Publicado: agosto 31, 2025, 4:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/noriega-maduro-eeuu-narcodictaduras-20250830171121-nt.html
No es la primera vez que Donald Trump envía sus barcos de guerra al Caribe. En 2020 ya lanzó una operación contra el narcotráfico con un despliegue naval, aunque entonces no se identificó como una posible operación para un cambio de régimen en Venezuela … como ha sucedido ahora, cuando el Pentágono ha puesto en la zona otra vez una poderosa flota con tres destructores, dos buques de desembarco, uno de asalto anfibio, un crucero y otro de combate litoral. El espectro de la invasión norteamericana de Panamá en diciembre de 1989, que culminó con la captura del dictador Manuel Antonio Noriega, se ha convertido ahora en una esperanza para algunas de las víctimas del venezolano Nicolás Maduro. Lamentablemente las diferencias entre ambos casos hacen poco probable que Trump pueda ahora dar la orden de invadir Venezuela.
Una de las pocas cosas que tienen en común Maduro y Noriega (fallecido en 2017) es su pasión por el esoterismo y las religiones extrañas. Sin embargo, mientras que el venezolano no ha sido más que un conductor de autobús absorbido por la poderosa personalidad de Hugo Chávez, Cara de piña –como era conocido el panameño– fue durante toda su vida un intrigante, agente doble o triple que se movía entre la CIA norteamericana, Cuba y los cárteles colombianos.
Es cierto que el principal argumento que utilizó el entonces presidente norteamericano George Bush (padre) fue la anulación de las elecciones presidenciales de marzo en las que había resultado vencedor el candidato opositor Guillermo Endara. De todos modos, la Casa Blanca no necesitó inventar muchos argumentos para la invasión, puesto que el dictador panameño fue el que aceleró los actos de hostilidad hacia Estados Unidos, primero con el cierre de la emblemática Escuela de las Américas donde los norteamericanos formaban a la élite militar de todo el continente, y finalmente con la declaración formal del estado de guerra contra Washington. La muerte casi accidental de un oficial estadounidesense en un control acabó siendo la gota que desbordó el vaso.
Si Trump quisiera planear la invasión de Venezuela no tendría las mismas ventajas que tuvo Bush en Panamá. Entonces, la zona del Canal era legalmente norteamericana y contaba con varias bases en las que sus militares operaban sin restricciones.
Panamá, sin embargo, carecía de ejército, más allá de los 12.000 hombres de una escueta Guardia Nacional armada casi exclusivamente para labores de represión política y que no tenía ni aviones o defensa antiaérea, ni carros de combate. Una vez que el 20 de diciembre se produjo la invasión y la desbandada casi instantánea de la Guardia Nacional, la única autoridad panameña estaba representada por los bomberos. Para alcanzar la misma proporción de superioridad frente a Venezuela que en aquella operación, donde había más del doble de invasores que de defensores, el Pentágono necesitaría una fuerza expedicionaria de más de 200.000 soldados, lo que está fuera de cualquier análisis razonable.
Es difícil saber en qué estado se encuentran los arsenales venezolanos teniendo en cuenta el grado de corrupción generalizada en el Ejército bolivariano, pero teóricamente Maduro dispondría de cierta potencia para resistir o al menos para convertir una invasión en un trabajo complicado. En Panamá, EE.UU. perdió apenas 23 soldados, muchos de ellos por fuego amigo, mientras que en Venezuela el precio sería probablemente muy superior.
Maduro durante el Curso de Operaciones Especiales Revolucionarias
El apoyo cubano
Otra de las claves de la invasión de Panamá fue la actitud de los consejeros que rodeaban a Noriega, muchos de ellos norteamericanos, que decidieron traicionarle cuando este se dejó llevar por sus paranoias y su ilimitada codicia, como explica Frederick Kempe en su monumental biografía del dictador panameño. En cambió, los consejeros de Maduro siguen siendo cubanos.
En 1989 Fidel Castro estaba en su esplendor y sintió ese momento como una gran pérdida en todos los sentidos. Probablemente no se esperaba que Bush se atreviera a invadir un país clave para sus intereses. Noriega viajaba en secreto frecuentemente a La Habana como parte de un triángulo que conectaba a ambos con los cárteles colombianos de la droga y que generaba suficiente dinero para apoyar a la guerrilla comunista, que era el objetivo de Castro.
Desde la llegada de Hugo Chavez al poder en Venezuela en 1999, la dictadura cubana se infiltró hasta el tuétano de las estructuras del nuevo régimen bolivariano para protegerlo de cualquier intento de destruirlo desde dentro. Y en eso son los mejores.