tony-blair-lidere-transicion-gaza-20250926184128-nt.html

En busca de una solución desesperada para frenar la guerra en Gaza, cuando se van a cumplir dos años de conflicto, el nombre del ex primer ministro británico Tony Blair suena con fuerza para encabezar un equipo de gobierno transitorio en la Franja, a la espera de que en su momento el poder pase a manos palestinas.

La cadena británica BBC, que no cita sus fuentes, afirma que el singular proyecto tendría el apoyo de la Casa Blanca, y por supuesto de la ONU y los países árabes del Golfo. Se da por descontado que la idea será rechazada de entrada por el Gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, empeñado ahora en conquistar el corazón de la Ciudad de Gaza, donde aún resiste Hamás. Pero la clave reside en la actitud de Donald Trump, único líder mundial que puede doblegar al primer ministro hebreo.

La oficina del exlíder laborista británico se limita a decir que Blair solo aceptará una solución «que no implique el desplazamiento de la población de Gaza». Los dos millones de gazatíes se mueven de hecho por toda la Franja desde hace dos años en busca de alimentos y refugio ante los bombardeos israelíes. Blair se refiere al exilio –obligado o voluntario– de los palestinos fuera de Gaza, algo que el propio Gobierno israelí considera inviable dada la firme negativa de todos los países vecinos a acogerlos como refugiados. Jordania y Líbano ya están repletos de palestinos y Egipto, el país más accesible para los palestinos de Gaza, se niega en redondo a abrirles la puerta.

La aparición de Blair en escena confirma que los mediadores descartan una ‘solución palestina’ para la Franja en un primer momento, incluso sin presencia de Hamás y otros grupos radicales árabes. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, que acaba de dar un discurso en la ONU, cumplirá en un mes 90 años, y su prestigio interno está muy diezmado por la guerra.

La eventual elección de Tony Blair no es descabellada. Es antiguo líder de la izquierda democrática británica, pragmático y de firmes convicciones. Poco después de dejar el poder en 2007 se convirtió al catolicismo. En el terreno diplomático fue nombrado enviado especial del llamado Cuarteto (EE.UU., la UE, Rusia y la ONU) para Oriente Próximo, con el objetivo de fomentar la ‘solución de los dos Estados’ en Israel y los Territorios Ocupados. Aunque una mancha en su historial fue la orden de intervención armada del Reino Unido en la guerra de Irak, en 2003, en busca de las «armas de destrucción masiva» de Sadam Hussein que nunca aparecieron.

Tras abandonar Downing Street, Blair se mantuvo como una figura relevante en la escena internacional. Fundó el Tony Blair Institute for Global Change, una organización que asesora a gobiernos y líderes en procesos de modernización, gobernanza y lucha contra el extremismo. A través de esta institución, ha trabajado en proyectos en África, Oriente Próximo y Asia.

Diálogo interreligioso

Además, se ha involucrado en iniciativas educativas y religiosas. Impulsó la Tony Blair Faith Foundation, cuyos programas se integraron después en el Tony Blair Institute, y que están destinados a fomentar el diálogo interreligioso y combatir el extremismo ideológico, un énfasis en la convivencia y la tolerancia que se podría ver como un activo en Gaza, donde la dimensión religiosa atraviesa inevitablemente la vida política y social.

En el ámbito económico, su perfil como conferenciante internacional y asesor de grandes corporaciones también le ha otorgado una visión global de los retos de gobernanza en contextos complejos, si bien ha sido criticado por sus vínculos con consultoras privadas y gobiernos extranjeros.

Otra razón por la cual su nombre podría ganar tracción en esta propuesta es su experiencia directa en Oriente Próximo. En su etapa como enviado del Cuarteto, trabajó en estrecha relación con líderes israelíes y palestinos, lo que le permitió acumular conocimiento de primera mano sobre la dinámica regional, pese a no conseguir grandes avances en el proceso de paz.

Sin embargo, su eventual designación también despierta recelos. Blair arrastra todavía el desgaste por su papel en la guerra de Irak, un episodio que dañó profundamente su credibilidad. Para muchos, su respaldo a George W. Bush en 2003 sigue siendo una herida abierta que cuestiona su autoridad moral para mediar en conflictos en Oriente Próximo. Además, en su etapa posterior como conferenciante y consultor internacional, ha sido criticado por recibir elevados honorarios y mantener vínculos con regímenes autoritarios o poco democráticos, lo que ha proyectado la imagen de un político que capitalizó su prestigio en beneficio personal.

Incluso dentro del Reino Unido, su figura sigue polarizando: mientras unos valoran su liderazgo y capacidad estratégica, otros lo ven como un político que traicionó la esencia progresista del laborismo y cuya herencia política sigue marcada por la desconfianza.

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