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A Estados Unidos se le acumulan los conflictos

A pesar de que la atención internacional está principalmente enfocada sobre las cuestiones económicas y comerciales del conflicto de los aranceles desatado por Trump, la guerra en Ucrania continúa. Por el aire, Rusia está incrementando los ataques aéreos principalmente con drones artillados, bombas guiadas, … misiles de crucero (Kalibr) y misiles balísticos (Iskander), a los que se añaden las correspondientes dosis de señuelos para distraer la atención y perturbar la eficacia de las defensas antiaéreas ucranianas.
La desinformación es pujante. Diariamente, los medios repiten informaciones oficiales sobre los vehículos aéreos lanzados por unos contra otros, detallando tanto los derribados como los fallidos, cuya suma coincide con el total de los lanzados. Y, sin embargo, a renglón seguido, los medios relatan bajas y destrozos en las infraestructuras producidos por ataques aéreos. Definitivamente, sufrimos una rutinaria y grosera desinformación de bulto con datos poco contrastados.
Por tierra, la iniciativa general corresponde a Rusia, si bien los movimientos en los diversos sectores del frente son mínimos, aunque con tendencia a incrementarse. De norte a sur, los combates se producen en los sectores de: Kursk-Belgorod, río Oskil, Chasiv Yar (ya casi un año estabilizado), Toretsk, Prokovsk y Zaporiyia, donde se está incrementando la actividad rusa en la zona de la carretera 0812, al norte de Zereb’yanky. Ello podría confirmar una potencial intención rusa de ruptura del frente, bien por la zona de Stepove en dirección hacia Zaporiyia; o bien, lo que sería más probable, con un gran esfuerzo desde la zona de Orejov siguiendo la dirección de la carretera T0803 y el cauce del río Kronka, también en dirección a Zaporiyia.
En cualquier caso, la reciente intención publicitada por el Kremlin de incrementar en 150.000 sus efectivos en Ucrania supone un tremendo mazazo a las aspiraciones de Kiev de poder seguir resistiendo indefinidamente la presión bélica rusa. Especialmente por el crónico déficit de recursos humanos, que está propiciando desabridas prácticas de reclutamiento a lazo por toda Ucrania.
Tal escenario proclama lo que Zelenski, con toda la razón, denuncia como el desprecio de Moscú hacia los canales diplomáticos, así como el interés de Putin por prolongar la guerra. Parece claro que el líder ruso pretende simultanear dos negaciones casi antagónicas. Una es no desear un alto el fuego, que oxigenaría a Ucrania, sin antes haber alcanzado los objetivos de su Operación Militar Especial.
La otra es no aparecer como el responsable del alargamiento de la guerra. Pero, a pesar de las fallidas intenciones de Trump de acabar rápidamente con las hostilidades, así como el poco éxito de las conversaciones de paz desarrolladas en Arabia Saudí, se mantienen las negociaciones entre EE. UU. y Rusia en búsqueda de acuerdos de paz, que luego habrían de imponerse a Ucrania. A ello responden las recientes reuniones en Washington de Kirill Dmitriev, enviado especial de Putin para las negociaciones sobre Ucrania, con Steve Witkoff, enviado presidencial especial para Oriente Próximo quien, en realidad, opera como factótum de Trump en las negociaciones ruso-norteamericanas sobre Ucrania.
Para favorecer a su país, Trump intenta cambiar el mapa geopolítico y las reglas del comercio mundial. Pero sus formas son de impúdico gañán. Un día, pone a EE.UU. en guerra comercial con la mitad del mundo, detallando chulescamente los aranceles que están reflejados en una tablilla que parecía la lista de precios de las tapas de una bodeguilla popular. Otro día, afirma en actitud imperial no descartar «el uso de la fuerza para hacerse con Groenlandia», territorio autónomo de un país (Dinamarca) que es su aliado en la OTAN. Y así todo, en los dos meses y medio transcurridos desde su toma de posesión.
A pesar de que el Nobel de física Niels Bohr afirmaba que «es muy difícil hacer predicciones, especialmente respecto al futuro», uno se atrevería a garantizar que, si Trump mantuviera el actual ritmo desenfrenado de cambios y exigencias, el planeta explotará. Muchos empiezan a soñar que en las elecciones norteamericanas de medio mandato, programadas para el 3 de noviembre de 2026, una o las dos cámaras legislativas cambiarán de signo, lo que serviría para frenar a Trump. ¿Llegaremos a ello?

Publicado: abril 8, 2025, 10:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/estados-unidos-acumulan-conflictos-20250408203838-nt.html

A pesar de que la atención internacional está principalmente enfocada sobre las cuestiones económicas y comerciales del conflicto de los aranceles desatado por Trump, la guerra en Ucrania continúa. Por el aire, Rusia está incrementando los ataques aéreos principalmente con drones artillados, bombas guiadas, misiles de crucero (Kalibr) y misiles balísticos (Iskander), a los que se añaden las correspondientes dosis de señuelos para distraer la atención y perturbar la eficacia de las defensas antiaéreas ucranianas.

La desinformación es pujante. Diariamente, los medios repiten informaciones oficiales sobre los vehículos aéreos lanzados por unos contra otros, detallando tanto los derribados como los fallidos, cuya suma coincide con el total de los lanzados. Y, sin embargo, a renglón seguido, los medios relatan bajas y destrozos en las infraestructuras producidos por ataques aéreos. Definitivamente, sufrimos una rutinaria y grosera desinformación de bulto con datos poco contrastados.

Por tierra, la iniciativa general corresponde a Rusia, si bien los movimientos en los diversos sectores del frente son mínimos, aunque con tendencia a incrementarse. De norte a sur, los combates se producen en los sectores de: Kursk-Belgorod, río Oskil, Chasiv Yar (ya casi un año estabilizado), Toretsk, Prokovsk y Zaporiyia, donde se está incrementando la actividad rusa en la zona de la carretera 0812, al norte de Zereb’yanky. Ello podría confirmar una potencial intención rusa de ruptura del frente, bien por la zona de Stepove en dirección hacia Zaporiyia; o bien, lo que sería más probable, con un gran esfuerzo desde la zona de Orejov siguiendo la dirección de la carretera T0803 y el cauce del río Kronka, también en dirección a Zaporiyia.

En cualquier caso, la reciente intención publicitada por el Kremlin de incrementar en 150.000 sus efectivos en Ucrania supone un tremendo mazazo a las aspiraciones de Kiev de poder seguir resistiendo indefinidamente la presión bélica rusa. Especialmente por el crónico déficit de recursos humanos, que está propiciando desabridas prácticas de reclutamiento a lazo por toda Ucrania.

Tal escenario proclama lo que Zelenski, con toda la razón, denuncia como el desprecio de Moscú hacia los canales diplomáticos, así como el interés de Putin por prolongar la guerra. Parece claro que el líder ruso pretende simultanear dos negaciones casi antagónicas. Una es no desear un alto el fuego, que oxigenaría a Ucrania, sin antes haber alcanzado los objetivos de su Operación Militar Especial.

La otra es no aparecer como el responsable del alargamiento de la guerra. Pero, a pesar de las fallidas intenciones de Trump de acabar rápidamente con las hostilidades, así como el poco éxito de las conversaciones de paz desarrolladas en Arabia Saudí, se mantienen las negociaciones entre EE. UU. y Rusia en búsqueda de acuerdos de paz, que luego habrían de imponerse a Ucrania. A ello responden las recientes reuniones en Washington de Kirill Dmitriev, enviado especial de Putin para las negociaciones sobre Ucrania, con Steve Witkoff, enviado presidencial especial para Oriente Próximo quien, en realidad, opera como factótum de Trump en las negociaciones ruso-norteamericanas sobre Ucrania.

Para favorecer a su país, Trump intenta cambiar el mapa geopolítico y las reglas del comercio mundial. Pero sus formas son de impúdico gañán. Un día, pone a EE.UU. en guerra comercial con la mitad del mundo, detallando chulescamente los aranceles que están reflejados en una tablilla que parecía la lista de precios de las tapas de una bodeguilla popular. Otro día, afirma en actitud imperial no descartar «el uso de la fuerza para hacerse con Groenlandia», territorio autónomo de un país (Dinamarca) que es su aliado en la OTAN. Y así todo, en los dos meses y medio transcurridos desde su toma de posesión.

A pesar de que el Nobel de física Niels Bohr afirmaba que «es muy difícil hacer predicciones, especialmente respecto al futuro», uno se atrevería a garantizar que, si Trump mantuviera el actual ritmo desenfrenado de cambios y exigencias, el planeta explotará. Muchos empiezan a soñar que en las elecciones norteamericanas de medio mandato, programadas para el 3 de noviembre de 2026, una o las dos cámaras legislativas cambiarán de signo, lo que serviría para frenar a Trump. ¿Llegaremos a ello?

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