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Contando calorías en el infierno: lo que contienen las polémicas cajas de ayuda en Gaza y por qué no resuelven la crisis

03/08/2025 a las 07:30h.

«Sí, sigo teniendo vergüenza… he aprendido eso: que estábamos todos en la peste; y he perdido la paz. La busco todavía hoy, intentando comprender a todos y no ser enemigo mortal de nadie», afirmaba Albert Camus en ‘La peste’ como reflexión sobre la condición humana en tiempos oscuros. Hoy el público se enfrenta a imágenes persistentes de hambruna en Gaza, como la foto de Hedaya y su bebé raquítico de año y medio. Pero a veces lo constante se vuelve invisible. Con un conflicto que ya supera el año y medio, Camus acertaba al escribir: «El hábito de la desesperación es peor que la desesperación misma». En Gaza los detalles son claves: mientras sus habitantes luchan por encontrar la próxima comida, emergen ‘las matemáticas y la anatomía de la hambruna’.

Una ecuación aterradora

En Gaza, las temperaturas pueden superar los 30 °C, hay escasez de agua y alimentos frescos. En ese contexto, las cajas de la Gaza Humanitarian Foundation (GHF) son un referente común. Sin embargo, el diario israelí ‘Haaretz’ informa que la ecuación demuestra que las cifras de su reparto carecen de contexto e ignoran el panorama general. Aunque GHF asegura haber entregado más de 80 millones de comidas desde mayo, eso apenas frena un colapso donde no hay ley ni orden, y donde cada caloría y nutriente es la diferencia entre la vida y la muerte. 

«Si aproximadamente 2,1 millones de personas viven hoy en la Franja de Gaza, es preferible que coman tres comidas al día, y GHF llevaba 69 días en funcionamiento hasta el domingo, ¿cuántas comidas debería haber distribuido? Un simple cálculo arroja la respuesta: 435 millones». Como lo resume a la BBC Stuart Gordon, profesor de desarrollo internacional de la London School of Economics: «En esencia, esta caja proporciona un estómago lleno, pero una dieta vacía».

¿Qué contienen esas cajas?

Según GHF, cada paquete equivale a 57,75 comidas (basado en tres comidas diarias para una familia de 5,5 personas durante 3,5 días). En julio, compartieron en X imágenes del contenido: alimentos secos que requieren agua y combustible, con un valor calórico promedio de 42.500 calorías. La BBC Verify y medios como ‘Haaretz’ encontraron qué tienen en su interior:

Publicado: agosto 3, 2025, 12:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/contando-calorias-infierno-contienen-polemicas-cajas-ayuda-20250803162420-nt.html

03/08/2025 a las 07:30h.

«Sí, sigo teniendo vergüenza… he aprendido eso: que estábamos todos en la peste; y he perdido la paz. La busco todavía hoy, intentando comprender a todos y no ser enemigo mortal de nadie», afirmaba Albert Camus en ‘La peste’ como reflexión sobre la condición humana en tiempos oscuros. Hoy el público se enfrenta a imágenes persistentes de hambruna en Gaza, como la foto de Hedaya y su bebé raquítico de año y medio. Pero a veces lo constante se vuelve invisible. Con un conflicto que ya supera el año y medio, Camus acertaba al escribir: «El hábito de la desesperación es peor que la desesperación misma». En Gaza los detalles son claves: mientras sus habitantes luchan por encontrar la próxima comida, emergen ‘las matemáticas y la anatomía de la hambruna’.

Una ecuación aterradora

En Gaza, las temperaturas pueden superar los 30 °C, hay escasez de agua y alimentos frescos. En ese contexto, las cajas de la Gaza Humanitarian Foundation (GHF) son un referente común. Sin embargo, el diario israelí ‘Haaretz’ informa que la ecuación demuestra que las cifras de su reparto carecen de contexto e ignoran el panorama general. Aunque GHF asegura haber entregado más de 80 millones de comidas desde mayo, eso apenas frena un colapso donde no hay ley ni orden, y donde cada caloría y nutriente es la diferencia entre la vida y la muerte. 

«Si aproximadamente 2,1 millones de personas viven hoy en la Franja de Gaza, es preferible que coman tres comidas al día, y GHF llevaba 69 días en funcionamiento hasta el domingo, ¿cuántas comidas debería haber distribuido? Un simple cálculo arroja la respuesta: 435 millones». Como lo resume a la BBC Stuart Gordon, profesor de desarrollo internacional de la London School of Economics: «En esencia, esta caja proporciona un estómago lleno, pero una dieta vacía».

¿Qué contienen esas cajas?

Según GHF, cada paquete equivale a 57,75 comidas (basado en tres comidas diarias para una familia de 5,5 personas durante 3,5 días). En julio, compartieron en X imágenes del contenido: alimentos secos que requieren agua y combustible, con un valor calórico promedio de 42.500 calorías. La BBC Verify y medios como ‘Haaretz’ encontraron qué tienen en su interior:

  • -Arroz

  • -Pasta

  • -Lentejas

  • -Garbanzos

  • -Harina

  • -Aceite

  • -Sal

  • -Tahini (pasta de sésamo)

  • El algunos casos también incluyen:

  • -Patatas

  • -Cebollas

  • -Galletas

  • -Té

  • -Barritas de halva listas para comer

No obstante, Stuart Gordon advierte que estas provisiones pueden detener el hambre aguda temporalmente, pero a largo plazo generan «hambre oculta» por la falta de micronutrientes esenciales.

A la pregunta si los gazatíes pueden sostener una alimentación con estos alimentos a largo plazo, Rosa Ortega, de la Universidad Complutense de Madrid, contesta a ABC que «los adultos probablemente superen la prueba, pero para los niños el impacto en crecimiento y función cognitiva es mayor». Y Andrew Seal, nutricionista del University College de Londres, añade que faltan calcio, hierro, zinc y vitaminas C, D, B12 y K. Y remarca, al igual que Ortega, que la ausencia de comidas adaptadas a los más pequeños, representa un riesgo para los bebés gazatíes.

Además, los especialistas lamentan la escasez de alimentos para personas con enfermedades celíacas, cardíacas o renales. La fórmula infantil es la falta más crítica y letal, ya que muchas madres desnutridas no pueden amamantar a sus hijos.

Otros obstáculos que agravan la crisis

Cocinar es un lujo, casi nadie tiene cocina funcional, gas o agua potable suficiente para preparar la comida del paquete. Y eso sin mencionar lo obvio: las dificultades para guardar y almacenar comida para unos días en medio de constantes desplazamientos.

Otra pregunta es si los alimentos de GHF llegan a quienes los necesitan. Desde que la organización comenzó a operar ha distribuido sus paquetes a través de cuatro centros de distribución. Estos abren todos los días, pero solo por un breve periodo, tras el cual se agotan los alimentos. Además, su horario de apertura no se conoce con antelación, matizan medios de Israel. Todos recogen lo que pueden y luego huyen para salvar la vida. En consecuencia, quienes más necesitan comida —niños pequeños, mujeres embarazadas, ancianos y enfermos— se quedan con las manos vacías.

‘Haaretz’ informó de que hay grupos organizados de jóvenes cuyos miembros acuden a los centros de distribución para obtener ganancias. «Abren las cajas, recogen los productos más caros, luego corren a un coche aparcado no muy lejos y lo cargan. De vuelta a los campamentos de desplazados, venden los productos directamente desde el coche. Cuanto más se alejan de los puntos de distribución, más suben los precios«.

Incluso si una familia logra sortear todos estos obstáculos, el Programa Mundial de Alimentos alertó que el gas se vendía en el mercado negro hasta con una subida del 4.000 %. Muchas familias improvisan cocinar con materiales tóxicos, disparando las enfermedades.

El agua es una «bomba silenciosa» que acelera la desnutrición

Otro obstáculo fatal es la falta de agua. La ONU alerta que los habitantes de Gaza viven con menos de cinco litros de agua al día por persona, frente a los 15 litros mínimos que recomienda la OMS en situaciones de emergencia. Pedro Arrojo, Relator Especial sobre el derecho al agua potable de la ONU, fue contundente en su denuncia: «Cortar el agua potable es una verdadera bomba. Silenciosa, pero letal, especialmente para niñas, niños y bebés». Y mencionó «una estrategia de apartheid hídrico».

Arrojo también señaló que buena parte del agua que llega está salinizada y contaminada con heces fecales, lo que está causando enfermedades prevenibles como disentería, diarrea, hepatitis A y cólera. Las cuales se pueden volver mortales sin atención médica y en medio de una población desnutrida.

Oxfam, en su informe Water War Crimes (2024), destacó que se había reducido el suministro de agua en Gaza en un 94%. La destrucción de infraestructuras hídricas y el bloqueo de ayuda humanitaria han dejado a Gaza con un acceso al agua inferior incluso al que requiere una descarga de inodoro.

Pescar también está prohibido

El mar Mediterráneo, históricamente una fuente de alimento y sustento para miles de familias gazatíes, también ha sido clausurado. Con lo que los gazatíes tampoco tienen acceso a alimentos frescos. Israel ha impuesto una prohibición total de pesca, incluso impidiendo que la gente se acerque a la costa a nadar. Las fuerzas israelíes patrullan, no obstante, hay quienes se arriesgan a saltarse las reglas.

«Si no les traigo pescado a mis hijos, me muero», dijo Ziyad Abu Amira, pescador gazatí, a CNN. Según la ONU, antes de la guerra, Gaza producía más de 4.600 toneladas de pescado al año. La industria trabaja al 7,3% de su capacidad. Incluso los niños arriesgan su vida por alimento. Fayza, de siete años, recoge restos de pescado en la playa. «Espero que los pescadores salgan del mar y me den un poco. Vengo todos los días», confesó.


Un niño hace un gesto mientras palestinos desplazados recogen porciones de comida cocinada en una distribución benéfica


afp

En medio de este panorama, los habitantes de Gaza se enfrentan una crisis de hambruna sin precedentes, mientras crecen las muertes por desnutrición cada día, según denunció la ONU. La situación, calificada por expertos como una «catástrofe humanitaria» evitable, sigue generando debate.

Albert Camus continuaba diciendo en ‘La peste’: «Sé solamente que es preciso hacer lo que haga falta para no ser un apestado, y que solo eso puede hacernos esperar la paz… Solo eso puede aliviar a los hombres y, si no salvarlos, hacerles el menor mal posible. Y así he decidido rechazar todo lo que, de cerca o de lejos, por buenas o malas razones, hace morir o justifica que se haga morir». Esa puede ser hoy la tarea más urgente de la comunidad internacional: hacer el menor mal posible a los civiles. Porque en Gaza, cada caja cuenta y también cada minuto.


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