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Milei sale a la conquista de votos en la provincia de Buenos Aires y llama a «devorar el kirchnerismo»

Este jueves por la tarde, la ciudad de La Plata –capital de la provincia de Buenos Aires- se ha convertido en escenario de un acto de campaña de cara a las próximas elecciones legislativas. La convocatoria al evento, del que participaron tanto el presidente argentino, … Javier Milei, como varios miembros de su Gabinete, consistió en una curiosa invitación de estilo cinematográfico inspirada en ‘Los indestructibles’.
En el lanzamiento oficial de la campaña del partido La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires, el jefe de Estado llamó a «devorar al kirchnerismo». El lema del oficialismo – dado a conocer semanas atrás-en la carrera por las urnas vincula al Gobierno anterior con la última dictadura militar argentina: ‘Kirchnerismo nunca más’.

La pelea por Buenos Aires

Si bien las elecciones legislativas a nivel nacional tendrán lugar en Argentina el próximo 26 de octubre, una instancia previa de gran relevancia ocurrirá el 7 de septiembre, cuando se lleve a cabo la votación en la provincia de Buenos Aires, un proceso clave y que podría resultar premonitorio de lo que ocurrirá en el mes siguiente.

Por ese motivo, este jueves el jefe de Estado desembarcó en el Estadio Atenas de la ciudad de La Plata, capital del territorio bonaerense, para impulsar desde allí una campaña de vital importancia para la Casa Rosada. El objetivo del acto, que comenzó con dos horas de demora –estaba anunciado a las 17 horas locales e inició bien avanzadas las 19 horas-, fue presentar a los candidatos que encabezan las listas del Gobierno en las ocho secciones electorales de Buenos Aires. El presidente se refirió a ellos como ‘los 8 indestructibles’.
«Ellos serán los encargados de portar la antorcha de la libertad en la provincia», dijo Milei en su discurso. Y llamó a «ponle un freno a Kicillof –gobernador de la provincia de Buenos Aires- y al maldito kirchnerismo». El público respondió al pedido del mandatario repitiendo con encono «hijo de puta, hijo de puta».
Casi al cierre de su elocución, el jefe de Estado felicitó públicamente a su hermana, la secretaria de Presidencia, Karina Milei. «Quiero pedir un abrazo enorme al ‘Jefe’ –así se refiere a la funcionaria-, que ha cumplido con la tarea titánica de organizar a La Libertad Avanza», dijo.

Criticas al kirchnerismo

Gran parte del discurso de Milei estuvo destinado propinar a furiosas críticas al kirchnerismo. «Cuatro décadas de populismo convirtieron a la provincia de Buenos Aires en una vergüenza nacional», opinó el mandatario.
A continuación, el jefe de Estado aseguró que «todo el ejército de funcionarios kirchneristas no manda a sus hijos a las escuelas públicas y viven en ‘countries’ -barrios cerrados- o en torres de Puerto Madero«. También acusó al kirchnerismo por las casi 90 muertes por intoxicación por fentanilo contaminado en Argentina.
Por otro lado, se refirió a la administración de la provincia de Buenos Aires. «Exigen coimas para destrabar problemas que ellos mismos imponen», dijo y advirtió: «Ya empezamos con la jefa de la banda», en clara alusión a la expresidenta Cristina Kirchner. También sostuvo que «la obra pública nunca llega a tiempo ni en condiciones, porque la convirtieron en una excusa para robar a diestra y siniestra, lo que le valió dos condenas a su máxima ídola». Luego, ironizó: «Ahora sólo puede salir al balcón a saludar a dos personas que la van a visitar».
Hacia el final de su discurso, que superó los 40 minutos, Milei reconoció que realiza un esfuerzo por frenar los insultos: «Hace poco me comprometía a no insultar. Eso se los agradezco porque noté que les estaba dando un refugio a los críticos de las formas».

Socialdemócratas alemanes piden prestaciones para refugiados en forma de créditos

En 2024, el Gobierno alemán acordó pagar 7.500 euros por solicitante de asilo a los estados federados, encargados de cubrir las prestaciones sociales, alojamiento y manutención, seguro médico, educación, integración e infraestructura administrativa. Sustituyó así el modelo anterior de financiación global, que … rondaba los 3.700 millones de euros anuales, cantidad que se sumaba al presupuesto aportado por los Bundesländer.
El gasto total anual del Estado alemán en refugiados se sitúa en torno a los 15.000 millones de euros y, para muchas administraciones, resulta insostenible. Los consejeros socialdemócratas (SPD) del estado de Turingia acaban de hacer una propuesta que evitaría, al menos, que esa cantidad anual se pague a fondo perdido: plantean que los solicitantes de asilo reciban prestaciones sociales en forma de préstamos.
Dos administradores de distrito del SPD de Turingia exigen que los solicitantes de asilo adultos, los refugiados reconocidos y los extranjeros de países no pertenecientes a la UE reciban beneficios sociales como créditos del Estado alemán. «Cualquiera que venga a nuestro país y no haya pagado impuestos aquí hasta ese momento solo recibiría beneficios sociales como un préstamo sin intereses», ha sugerido el administrador del distrito de Nordhausen, Matthias Jendricke, a la revista Stern.

Según el político del SPD, el préstamo debería funcionar de manera similar al Bafög, la ayuda estatal para los estudiantes universitarios en forma de crédito, de modo que cualquiera que comience a trabajar sujeto a contribuciones a la seguridad social solo tendría que devolver parte de los beneficios recibidos. Además, deberían concederse descuentos a cambio de reembolsos rápidos.
La propuesta incluye, por ejemplo, que a los refugiados se les podría eximir de la mitad del préstamo si empiezan a trabajar en el plazo de un año posterior a su entrada en el país y aprueban un examen de idioma. «La finalización exitosa de la escuela por parte de los niños también podría ser recompensada con un bono de reembolso para los padres», sugiere Jendricke.
El administrador del distrito de Saalfeld-Rudolstadt, el también socialdemócrata Marko Wolfram, apoya la idea e insiste en que el objetivo es motivar a los inmigrantes y solicitantes de asilo a trabajar rápidamente. «Esto crearía un incentivo positivo para integrarse rápidamente, al tiempo que se contrarresta un debate sobre la envidia hacia los migrantes».

Un estado en manos de AfD

Turingia ha sido el primer parlamento regional alemán en el que el partido de extrema derecha y antiextranjeros Alternativa para Alemania (AfD) se ha hecho con la mayoría, con el 30,5 % obtenido en las elecciones regionales de septiembre de 2024. El SPD, liderado entonces por el excanciller alemán Olaf Scholz, obtuvo apenas el 6,1% y trata ahora de adaptar su programa electoral con medidas que respondan más fielmente a lo que espera la mayoría de los votantes.
El estado federado de Turingia, en el este de Alemania, ha experimentado un aumento significativo en los costes relacionados con la acogida de refugiados, especialmente desde 2022. En el año fiscal 2023/2024, el Gobierno regional destinó aproximadamente 500 millones de euros a esta partida. Según la ley, los solicitantes de asilo reciben 441 euros mensuales, más alojamiento y atención médica.
Una vez reconocidos como refugiados, pueden acceder al Bürgergeld, que supone 563 euros mensuales adicionales, además de vivienda y cobertura sanitaria. La región de Turingia se ha visto obligada a reconvertir instalaciones públicas, como gimnasios y centros comunitarios, en alojamientos temporales. También ha invertido en centros de integración y formación lingüística, especialmente en ciudades como Erfurt, Jena y Gera.
Este gasto ha sido objeto de controversia, especialmente tras el ascenso electoral de partidos como AfD, que critican el coste y la política migratoria. El SPD regional se suma así a propuestas como las realizadas por el líder del ala más radical de AfD, Björn Höcke, radicado en Turingia, que ha exigido que «las prestaciones sociales para refugiados se limiten al mínimo indispensable» y que se evite «el abuso del sistema».
Concretamente, ha defendido la idea de sustituir el dinero en efectivo de las prestaciones por «sistemas controlados», como tarjetas con saldo limitado, para evitar transferencias a terceros países y que solo se puedan usar para pagar en determinadas tiendas locales, asegurando así que las ayudas terminen en gastos de alimentos, ropa y artículos de higiene.
Todos los partidos políticos alemanes están moviéndose en esta misma línea. En declaraciones recientes, el canciller Friedrich Merz ha insistido en que el sistema social alemán tiene límites. «Si bien Alemania sigue abierta al mundo, las capacidades de nuestros sistemas sociales tienen sus límites», afirmó en un foro de su partido, la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU).
Merz, que lleva apenas cien días en el cargo, está implementando medidas como las restricciones al derecho de reunificación familiar, los controles fronterizos sistemáticos y el rechazo de solicitantes de asilo en frontera. También pretende reducir los incentivos económicos para la migración, reforzar el control administrativo sobre quién recibe las prestaciones relacionadas con la inmigración y evitar la sobrecarga de municipios y servicios públicos.

De la 'perestroika' a la tensión por Ucrania: las complejas cumbres entre EE.UU. y Rusia en los últimos 40 años

En las últimas tres décadas solo cinco hombres han liderado Rusia. Una de sus tareas más complicadas, con toda clase de altibajos, ha sido lidiar con sus homólogos estadounidenses, los siete líderes de una potencia que rivalizaba con el país euroasiático. Mientras algunos como Mijaíl … Gorbachov y Boris Yeltsin han gozado de buena sintonía con los mandatarios estadounidenses, Vladímir Putin ha tenido una experiencia más compleja.
Estados Unidos y Rusia pasaron la mayor parte del siglo XX como rivales políticos. Se repartieron la mayor parte del mundo. Ronald Reagan llegó a tildar durante su mandato a la Unión Soviética del «imperio del mal». Esa actitud, sin embargo, cambió cuando llegó un soplo de aire fresco al Kremlin, el renovador Gorbachov con la ‘perestroika’, el plan de regeneración de la URSS que buscaba modernizar y democratizar el país.
Era noviembre de 1985 y hacía ocho años que no había una cumbre entre los líderes de las dos superpotencias cuando se reunieron en Ginebra. Fue una sorpresa que se celebrara, especialmente en Washington. La reunión fue más relevante por el simbolismo que por lo acordado, debido a la actitud conciliadora de ambas partes. Mientras Gorbachov apuntó entonces en la rueda de prensa conjunta que «se habían puesto los primeros ladrillos, que se había hecho un nuevo comienzo, una nueva fase había empezado», Reagan lo apuntaló asegurando que lo que habían hablado beneficiaría «no solo a toda la gente del mundo, incluso a los que todavía no han nacido».

El fin de la Guerra Fría

George H. W. Bush y Mijail Gorbachov en la cumbre de Malta, donde pusieron final a la Guerra Fría, tras la caída del Muro de Berlín

ABC

Esos primeros ladrillos que pusieron EE.UU. y la URSS cimentaron el nuevo futuro que estaba por venir. A Gorbachov aún le quedaban encuentros importantes con líderes estadounidenses. El primero de ellos fue en octubre de 1986 con el mismo Reagan. En aquella ocasión, lo más relevante fue lo que se puso sobre la mesa: el desarme nuclear. En Reikiavik, la capital de Islandia, ambos mandatarios discutieron la base del acuerdo que firmarían un año más tarde, el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, que limitaba la presencia de misiles de corto y medio alcance en Europa.
Años más tarde, en diciembre de 1989, el que fuera el único presidente de la Unión Soviética (sus predecesores usaban otro término) se reunió con George Bush padre en el buque Maksim Gorki atracado en las cercanías de Malta. Allí medios como ‘The Guardian’ apuntaron entonces que con esa reunión se había acabado la Guerra Fría. Pocas semanas después el muro de Berlín cayó. Pronto, en 1991, también llegó el fin de la Unión Soviética. La ‘perestroika’ de Gorbachov no fue capaz de hacer frente a todos los problemas soviéticos y se disolvió.

La llegada del capitalismo a Rusia

Boris Yeltsin junto a Bill Clinton antes de una reunión bilateral celebrada en Denver en junio de 1997

REUTERS

El primer presidente elegido democráticamente de la Federación Rusa fue el entonces popular Yeltsin. Rusia sufrió con la llegada del capitalismo por la dureza de sus privatizaciones mientras intentaba consolidar su democracia. Este expresidente es actualmente despreciado por sus compatriotas por su ineficacia a la hora de gobernar y su alcoholismo evidente. En 1999 tenía menos de un 3% de aprobación.
Uno de los momentos más relevantes de su carrera fue un encuentro con el demócrata Bill Clinton en septiembre de 1998 en la capital rusa. Durante el mismo se movió de forma errática y con la voz pastosa. Su homólogo estadounidense no le criticó abiertamente pero en grabaciones privadas se reía junto con su equipo sobre la ebriedad del mandatario ruso, al que ya vieron durante una visita en Washington en 1995 intentando pedir una pizza en ropa interior cerca de la residencia para huéspedes de la Casa Blanca. Aun así ambos líderes consiguieron en Moscú firmar un importante acuerdo en 1998 según el que aceptaban compartir información sobre el lanzamiento de misiles para evitar una guerra nuclear accidental.

La llegada de Putin

El entonces presidente, George W. Bush, junto a su homólogo Vladímir Putin, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en septiembre de 2005

AFP

Tras Yeltsin, llegó en 1999 Vladímir Putin al Kremlin. Intentó mantener las buenas relaciones con sus homólogos occidentales, especialmente con George Bush hijo. «Pude mirar al hombre a los ojos y verle el alma», señaló el tejano sobre su primer reunión en 2001 en Liubliana (Eslovenia). La relación era tan cercana entre ambos países que Moscú fue uno de los primeros países que llamó a la Casa Blanca tras el 11S y ofreció apoyo en la guerra contra el terrorismo.
Años más tarde, en 2005, la relación se había enrarecido entre ambos líderes. Bush, durante su encuentro en Bratislava, la capital de Eslovaquia, dio un discurso sobre valores democráticos que no fue del agrado de su interlocutor. Visiblemente irritado deseó que estas diferencias con Washington no deterioraran las relaciones rusoestadounidenses. Moscú veía con malos ojos las llamadas «revoluciones de colores» que expulsaron del poder a diferentes presidentes en países exsoviéticos como Kirguistán, Georgia y Ucrania y que creían provocadas por la CIA.

La nueva ruptura

Barack Obama conversando con su homólogo, Dimitri Medvédev, durante la Cumbre sobre Seguridad Nuclear en Seúl

EFE

Llegaron dos nuevos jugadores al tablero en 2008: Dmitri Medvédev en el Kremlin y Barack Obama en la Casa Blanca. Dos líderes dinámicos que parecía que buscaban modernizar sus respectivos países, aunque en el caso de Rusia, el que llevaba la voz cantante seguía siendo Putin. En abril de 2010 se reunieron en Praga ambos mandatarios para firmar un nuevo acuerdo de reducción de armas. Se llamaba New Start, Nuevo Inicio en español, algo simbólico que buscaba reforzar la nueva relación entre ambos estados tras años de rivalidad y que ya sufrió algunos momentos de tensión por las revoluciones de colores y la guerra rusogeorgiana de 2008.
El tratado suponía una disminución del arsenal nuclear de los dos estados. En aquella reunión, Obama y Medvedev mostraron una buena relación y hablaron de la amistad entre sus países.
Esa dinámica se rompió en 2014 tras la revolución del Maidán en Ucrania, la guerra del Donbás y la anexión rusa de Crimea, el punto de inflexión que supuso la expulsión de Rusia del G8 y las primeras sanciones contra Rusia de Occidente. En 2016 el demócrata tuvo la oportunidad de mirar a Putin a los ojos cuando coincidieron en una reunión del G20 en Pekín y a diferencia de Bush, vio una mirada fría. En ese encuentro el estadounidense le comentó a su homólogo ruso que conocía las interferencias rusas en la campaña electoral y le pidió abiertamente que dejara de hacerlo.
Años más tarde, el hombre en la Casa Blanca cambió. Donald Trump quiso acercarse a Rusia e intentó mantener una buena relación personal con Putin. El ejemplo más claro de esta sintonía se vivió en 2018 en Helsiniki. Ambos líderes se encontraron en la capital de Finlandia y conversaron de diferentes temas como los conflictos de Ucrania y Siria y la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses. Tras el encuentro el magnate neoyorquino fue duramente criticado por su poca dureza con su homólogo y por su buena sintonía con este, incluso por otros políticos estadounidenses como John McCain.

Sin acuerdos con Biden

El expresidente Joe Biden junto a Vladimir Putin, antes de la cumbre entre Estados Unidos y Rusia en Ginebra, en junio de 2021

AFP

El último mandatario estadounidense que tuvo un cara a cara con Putin fue Joe Biden en 2021. Meses antes de su reunión en Ginebra, Suiza, ya tildó al exagente del KGB de «asesino», algo que ya decía mucho de lo que podía esperarse de este encuentro. Aunque se trataron temas relevantes como la ciberseguridad, las preocupaciones estadounidenses por el trato a la oposición rusa y el control de armas.
Desgraciadamente no se llegó a ningún acuerdo sólido sobre estos temas. El mundo entero miraba a los Alpes suizos porque había indicios de lo que estaba por suceder en febrero de 2022 cuando finalmente Rusia empezó la guerra contra Ucrania.
El próximo en reunirse de nuevo con Putin será Donald Trump este 15 de agosto, una fecha en la que el republicano quiere poner fin a la guerra de Ucrania.

Yihad Islámica difunde un segundo vídeo de un rehén secuestrado en Gaza

01/08/2025

Actualizado a las 08:53h.

El ala militar de Yihad Islámica, las Brigadas Al Quds, ha difundido este jueves un vídeo de Rom Braslavski, que fue secuestrado por las milicias palestinas en el festival de música Nova durante los ataques del 7 de octubre, el segundo que publica de este rehén desde el pasado mes de abril.
En el vídeo difundido por la milicia palestina, Braslavski, de 21 años y procedente de Jerusalén, parece estar llorando. El joven aparece demacrado y muy pálido en la grabación de seis minutos de duración que el grupo dice haber tomado «días antes de perder contacto con» él.

Como en la ocasión anterior, el rehén pide al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que logre su liberación, del que ahora dice «es responsable de» su deterioro, según ha recogido ‘Filastin’, diario afín al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás). «No como ni bebo. Por favor, traigan comida, porque me muero de hambre (…) Me temo que no saldré vivo de Gaza», añade.
La familia de Braslavski ha señalado a través del Foro de Familiares de Rehenes y Desaparecidos que se encuentran «profundamente conmocionados» y ha lamentado que «la gente habla mucho de lo que está pasando en Gaza».

La Justicia de EE.UU. impide a Trump deportar a 60.000 inmigrantes de Honduras, Nicaragua y Nepal

01/08/2025

Actualizado a las 09:19h.

Un tribunal de Estados Unidos ha suspendido la eliminación del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para unos 60.000 ininmigrantes procedentes de Honduras, Nicaragua y Nepal, lo que impide a la Administración del presidente Donald Trump deportarlos a sus países de origen de momento a pesar del recrudecimiento de las políticas migratorias.
A pesar de que la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, había asegurado previamente que las condiciones en los países de origen de estos ininmigrantes ya no justificaban este tipo de protección a la hora de ser deportados, la corte del estado de California ha bloqueado la supresión de esta medida a tan solo unos días de que entrara en vigor.

En el caso de Nepal, estaba previsto que el TPS –que afecta a unos 7.000 inmigrantes– finalizara el 5 de agosto, mientras que en el hondureño –que beneficia a 51.000 personas y les permite trabajar en el país durante 25 años– expiraba el 8 de septiembre. El caso nicaragüense afecta a 3.000 ciudadanos y llegaba a término en esa misma fecha.

La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ha destacado que la medida ha sido ampliada hasta el mes de noviembre y ha afirmado que el país «seguirá dando apoyo a sus ciudadanos». «Mi equipo de Gobierno acompañará de forma total, constante y firme, la defensa de sus derechos, reconociendo al mismo tiempo los esfuerzos de sus organizaciones y su extraordinaria, sensible e incansable lucha», ha apuntado en un mensaje de X.

Entran en vigor los aranceles de Trump entre castigos políticos

Triunfante en su estrategia de presión arancelaria y respaldado por una economía en expansión, Donald Trump ha intensificado durante las últimas semanas su ofensiva internacional con una oleada de aranceles, acuerdos bilaterales y más negociaciones aceleradas ante el importante plazo que expira este viernes, … 1 de agosto. Se consuma este verano una transformación estructural: la política exterior de Estados Unidos ha dejado de estar guiada por consideraciones diplomáticas o de seguridad para convertirse, de forma abierta, en una herramienta de política comercial.
Desde Asia hasta América Latina, los que eran socios estratégicos de la Casa Blanca se enfrentan a nuevos aranceles o han visto forzados a pactar condiciones favorables para el mercado estadounidense, mientras el presidente exhibe su capacidad de imponer condiciones con resultados tangibles. Crecimiento del 3% en el segundo trimestre, inflación del 2,7%, desempleo del 4,1%.
Mezclando la política con la economía, Trump ha vinculado el reconocimiento diplomático de Palestina a estrategia comercial. Así, tras advertir de que será «muy difícil» alcanzar un acuerdo con Canadá después de que su primer ministro anunciara la intención de reconocer el Estado palestino si se cumplen ciertas condiciones, Trump impuso aranceles del 35% a las exportaciones canadienses, dejando claro que EE.UU. ya no separa la política exterior de la presión económica. De los aranceles no se ha escapado ni Israel, uno de sus pocos aliados entusiastas, que soportará tasas al 15% en sus exportaciones

La advertencia llegaba a pocas horas de ese plazo límite que el propio Trump fijó para renegociar acuerdos comerciales con más de una veintena de países. En principio, hoy entra en vigor una nueva ronda de aranceles, algunos de hasta el 50%, como parte de su estrategia de presión bilateral. La fecha simboliza lo que Trump ha llamado el fin del multilateralismo comercial y el inicio de una etapa de acuerdos condicionados, caso por caso, según los intereses económicos y políticos de EE.UU.

Acuerdo con Corea del Sur

Con Corea del Sur, un acuerdo llegó ‘in extremis’. A pocas horas de que expirara el plazo, Trump anunció que Seúl aceptaba una rebaja del arancel previsto del 25% al 15%, a cambio de un compromiso de inversión directa por valor de 350.000 millones de dólares en sectores clave como astilleros, semiconductores y energía. Además, Corea del Sur se comprometió a comprar 100.000 millones en gas natural estadounidense. El pacto, negociado a contra reloj, fue confirmado por el presidente surcoreano Lee Jae-myung, quien celebró haber eliminado la incertidumbre arancelaria y garantizado condiciones competitivas frente a otros exportadores.
Queda clara la estrategia de Trump estos meses: ofensiva con amenaza de aranceles exorbitantes, en algunos casos cercanos o superiores al 100%, negociación acelerada y acuerdo con una horquilla de entre el 15% y el 20% a socios con los que antes se buscaba el libre comercio, eso sí, sin nuevos impuestos para los exportadores estadounidenses.
El precedente inmediato fue el acuerdo cerrado en Escocia entre Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En el club de golf Trump de Turnberry, ambos pactaron una rebaja arancelaria que evitó la imposición inmediata de aranceles del 15% a productos europeos. A cambio, la Unión Europea se comprometió a aumentar sus importaciones de energía y tecnología estadounidenses, además de abrir la puerta a una mayor cooperación industrial. Fue un gesto estratégico: Trump convirtió un escenario privado en el epicentro de la diplomacia comercial, dejando claro que el acceso al mercado estadounidense depende ahora de pactos bilaterales bajo sus propias condiciones.

Juicio contra Bolsonaro

Con Brasil, Trump combinó su agenda comercial con una ofensiva de puro corte político. Anunció aranceles del 50% sobre más de la mitad de las exportaciones brasileñas como represalia por el juicio contra Jair Bolsonaro, a quien considera víctima de una «caza de brujas». Además, impuso sanciones personales contra el juez Alexandre de Moraes, encargado del proceso judicial, acusándolo de violar derechos humanos y perseguir a aliados de Washington. Fue una intervención directa en los asuntos internos de la otra potencia económica del continente americano, justificada por motivos políticos y canalizada a través de medidas económicas.
Sin embargo, el alcance real de las sanciones quedó notablemente descafeinado. Productos clave como aviones, energía, metales y fertilizantes quedaron exentos de los aranceles más altos, en respuesta a la presión de empresas estadounidenses y negociaciones discretas del Gobierno brasileño. La medida, aunque simbólicamente agresiva, dejó fuera sectores estratégicos, y el impacto económico se estima en un arancel medio del 30%. Brasil evitó así el peor escenario, mientras Trump pudo presentar la decisión como un castigo político sin provocar una ruptura comercial total.
Con la India, Trump impuso un arancel del 25% a todas las importaciones, tras semanas de negociaciones fallidas con el Gobierno de Narendra Modi, amigo suyo. Alegó dos motivos: el persistente superávit indio con EE.UU. –cercano a los 46.000 millones de dólares– y la estrecha relación de Nueva Delhi con Moscú, especialmente por la compra de crudo y armamento. Aunque la India había hecho concesiones en sectores como automóviles, electrónica y alcohol, el acuerdo no llegó a cerrarse antes del plazo. El golpe afecta directamente a sectores como las farmacéuticas, tecnología y agroindustria, y amenaza con encarecer productos clave para el consumidor estadounidense.
Así, Trump ha activado una nueva herramienta de presión: las llamadas sanciones secundarias contra los socios comerciales de Rusia. Desde principios de julio, ha advertido de que países que mantengan o aumenten sus importaciones de energía o armas rusas podrían enfrentarse a aranceles de hasta el 100%. Aunque estas medidas no se canalizan a través del Tesoro, como las sanciones tradicionales, tienen un efecto similar: castigar el comercio con terceros países por vínculos con Moscú.

Trump ha activado una nueva herramienta de presión: las llamadas sanciones secundarias contra los socios comerciales de Rusia

La India, que importa más de un tercio de su petróleo de Rusia, figura en el centro de esta amenaza, al igual que China y, en menor medida, Turquía. El objetivo de Trump es forzar un aislamiento total del Kremlin por su invasión de Ucrania, usando el acceso al mercado estadounidense como moneda de presión. Como el volumen de comercio de Rusia con EE.UU. es nimio, la vía preferente de Washington es golpear a sus socios en el bloque de los BRICS: Brasil, India, China y Sudáfrica.