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Del apagón diplomático a enseñar la puerta de la ONU: los seis episodios de la fractura Trump-Sánchez

El de este jueves en el Despacho Oval fue un momento reseñable. Era el día en el que a Donald Trump le colmaban de elogios desde dentro y desde fuera de EE.UU., la prensa amable y también la que le ataca sin descanso, por … el logro de impulsar un acuerdo de paz en Gaza para liberar los rehenes e imponer un alto el fuego. El presidente de EE.UU. celebraba el éxito diplomático, hablaba de que mostraba que «el mundo se ha unido para lograrlo», de la voluntad de países de todo el mundo…. Y, entre tanta satisfacción, se acordó de un país en el sur de Europa que le incomoda: España.
Trump deslizó que la OTAN, donde Washington lleva las riendas, «quizá debería expulsar» a España de la alianza militar. Era en medio de la visita del presidente de Finlandia, Alexander Stubb, que sí tiene sintonía con Trump, como la debe forjar cualquier líder que espere tener algún tipo de papel en el mundo occidental. Todo lo contrario que Pedro Sánchez y el Gobierno de España. El episodio de este viernes demuestra la quiebra diplomática con un aliado tradicional de nuestro país. Pero la fractura se ha forjado en varias entregas de estos primeros nueve meses del segundo mandato de Trump en la Casa Blanca

1. Apagón diplomático: sin noticias de Trump o Rubio

En cuanto Trump ganó sus segundas elecciones presidenciales el pasado otoño, la falta de sintonía con España quedó en evidencia. Pedro Sánchez no entró en las rondas de llamadas que suele mantener el presidente electo con los principales aliados de EE.UU. durante el periodo de transición presidencial.
El apagón diplomático empeoró ya con Trump investido como presidente. Los contactos diplomáticos del presidente nunca eran con Sánchez. E incluso peor: tampoco los del jefe de la diplomacia de EE.UU., su secretario de Estado, Marco Rubio. Rubio llamó a decenas de países, muchos de ellos de peso muy inferior al de España -como Botsuana, Paraguay, Hungría o Chipre- antes de llamar a su homólogo español, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.
Ese primer contacto diplomático no ocurrió hasta principios de abril, casi dos meses y medio después del regreso de Trump a la Casa Blanca. Rubio y Albares no se vieron en persona hasta finales de mayo.

2. Acercamiento a China en la guerra arancelaria

Trump desató su guerra comercial a comienzos de abril con el anuncio de aranceles ‘recíprocos’ para los países de todo el mundo. Eso abrió un periodo de turbulencias y negociaciones en las que el presidente de EE.UU. advirtió a sus socios que no se les ocurriera acercarse a China como intento de enfrentarse a sus aranceles.
En ese contexto, Sánchez viajó a China y se reunió con el presidente del gigante asiático, Xi Jinping. Era un viaje que según Moncloa ya estaba previsto antes del inicio de la guerra comercial. Pero Sánchez hizo un llamamiento a reformular la relación comercial de la Unión Europea con China que no gustó nada en Washington, en un momento en el que Trump buscaba lo contrario de sus socios: aislar a su gran rival geoestratégico. Aquella incomodidad se evidenció aquellos días con el trato frío que el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, deparó al ministro de Economía de España, Carlos Cuerpo, en su primer encuentro en persona.

3. El señalamiento: la oposición al aumento de gasto en Defensa

Sánchez buscó ir a contracorriente de sus socios de la Unión Europea en un asunto de la máxima sensibilidad. En medio de presiones que amenazaban el futuro de la OTAN, los europeos aceptaron las viejas exigencias de Trump -ya venían de su primer mandato- de aumentos decisivos de su gasto en Defensa.
Trump exigió un 5% y, a regañadientes, a la sombra de la guerra en Ucrania y de la amenaza que supone Rusia, los europeos aceptaron. Pero Sánchez, acosado por los izquierdistas de su Gobierno de coalición y de sus socios parlamentarios, decidió oponerse. Fue una jugada política, en la que Sánchez al mismo tiempo firmó el compromiso del 5% y se negó a cumplirlo.
Para Trump, Sánchez quedó señalado de manera definitiva. Y lo que es peor, también España. «España es horrible», dijo el multimillonario neoyorquino en la rueda de prensa con la que cerró su paso por la cumbre de La Haya, el pasado junio. «Pero lo vamos a compensar», dijo sobre la negativa de Sánchez a gastar más en Defensa. «Vamos a negociar un acuerdo de comercio y les vamos a hacer pagar el doble». Era una amenaza de poco efecto, ya que la relación comercial se negocia con el bloque de la Unión Europea. Pero mostraba la mala relación con España, un aliado tradicional, con grandes inversiones cruzadas y donde EE.UU. tiene dos bases militares.

4. Las alarmas por Huawei

La decisión del Gobierno de Sánchez de adjudicar al gigante chino Huawei la custodia de datos recogidos en escuchas judiciales ha provocado otra crisis con Washington.
Ese contrato ha provocado que varios legisladores republicanos del Congreso, aliados de Trump, hayan exigido al Departamento de Comercio el inicio de una investigación contra esos contratos del Ministerio del Interior, con la posibilidad de que acaben en sanciones comerciales a España.
«Esta decisión podría poner en peligro no solo la seguridad interna de España, sino también la integridad del intercambio de inteligencia entre aliados», defendió uno de esos legisladores, el diputado Gus Bilirakis.

5. Marginación en los grandes foros

Las fricciones de Sánchez con Trump provocaron la desaparición de España de foros internacionales en los que, por su importancia y peso, debería tener presencia. El mejor ejemplo fueron las reuniones celebradas por Trump con sus socios europeos al final del verano para tratar el apoyo a Ucrania. En ellas estaban las grandes potencias europeas y con hilo directo con Washington -Reino Unido, Francia, Alemania-, pero también otros países de peso similar al de España -Italia- o inferior, como Finlandia o Polonia.
Fue llamativo el artículo que a principios de septiembre le dedicó a Sánchez ‘The Economist’, la revista de referencia en Europa. ‘Les presentamos al líder de la resistencia anti-Trump’, rezaba el artículo, seguido de un subtítulo que decía: ‘Para el líder español, Pedro Sánchez, oponerse a Trump es una aventura solitaria’, todo acompañado con una ilustración del presidente de Gobierno levantando una pancarta contra Trump y rodeado de pancartas abandonadas.
En su paso por Nueva York a finales del mes pasado, con motivo del inicio de sesiones de la Asamblea General, el gran cónclave anual de la comunidad internacional, la marginación de Sánchez quedó de manifiesto con una agenda diplomática de bajo peso, sin apenas reuniones bilaterales de peso ni protagonismo en foros de relevancia.
En algunas entrevistas con medios estadounidenses, Sánchez se jactó de su oposición a Trump. Preguntado por si el retrato de ‘The Economist’ era justo, Sánchez no lo negó y se limitó a reír y a decir: «Yo defiendo mis ideas y mis convicciones».

6. Sugerencia de expulsión de la OTAN

La última evidencia de esta relación rota fue esa declaración extemporánea de Trump en la Casa Blanca este jueves. Trump celebraba junto a Stubb el apoyo «virtualmente unánime» en la OTAN a sus exigencias de mayor gasto en Defensa cuando sorprendió con el ataque a España. «Hubo un remolón. Fue España. ¿Le podéis llamar y ver por qué se hace el remolón? Y les va bien. Yo creo que por muchas de las cosas que hacemos les va bien. No tienen excusa para no hacerlo. Pero está bien, quiźa deberíais echarlos de la OTAN, francamente», dijo.
La amenaza no va a ningún sitio, no hay ningún proceso abierto al respecto, no es algo que esté sobre la mesa de los socios europeos, no tiene sentido en la dinámica política de la alianza militar. Pero cimenta una realidad: la nefasta relación con el EE.UU. de Trump.

Publicado: octubre 10, 2025, 12:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/apagon-diplomatico-ensenar-puerta-onu-seis-episodios-20251010065406-nt.html

El de este jueves en el Despacho Oval fue un momento reseñable. Era el día en el que a Donald Trump le colmaban de elogios desde dentro y desde fuera de EE.UU., la prensa amable y también la que le ataca sin descanso, por el logro de impulsar un acuerdo de paz en Gaza para liberar los rehenes e imponer un alto el fuego. El presidente de EE.UU. celebraba el éxito diplomático, hablaba de que mostraba que «el mundo se ha unido para lograrlo», de la voluntad de países de todo el mundo…. Y, entre tanta satisfacción, se acordó de un país en el sur de Europa que le incomoda: España.

Trump deslizó que la OTAN, donde Washington lleva las riendas, «quizá debería expulsar» a España de la alianza militar. Era en medio de la visita del presidente de Finlandia, Alexander Stubb, que sí tiene sintonía con Trump, como la debe forjar cualquier líder que espere tener algún tipo de papel en el mundo occidental. Todo lo contrario que Pedro Sánchez y el Gobierno de España. El episodio de este viernes demuestra la quiebra diplomática con un aliado tradicional de nuestro país. Pero la fractura se ha forjado en varias entregas de estos primeros nueve meses del segundo mandato de Trump en la Casa Blanca

1. Apagón diplomático: sin noticias de Trump o Rubio

En cuanto Trump ganó sus segundas elecciones presidenciales el pasado otoño, la falta de sintonía con España quedó en evidencia. Pedro Sánchez no entró en las rondas de llamadas que suele mantener el presidente electo con los principales aliados de EE.UU. durante el periodo de transición presidencial.

El apagón diplomático empeoró ya con Trump investido como presidente. Los contactos diplomáticos del presidente nunca eran con Sánchez. E incluso peor: tampoco los del jefe de la diplomacia de EE.UU., su secretario de Estado, Marco Rubio. Rubio llamó a decenas de países, muchos de ellos de peso muy inferior al de España -como Botsuana, Paraguay, Hungría o Chipre- antes de llamar a su homólogo español, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.

Ese primer contacto diplomático no ocurrió hasta principios de abril, casi dos meses y medio después del regreso de Trump a la Casa Blanca. Rubio y Albares no se vieron en persona hasta finales de mayo.

2. Acercamiento a China en la guerra arancelaria

Trump desató su guerra comercial a comienzos de abril con el anuncio de aranceles ‘recíprocos’ para los países de todo el mundo. Eso abrió un periodo de turbulencias y negociaciones en las que el presidente de EE.UU. advirtió a sus socios que no se les ocurriera acercarse a China como intento de enfrentarse a sus aranceles.

En ese contexto, Sánchez viajó a China y se reunió con el presidente del gigante asiático, Xi Jinping. Era un viaje que según Moncloa ya estaba previsto antes del inicio de la guerra comercial. Pero Sánchez hizo un llamamiento a reformular la relación comercial de la Unión Europea con China que no gustó nada en Washington, en un momento en el que Trump buscaba lo contrario de sus socios: aislar a su gran rival geoestratégico. Aquella incomodidad se evidenció aquellos días con el trato frío que el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, deparó al ministro de Economía de España, Carlos Cuerpo, en su primer encuentro en persona.

3. El señalamiento: la oposición al aumento de gasto en Defensa

Sánchez buscó ir a contracorriente de sus socios de la Unión Europea en un asunto de la máxima sensibilidad. En medio de presiones que amenazaban el futuro de la OTAN, los europeos aceptaron las viejas exigencias de Trump -ya venían de su primer mandato- de aumentos decisivos de su gasto en Defensa.

Trump exigió un 5% y, a regañadientes, a la sombra de la guerra en Ucrania y de la amenaza que supone Rusia, los europeos aceptaron. Pero Sánchez, acosado por los izquierdistas de su Gobierno de coalición y de sus socios parlamentarios, decidió oponerse. Fue una jugada política, en la que Sánchez al mismo tiempo firmó el compromiso del 5% y se negó a cumplirlo.

Para Trump, Sánchez quedó señalado de manera definitiva. Y lo que es peor, también España. «España es horrible», dijo el multimillonario neoyorquino en la rueda de prensa con la que cerró su paso por la cumbre de La Haya, el pasado junio. «Pero lo vamos a compensar», dijo sobre la negativa de Sánchez a gastar más en Defensa. «Vamos a negociar un acuerdo de comercio y les vamos a hacer pagar el doble». Era una amenaza de poco efecto, ya que la relación comercial se negocia con el bloque de la Unión Europea. Pero mostraba la mala relación con España, un aliado tradicional, con grandes inversiones cruzadas y donde EE.UU. tiene dos bases militares.

4. Las alarmas por Huawei

La decisión del Gobierno de Sánchez de adjudicar al gigante chino Huawei la custodia de datos recogidos en escuchas judiciales ha provocado otra crisis con Washington.

Ese contrato ha provocado que varios legisladores republicanos del Congreso, aliados de Trump, hayan exigido al Departamento de Comercio el inicio de una investigación contra esos contratos del Ministerio del Interior, con la posibilidad de que acaben en sanciones comerciales a España.

«Esta decisión podría poner en peligro no solo la seguridad interna de España, sino también la integridad del intercambio de inteligencia entre aliados», defendió uno de esos legisladores, el diputado Gus Bilirakis.

5. Marginación en los grandes foros

Las fricciones de Sánchez con Trump provocaron la desaparición de España de foros internacionales en los que, por su importancia y peso, debería tener presencia. El mejor ejemplo fueron las reuniones celebradas por Trump con sus socios europeos al final del verano para tratar el apoyo a Ucrania. En ellas estaban las grandes potencias europeas y con hilo directo con Washington -Reino Unido, Francia, Alemania-, pero también otros países de peso similar al de España -Italia- o inferior, como Finlandia o Polonia.

Fue llamativo el artículo que a principios de septiembre le dedicó a Sánchez ‘The Economist’, la revista de referencia en Europa. ‘Les presentamos al líder de la resistencia anti-Trump’, rezaba el artículo, seguido de un subtítulo que decía: ‘Para el líder español, Pedro Sánchez, oponerse a Trump es una aventura solitaria’, todo acompañado con una ilustración del presidente de Gobierno levantando una pancarta contra Trump y rodeado de pancartas abandonadas.

En su paso por Nueva York a finales del mes pasado, con motivo del inicio de sesiones de la Asamblea General, el gran cónclave anual de la comunidad internacional, la marginación de Sánchez quedó de manifiesto con una agenda diplomática de bajo peso, sin apenas reuniones bilaterales de peso ni protagonismo en foros de relevancia.

En algunas entrevistas con medios estadounidenses, Sánchez se jactó de su oposición a Trump. Preguntado por si el retrato de ‘The Economist’ era justo, Sánchez no lo negó y se limitó a reír y a decir: «Yo defiendo mis ideas y mis convicciones».

6. Sugerencia de expulsión de la OTAN

La última evidencia de esta relación rota fue esa declaración extemporánea de Trump en la Casa Blanca este jueves. Trump celebraba junto a Stubb el apoyo «virtualmente unánime» en la OTAN a sus exigencias de mayor gasto en Defensa cuando sorprendió con el ataque a España. «Hubo un remolón. Fue España. ¿Le podéis llamar y ver por qué se hace el remolón? Y les va bien. Yo creo que por muchas de las cosas que hacemos les va bien. No tienen excusa para no hacerlo. Pero está bien, quiźa deberíais echarlos de la OTAN, francamente», dijo.

La amenaza no va a ningún sitio, no hay ningún proceso abierto al respecto, no es algo que esté sobre la mesa de los socios europeos, no tiene sentido en la dinámica política de la alianza militar. Pero cimenta una realidad: la nefasta relación con el EE.UU. de Trump.

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