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EE.UU. denuncia que Hizbolá traslada su financiación a América Latina ante su colapso en Líbano

Hizbolá ha consolidado en América Latina una red financiera y operativa de gran escala que combina narcotráfico, lavado de dinero y apoyo directo de regímenes aliados, especialmente el de Nicolás Maduro en Venezuela. Así lo ha denunciado ante el Senado el ex subsecretario del Tesoro … para Terrorismo e Inteligencia Financiera, Marshall Billingslea, en una comparecencia en la que ha descrito a la región como «la retaguardia económica» del grupo tras los golpes sufridos en Oriente Medio.
La intervención ha tenido lugar en la comisión del Senado sobre Narcóticos Internacionales, donde Billingslea ha detallado la implantación de Hizbolá en el continente como plataforma de financiación y operaciones. En esa misma sesión, el senador republicano por Ohio, Bernie Moreno, ha afirmado que a Maduro le «quedan días en el poder» y lo ha definido como «narcoterrorista», asegurando que su «suerte está echada».
Billingslea ha recordado que Hizbolá lleva tres décadas operando en América Latina y que sus primeros atentados fuera de Oriente Medio fueron en Argentina —contra la embajada de Israel en 1992 y el centro AMIA en 1994— con un saldo de 114 muertos. Desde entonces, ha explicado, la organización ha tejido una infraestructura estable que se apoya en vacíos regulatorios, corrupción institucional y redes de diáspora. Primero se implantó en Colombia y Paraguay y, desde allí, expandió un circuito de blanqueo basado en comercio minorista y transferencias a bancos libaneses vinculados al grupo.

Ese entramado dio un salto cualitativo con la entrada en el narcotráfico. Clanes asociados a Hizbolá gestionaron envíos de cocaína desde la triple frontera hacia Oriente Próximo empleando técnicas de ocultación como la «black cocaine», droga camuflada en carbón para eludir controles. Para 2018, hasta un tercio de los fondos del grupo procedía ya de Sudamérica —unos 200 millones de dólares anuales—, lo que permitió sostener sus operaciones tras los primeros reveses en Líbano.
El mayor cambio, ha señalado, se produjo con la transformación de Venezuela en «principal plataforma de operaciones». El traslado de rutas del narcotráfico desde Colombia a territorio venezolano facilitó la penetración del grupo, que encontró amparo político y logístico bajo Chávez y después bajo Maduro. Según el testimonio, altos cargos del régimen facilitaron pasaportes, cobertura diplomática y contratos estatales a operadores de Hizbolá, y se habrían tramitado más de 20.000 documentos a ciudadanos de Líbano, Siria e Irán. Venezuela actúa, dice, como «puerto seguro» para cuadros y financieros integrados ya en el Cartel de los Soles.
Billingslea ha advertido que, ante el deterioro de su infraestructura en Líbano y las restricciones financieras sobre Irán, la organización está pivotando aún más hacia América Latina como base de sostenimiento y reclutamiento. Y ha alertado de que algunos titulares de esos pasaportes ya han conseguido entrar en Estados Unidos. La declaración sitúa a la región como un eje central en la financiación del grupo y describe al régimen venezolano como un socio activo, no solo tolerante.
A ese diagnóstico se sumó el experto en inteligencia Matthew Levitt, quien ha explicado en la misma comisión que Hizbolá atraviesa «la mayor crisis financiera de su historia» tras la destrucción de depósitos de efectivo y oro y la neutralización de su banca en la sombra en Líbano. Según su testimonio, la organización ha recurrido al narcotráfico y al blanqueo de capitales en América Latina para suplir el colapso de sus fuentes principales. Allí opera a través de redes criminales locales y del uso sistemático de zonas francas con baja supervisión, que combinan función económica y cobertura logística.
Levitt ha señalado que el grupo está recurriendo al mismo patrón que ya empleó tras conflictos anteriores, pero en una escala más profunda. Con Irán limitado para sostener el flujo de fondos y con las transferencias aéreas sujetas a interdicción, Hizbolá busca liquidez inmediata en los circuitos ilegales del continente. Según ha advertido, la preocupación en Washington es que estas redes puedan servir no solo para financiar al grupo, sino también como infraestructura de apoyo en eventuales operaciones contra intereses estadounidenses en el hemisferio.

Publicado: octubre 21, 2025, 4:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/eeuu-denuncia-hizbola-traslada-financiacion-america-latina-20251021220351-nt.html

Hizbolá ha consolidado en América Latina una red financiera y operativa de gran escala que combina narcotráfico, lavado de dinero y apoyo directo de regímenes aliados, especialmente el de Nicolás Maduro en Venezuela. Así lo ha denunciado ante el Senado el ex subsecretario del Tesoro para Terrorismo e Inteligencia Financiera, Marshall Billingslea, en una comparecencia en la que ha descrito a la región como «la retaguardia económica» del grupo tras los golpes sufridos en Oriente Medio.

La intervención ha tenido lugar en la comisión del Senado sobre Narcóticos Internacionales, donde Billingslea ha detallado la implantación de Hizbolá en el continente como plataforma de financiación y operaciones. En esa misma sesión, el senador republicano por Ohio, Bernie Moreno, ha afirmado que a Maduro le «quedan días en el poder» y lo ha definido como «narcoterrorista», asegurando que su «suerte está echada».

Billingslea ha recordado que Hizbolá lleva tres décadas operando en América Latina y que sus primeros atentados fuera de Oriente Medio fueron en Argentina —contra la embajada de Israel en 1992 y el centro AMIA en 1994— con un saldo de 114 muertos. Desde entonces, ha explicado, la organización ha tejido una infraestructura estable que se apoya en vacíos regulatorios, corrupción institucional y redes de diáspora. Primero se implantó en Colombia y Paraguay y, desde allí, expandió un circuito de blanqueo basado en comercio minorista y transferencias a bancos libaneses vinculados al grupo.

Ese entramado dio un salto cualitativo con la entrada en el narcotráfico. Clanes asociados a Hizbolá gestionaron envíos de cocaína desde la triple frontera hacia Oriente Próximo empleando técnicas de ocultación como la «black cocaine», droga camuflada en carbón para eludir controles. Para 2018, hasta un tercio de los fondos del grupo procedía ya de Sudamérica —unos 200 millones de dólares anuales—, lo que permitió sostener sus operaciones tras los primeros reveses en Líbano.

El mayor cambio, ha señalado, se produjo con la transformación de Venezuela en «principal plataforma de operaciones». El traslado de rutas del narcotráfico desde Colombia a territorio venezolano facilitó la penetración del grupo, que encontró amparo político y logístico bajo Chávez y después bajo Maduro. Según el testimonio, altos cargos del régimen facilitaron pasaportes, cobertura diplomática y contratos estatales a operadores de Hizbolá, y se habrían tramitado más de 20.000 documentos a ciudadanos de Líbano, Siria e Irán. Venezuela actúa, dice, como «puerto seguro» para cuadros y financieros integrados ya en el Cartel de los Soles.

Billingslea ha advertido que, ante el deterioro de su infraestructura en Líbano y las restricciones financieras sobre Irán, la organización está pivotando aún más hacia América Latina como base de sostenimiento y reclutamiento. Y ha alertado de que algunos titulares de esos pasaportes ya han conseguido entrar en Estados Unidos. La declaración sitúa a la región como un eje central en la financiación del grupo y describe al régimen venezolano como un socio activo, no solo tolerante.

A ese diagnóstico se sumó el experto en inteligencia Matthew Levitt, quien ha explicado en la misma comisión que Hizbolá atraviesa «la mayor crisis financiera de su historia» tras la destrucción de depósitos de efectivo y oro y la neutralización de su banca en la sombra en Líbano. Según su testimonio, la organización ha recurrido al narcotráfico y al blanqueo de capitales en América Latina para suplir el colapso de sus fuentes principales. Allí opera a través de redes criminales locales y del uso sistemático de zonas francas con baja supervisión, que combinan función económica y cobertura logística.

Levitt ha señalado que el grupo está recurriendo al mismo patrón que ya empleó tras conflictos anteriores, pero en una escala más profunda. Con Irán limitado para sostener el flujo de fondos y con las transferencias aéreas sujetas a interdicción, Hizbolá busca liquidez inmediata en los circuitos ilegales del continente. Según ha advertido, la preocupación en Washington es que estas redes puedan servir no solo para financiar al grupo, sino también como infraestructura de apoyo en eventuales operaciones contra intereses estadounidenses en el hemisferio.

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