Publicado: septiembre 28, 2025, 6:15 am
Fuente de la noticia : https://www.abc.es/salud/enfermedades/carlos-mateos-mundo-retina-era-residente-era-20250925111315-nt.html
La vocación de Carlos Mateo fue tardía. Fue durante su residencia en el Hospital Vall de Hebrón en Barcelona donde, de la mano del Dr. Borja Corcóstegui descubrió que su vocación era la oftalmología. Actualmente es uno de los mayores expertos en la alta … miopía, desprendimiento de retina, trauma ocular y retinopatía diabética, además del tratamiento de la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) y otras patologías vasculares y maculares. Es Socio-fundador de IMO Grupo Miranza, profesor asociado en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y en la European School for Advanced Studies in Ophthalmology (ESASO). En 2023 fue elegido como mejor oftalmólogo.
Ha sido reconocido como uno de los mejores oftalmólogos de España.
Ya sabe que «el mejor» no existe. Nunca hay un mejor en algo. Mi único mérito es haberme dedicado durante 30 años a una subespecialidad única como es la oftalmología, y en concreto al mundo de la retina.
¿Pero desde el principio sabía que quería dedicarse a la retina?
En realidad mi vocación fue tardía. Estudié Medicina y terminé en este campo casi por casualidad. Podría haber elegido otras especialidades, pero acabé en Oftalmología sin antecedentes familiares ni vínculos clínicos. Hice el MIR con un buen número y me decanté por Oftalmología en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Allí tuve la suerte de contar con un gran guía y mentor, el Dr. Borja Corcóstegui, uno de los grandes referentes. Como quien dice, «nací con él» profesionalmente, y desde entonces nuestros caminos han sido paralelos.
Cuando empezó, la oftalmología era muy diferente. ¿Cómo ha cambiado?
La Oftalmología que viví como residente no tiene nada que ver con la que hoy está al alcance de cualquier persona en España. Por ejemplo, en la cirugía de cataratas: antes el paciente acababa con unas gafas muy gruesas; hoy, en cambio, quieren volver a ver como cuando tenían 20 años, tanto de cerca como de lejos.
En el mundo de la retina, cuando yo era residente, era retina y magia a la vez. Dos grandes cambios marcaron un antes y un después: la posibilidad de entrar dentro del ojo y manipularlo, y la mejora en la visualización gracias a la tecnología 3D. Todo esto, sumado a los avances tecnológicos, nos ha permitido ofrecer una oftalmología de primer nivel accesible para todos los pacientes en España.
¿Cómo situaría la oftalmología española en el contexto internacional?
El nivel es muy alto, al mismo nivel que cualquier hospital de Estados Unidos. España siempre ha tenido una oftalmología reconocida como de excelencia, no solo por los grandes nombres, sino porque existe una base muy amplia de profesionales de gran nivel.
Las enfermedades siguen siendo las mismas.
Sí, las enfermedades son las mismas, pero antes diagnosticábamos, por ejemplo, una Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) o una miopía magna y prácticamente no teníamos tratamientos. Hoy disponemos de fármacos, inyecciones y múltiples herramientas para no solo tratar a los pacientes, sino también seguir su evolución y controlar mejor la enfermedad. Muchos pacientes tienen ahora la posibilidad de conservar visión.
¿Existe suficiente conciencia social sobre la salud ocular?
Muy poca. Especialmente en enfermedades que no dan síntomas, como el glaucoma. Es una patología silenciosa que puede conducir a la ceguera, y muchos pacientes llegan a la consulta en fases avanzadas. Y eso es especialmente grave porque hoy tenemos tratamientos eficaces y una cirugía muy segura.
En la retina hay enfermedades muy graves para las que ya empezamos a tener opciones, pero creo que el glaucoma es el gran olvidado: la gente no es consciente de su gravedad.
¿Qué consejo daría a la población?
Hacerse, como mínimo, una revisión anual. Especialmente los pacientes con antecedentes familiares de enfermedades oculares o con alta miopía. Estos grupos deben controlarse cada año. Y en general, toda la población debería revisarse para detectar patologías tratables a tiempo.
¿Hacia dónde se dirige la oftalmología del futuro?
Creo que se avanzará mucho en tres campos: Lentes intraoculares: cada vez más personalizadas; Inteligencia artificial: revolucionará el diagnóstico gracias a los sistemas de imagen. La IA ya permite identificar enfermedades en el fondo de ojo con gran precisión, incluso detectando patrones que los médicos aún no sabemos explicar, y cirugía asistida por sistemas robóticos: ayudará a seleccionar qué pacientes se beneficiarán realmente de la cirugía y cuáles no, además de mejorar la seguridad.
Si pudiera hablar con un oftalmólogo dentro de 100 años, ¿qué le preguntaría?
Le preguntaría cómo podremos ayudar a los pacientes a los que hoy no tenemos solución. Sobre todo en las enfermedades hereditarias y genéticas, como las retinosis pigmentarias. También cómo controlar la miopía elevada y evitar las complicaciones asociadas.
Y si pudiera eliminar una enfermedad ocular para siempre, ¿cuál sería?
La miopía. Es tan prevalente que muchas veces ni se considera enfermedad. Pero en su forma más grave, la miopía magna, es causa de una gran cantidad de cegueras, sobre todo en países asiáticos. Erradicarla sería un enorme avance.
Se dice que las nuevas generaciones, por el uso de pantallas, tendrán peor salud ocular. ¿Es cierto?
El uso intensivo de visión cercana favorece la aparición de una miopía leve, pero no la forma más grave (la axial, en la que el ojo se alarga y se deforma). Esa es la peligrosa y la que veo cada semana en consulta. Es ahí donde debemos centrar los esfuerzos.
Veo que usa gafas.
Soy hipermétrope y siempre he llevado gafas. Para mí son una protección, incluso cuando juego a pádel. Personalmente no me molestan, aunque hay pacientes que no las toleran y buscan alternativas quirúrgicas.
Para terminar, si tuviese todo el dinero y el tiempo del mundo, ¿a qué lo dedicaría?
A enseñar y a ayudar a los más jóvenes. Me gustaría tener la calma para formar a nuevas generaciones, aprender de ellas y mejorar los procesos. El ocio por el ocio no es para mí: necesito retos, pacientes agradecidos, pacientes que me exigen más… eso es lo que me motiva a seguir mejorando.