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De la 'perestroika' a la tensión por Ucrania: las complejas cumbres entre EE.UU. y Rusia en los últimos 40 años

En las últimas tres décadas solo cinco hombres han liderado Rusia. Una de sus tareas más complicadas, con toda clase de altibajos, ha sido lidiar con sus homólogos estadounidenses, los siete líderes de una potencia que rivalizaba con el país euroasiático. Mientras algunos como Mijaíl … Gorbachov y Boris Yeltsin han gozado de buena sintonía con los mandatarios estadounidenses, Vladímir Putin ha tenido una experiencia más compleja.
Estados Unidos y Rusia pasaron la mayor parte del siglo XX como rivales políticos. Se repartieron la mayor parte del mundo. Ronald Reagan llegó a tildar durante su mandato a la Unión Soviética del «imperio del mal». Esa actitud, sin embargo, cambió cuando llegó un soplo de aire fresco al Kremlin, el renovador Gorbachov con la ‘perestroika’, el plan de regeneración de la URSS que buscaba modernizar y democratizar el país.
Era noviembre de 1985 y hacía ocho años que no había una cumbre entre los líderes de las dos superpotencias cuando se reunieron en Ginebra. Fue una sorpresa que se celebrara, especialmente en Washington. La reunión fue más relevante por el simbolismo que por lo acordado, debido a la actitud conciliadora de ambas partes. Mientras Gorbachov apuntó entonces en la rueda de prensa conjunta que «se habían puesto los primeros ladrillos, que se había hecho un nuevo comienzo, una nueva fase había empezado», Reagan lo apuntaló asegurando que lo que habían hablado beneficiaría «no solo a toda la gente del mundo, incluso a los que todavía no han nacido».

El fin de la Guerra Fría

George H. W. Bush y Mijail Gorbachov en la cumbre de Malta, donde pusieron final a la Guerra Fría, tras la caída del Muro de Berlín

ABC

Esos primeros ladrillos que pusieron EE.UU. y la URSS cimentaron el nuevo futuro que estaba por venir. A Gorbachov aún le quedaban encuentros importantes con líderes estadounidenses. El primero de ellos fue en octubre de 1986 con el mismo Reagan. En aquella ocasión, lo más relevante fue lo que se puso sobre la mesa: el desarme nuclear. En Reikiavik, la capital de Islandia, ambos mandatarios discutieron la base del acuerdo que firmarían un año más tarde, el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, que limitaba la presencia de misiles de corto y medio alcance en Europa.
Años más tarde, en diciembre de 1989, el que fuera el único presidente de la Unión Soviética (sus predecesores usaban otro término) se reunió con George Bush padre en el buque Maksim Gorki atracado en las cercanías de Malta. Allí medios como ‘The Guardian’ apuntaron entonces que con esa reunión se había acabado la Guerra Fría. Pocas semanas después el muro de Berlín cayó. Pronto, en 1991, también llegó el fin de la Unión Soviética. La ‘perestroika’ de Gorbachov no fue capaz de hacer frente a todos los problemas soviéticos y se disolvió.

La llegada del capitalismo a Rusia

Boris Yeltsin junto a Bill Clinton antes de una reunión bilateral celebrada en Denver en junio de 1997

REUTERS

El primer presidente elegido democráticamente de la Federación Rusa fue el entonces popular Yeltsin. Rusia sufrió con la llegada del capitalismo por la dureza de sus privatizaciones mientras intentaba consolidar su democracia. Este expresidente es actualmente despreciado por sus compatriotas por su ineficacia a la hora de gobernar y su alcoholismo evidente. En 1999 tenía menos de un 3% de aprobación.
Uno de los momentos más relevantes de su carrera fue un encuentro con el demócrata Bill Clinton en septiembre de 1998 en la capital rusa. Durante el mismo se movió de forma errática y con la voz pastosa. Su homólogo estadounidense no le criticó abiertamente pero en grabaciones privadas se reía junto con su equipo sobre la ebriedad del mandatario ruso, al que ya vieron durante una visita en Washington en 1995 intentando pedir una pizza en ropa interior cerca de la residencia para huéspedes de la Casa Blanca. Aun así ambos líderes consiguieron en Moscú firmar un importante acuerdo en 1998 según el que aceptaban compartir información sobre el lanzamiento de misiles para evitar una guerra nuclear accidental.

La llegada de Putin

El entonces presidente, George W. Bush, junto a su homólogo Vladímir Putin, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en septiembre de 2005

AFP

Tras Yeltsin, llegó en 1999 Vladímir Putin al Kremlin. Intentó mantener las buenas relaciones con sus homólogos occidentales, especialmente con George Bush hijo. «Pude mirar al hombre a los ojos y verle el alma», señaló el tejano sobre su primer reunión en 2001 en Liubliana (Eslovenia). La relación era tan cercana entre ambos países que Moscú fue uno de los primeros países que llamó a la Casa Blanca tras el 11S y ofreció apoyo en la guerra contra el terrorismo.
Años más tarde, en 2005, la relación se había enrarecido entre ambos líderes. Bush, durante su encuentro en Bratislava, la capital de Eslovaquia, dio un discurso sobre valores democráticos que no fue del agrado de su interlocutor. Visiblemente irritado deseó que estas diferencias con Washington no deterioraran las relaciones rusoestadounidenses. Moscú veía con malos ojos las llamadas «revoluciones de colores» que expulsaron del poder a diferentes presidentes en países exsoviéticos como Kirguistán, Georgia y Ucrania y que creían provocadas por la CIA.

La nueva ruptura

Barack Obama conversando con su homólogo, Dimitri Medvédev, durante la Cumbre sobre Seguridad Nuclear en Seúl

EFE

Llegaron dos nuevos jugadores al tablero en 2008: Dmitri Medvédev en el Kremlin y Barack Obama en la Casa Blanca. Dos líderes dinámicos que parecía que buscaban modernizar sus respectivos países, aunque en el caso de Rusia, el que llevaba la voz cantante seguía siendo Putin. En abril de 2010 se reunieron en Praga ambos mandatarios para firmar un nuevo acuerdo de reducción de armas. Se llamaba New Start, Nuevo Inicio en español, algo simbólico que buscaba reforzar la nueva relación entre ambos estados tras años de rivalidad y que ya sufrió algunos momentos de tensión por las revoluciones de colores y la guerra rusogeorgiana de 2008.
El tratado suponía una disminución del arsenal nuclear de los dos estados. En aquella reunión, Obama y Medvedev mostraron una buena relación y hablaron de la amistad entre sus países.
Esa dinámica se rompió en 2014 tras la revolución del Maidán en Ucrania, la guerra del Donbás y la anexión rusa de Crimea, el punto de inflexión que supuso la expulsión de Rusia del G8 y las primeras sanciones contra Rusia de Occidente. En 2016 el demócrata tuvo la oportunidad de mirar a Putin a los ojos cuando coincidieron en una reunión del G20 en Pekín y a diferencia de Bush, vio una mirada fría. En ese encuentro el estadounidense le comentó a su homólogo ruso que conocía las interferencias rusas en la campaña electoral y le pidió abiertamente que dejara de hacerlo.
Años más tarde, el hombre en la Casa Blanca cambió. Donald Trump quiso acercarse a Rusia e intentó mantener una buena relación personal con Putin. El ejemplo más claro de esta sintonía se vivió en 2018 en Helsiniki. Ambos líderes se encontraron en la capital de Finlandia y conversaron de diferentes temas como los conflictos de Ucrania y Siria y la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses. Tras el encuentro el magnate neoyorquino fue duramente criticado por su poca dureza con su homólogo y por su buena sintonía con este, incluso por otros políticos estadounidenses como John McCain.

Sin acuerdos con Biden

El expresidente Joe Biden junto a Vladimir Putin, antes de la cumbre entre Estados Unidos y Rusia en Ginebra, en junio de 2021

AFP

El último mandatario estadounidense que tuvo un cara a cara con Putin fue Joe Biden en 2021. Meses antes de su reunión en Ginebra, Suiza, ya tildó al exagente del KGB de «asesino», algo que ya decía mucho de lo que podía esperarse de este encuentro. Aunque se trataron temas relevantes como la ciberseguridad, las preocupaciones estadounidenses por el trato a la oposición rusa y el control de armas.
Desgraciadamente no se llegó a ningún acuerdo sólido sobre estos temas. El mundo entero miraba a los Alpes suizos porque había indicios de lo que estaba por suceder en febrero de 2022 cuando finalmente Rusia empezó la guerra contra Ucrania.
El próximo en reunirse de nuevo con Putin será Donald Trump este 15 de agosto, una fecha en la que el republicano quiere poner fin a la guerra de Ucrania.

Trump enfría la cumbre con Putin en Alaska: «La decisiva será la siguiente»

Donald Trump rebajó este jueves las expectativas de su encuentro con Vladímir Putin en Alaska, al afirmar que la cita de este viernes «prepara la segunda reunión» y que será esa, la siguiente, la que resulte decisiva para lograr un acuerdo de paz. « … La segunda reunión va a ser muy, muy importante, porque será en la que se alcance un pacto», dijo el presidente de Estados Unidos, dejando claro que no espera concesiones inmediatas del líder ruso.
Ha sido un giro importante respecto a las expectativas creadas por la propia Casa Blanca, que había presentado el mero hecho de que Trump y Putin se reúnan como un logro. Sin embargo, las señales enviadas por el Kremlin estos días muestran una evidente falta de acuerdo sobre el origen y el propósito de la cita. Mientras Trump asegura que será «el inicio de la paz», Putin insiste en que se abordarán cuestiones de la relación bilateral, el comercio y otros asuntos, además de Ucrania. El líder ruso no cede ni muestra flexibilidad. En Moscú, los medios oficialistas revelan que Putin ni se plantea firmar nada.
Trump partirá este viernes rumbo a Alaska, en un vuelo directo de unas ocho horas desde Washington. El encuentro con Vladímir Putin está previsto para poco después de las 11.30 hora local de Alaska, las 21.30 de la noche en Madrid, en la base militar conjunta Elmendorf-Richardson, en Anchorage. Será la primera vez en más de cinco años que ambos líderes se vean cara a cara. Tras la reunión, ofrecerán una comparecencia conjunta ante la prensa. Zelenski, será un espectador desde la distancia, como el resto del mundo.

Trump señaló en una conversación con la prensa en el Despacho Oval que esa eventual segunda cita podría incluir al presidente ucraniano, Zelenski, y tal vez a algunos líderes europeos. «Me interesa más un acuerdo de paz inmediato, conseguir la paz rápido. Según lo que ocurra en mi reunión, voy a llamar al presidente Zelenski y que venga a donde vayamos a reunirnos», explicó. Añadió que «Putin quisiera un acuerdo de paz» y que confía en que Zelenski también la busque: «Si se pueden entender, será fantástico».
El presidente dijo que su objetivo principal es «salvar miles de vidas» de soldados rusos y ucranianos, y recordó que la última semana «murieron más de 7.000, en su mayoría militares». Aseguró que Estados Unidos ya no envía ayuda económica directa a Kiev, sino que proporciona armamento pagado «al 100%» por la OTAN, a la que, según él, elevó su gasto del 2% al 5% del PIB. Dijo que la alianza le debe unos 2.000 millones de dólares por equipos ya entregados, y que como parte de los acuerdos firmados Washington ha asegurado el acceso durante años a tierras raras como compensación por el gasto realizado.

Imagen de poder

Putin llegará a Alaska este viernes desde espacio aéreo ruso, en un itinerario calculado para evitar cualquier riesgo de detención por la orden de arresto emitida por el Tribunal Penal Internacional, que Estados Unidos no reconoce ni aplica. Será su primera visita a territorio estadounidense desde 2015, un gesto que, por sí solo, marca un cambio de escenario para un dirigente convertido en todo un paria internacional desde que decidiera invadir Ucrania en 2023.
La llegada, cuidadosamente planificada, le permitirá proyectar una imagen de poder y legitimidad que no había mostrado desde el inicio de la guerra, y que busca reforzar ante sus aliados y frente a sus adversarios. En Anchorage, Putin no solo se sentará cara a cara con Trump, sino que entrará en un espacio geopolítico que, hasta ahora, le había estado cerrado.
Además, gracias a los recientes matices de Trump, todo depende ahora de él: si habrá un segundo encuentro, si este contará con Zelenski, si se dejará acudir a unos líderes europeos que ahora mismo no son más que valedores del mandatario ucraniano.

La base militar de Alaska donde tendrá el encuentro entre Trump y Putin

Afp

Para Trump, el simple hecho de que Putin viaje a Alaska ya constituye una concesión significativa. «Escuché a CNN decir que era una gran victoria para él venir aquí. Normalmente dirías lo contrario», afirmó el presidente, rechazando la idea de que el desplazamiento beneficie únicamente al líder ruso. Según Trump, la presencia de Putin en Anchorage es fruto de su propia gestión y no consecuencia de la resistencia ucraniana ni de la incapacidad del Kremlin para tomar Kiev militarmente. «Si yo no fuera presidente, habría tomado toda Ucrania», aseguró. A su juicio, la guerra «nunca debió ocurrir» y no habría comenzado bajo su mandato.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump se ha reunido al menos en tres ocasiones con Zelenski. La más sonada fue en el Despacho Oval, donde le presentó un acuerdo para la explotación de tierras raras como condición para una paz rápida y duradera con Rusia. Aquel día, ante las cámaras, la negociación derivó en un intercambio de reproches, pero el pacto se firmó. Sin embargo, la promesa de Trump de lograr la paz «en horas, como mucho en días» no se ha cumplido.

Para la Casa Blanca, ya es toda una concesión que el presidente de Rusia acepte volar a terreno estadounidense

El principal obstáculo ha sido el reparto territorial. Trump sostiene que Ucrania debe ceder parte de las zonas ocupadas, pero no ha sido igual de explícito sobre las concesiones que, en su opinión, debería hacer Putin, si es que considera que debe hacer alguna.
Tampoco es que Trump se oponga a la paz. La persigue activamente y la ha convertido en un eje de su campaña, en parte vinculada a su ambición declarada de recibir el Premio Nobel de la Paz. No es una broma, aunque él mismo lo presente a veces con ironía: en numerosas intervenciones recientes ante los medios, ha dedicado largos pasajes a explicar por qué considera que lo merece y cómo sus esfuerzos de mediación internacional lo avalan.
El presidente presentó su política exterior como una cadena de éxitos: «En poco más de seis meses he resuelto seis guerras», dijo, mencionando conflictos en el Congo, entre Ruanda y Uganda, y entre India y Pakistán. Aun así, describió la guerra de Ucrania como «la más difícil» y reiteró que nunca habría comenzado bajo su presidencia: «Esta es la guerra de Biden, no mi guerra. Yo quiero detener las muertes».

En el búnker de la primera línea de defensa ante Rusia

Los mayores combates de la guerra se sitúan en la dirección de Pokrovsk. Entre los defensores ucranianos que trabajan sin descanso para contener a los invasores rusos se encuentra Gregor. Con solo 32 años, es comandante de un batallón mecanizado de la Brigada 33. … Su base militar está oculta no demasiado lejos de la línea de contacto. Fuera, el sol cae a plomo y los estruendos de las explosiones no cesan. Varios monitores de grandes pulgadas muestran en tiempo real cualquier movimiento que se produzca en su área de control. «Mi tarea es mantener la primera línea de defensa. Básicamente, cubrimos una zona determinada. Hacemos vigilancia y, si es necesario, decidimos si hay que atacar y cómo. Estamos constantemente comunicados con los pilotos de drones, con las unidades de ataque y reconocimiento, y con comandantes de compañía».
Gregor se había retirado del servicio activo de las Fuerzas Armadas de Ucrania más de un año antes de la invasión a gran escala. Cuando las columnas blindadas de Putin atravesaron las fronteras ucranianas en 2022, volvió a la lucha. Empezó como soldado raso hace más de una década y, en los más de tres años de conflicto armado, estuvo en los puntos más complicados de un frente que abarca más de mil kilómetros. «Esta guerra se está transformando muy rápido. Fui herido y, después de seis meses de recuperación, volví al frente y todo había cambiado», explica el oficial.
Rusia ha desplegado, según fuentes de la Inteligencia ucraniana, más de 110.000 soldados en el frente de Pokrovsk. La estratégica localidad del sur de la región de Donetsk es un punto clave para el Ejército ucraniano, que impide al enemigo lanzarse hacia el norte de la región y penetrar en la provincia de Dnipropetrovsk. Los rusos se conjuran para tratar de cortar la logística ucraniana en la zona. Atacan y vigilan sistemáticamente las carreteras que atraviesan el Donetsk libre. Drones de ambos bandos dominan ahora los cielos.

En los últimos cuatro días, una infiltración enemiga de diez kilómetros en paralelo a la ciudad de Dobropilia amenaza una de las importantes rutas de abastecimiento para los defensores en el sur de Donetsk. La actual situación en el frente, a pesar de que Kiev afirma haber logrado contener la brecha, va a ser utilizada por Putin en su próximo encuentro con Trump para tratar de situar a Ucrania en una posición de debilidad.

Las técnicas rusas se han transformado para adaptarse a una nueva realidad donde los drones tienen un papel protagonista y letal. «Antes, ellos intentaban penetrar la línea del frente con grupos pequeños; ahora intentan penetrar aún más para interrumpir la logística y desmoralizar [a nuestras tropas]. Pero siguen utilizando grupos de asalto pequeños y mal entrenados, con grandes pérdidas. Avanzan en grupos mal coordinados de dos o tres hombres, y debido a una planificación deficiente, sufren enormes bajas». El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, afirmó el pasado miércoles que las pérdidas diarias de Rusia triplican a las ucranianas. El mandatario destacó que el promedio de bajas entre las tropas enemigas llega al millar diario.

Uso masivo de drones

Los enfrentamientos en tierra tienen ahora su réplica en los cielos con la proliferación de drones de ambos bandos. La infantería sigue siendo clave para el control del territorio y está en el punto de mira de los aparatos voladores que acosan y vigilan las veinticuatro horas. «Intentamos aumentar las probabilidades al máximo y reducir los riesgos para nuestros soldados. Básicamente, el objetivo es salvar vidas», enfatiza Gregor.
Las tropas de Zelenski adolecen de falta de personal y este es un problema crónico para el país. «La ofensiva sigue requiriendo mucha infantería para defenderse. Los drones ayudan mucho, pero un soldado sigue siendo imprescindible», añade el comandante. El jefe del Ejército de Ucrania afirmó a principios de agosto que Moscú está enviando un total de 9.000 soldados a las líneas del frente. «El liderazgo ruso tiene como objetivo formar diez nuevas divisiones para finales de año; dos ya han sido creadas», manifestó el comandante en jefe de Ucrania.

«Aquí, si cometes un error, puede afectar a la vida de una persona»

Gregor
Comandante ucraniano

Ucrania fue pionera en el uso de los vehículos aéreos no tripulados. Estos aparatos se utilizan para atacar o realizar labores logísticas y de reconocimiento. Pero Rusia no se ha quedado atrás en la adaptación y mejora de esta tecnología. «Se está creando una ‘zona de muerte’ de 5 a 10 kilómetros desde la línea de contacto, donde es muy difícil sobrevivir. En algunos lugares, esta área llega a los 20 kilómetros. El cambio es muy rápido. Incluso hace dos meses aún se podía llegar sobre blindados hasta la línea delantera. En estos momentos no es efectivo», explica el comandante.
Las fuerzas del Kremlin están aplicando la máxima presión con vistas al encuentro de Donald Trump y Vladímir Putin en Alaska este viernes. Las noticias también recorren el frente, pero desde aquí la atención no se aparta de las pantallas. «Creo que es más eficaz centrarse en lo que puedes controlar, en lo que puedes tener impacto. Aquí, si cometes un error, puede afectar a la vida de una persona», finaliza Gregor.

Polonia exige movimientos visibles a Zelenski a cambio de mantener su apoyo a la adhesión de Ucrania a la UE y a la OTAN

El presidente electo de Polonia, Karol Nawrocki, ha instado a Ucrania a tomarse en serio los asuntos bilaterales pendientes, en su primera llamada oficial con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Aunque limitado, el papel del presidente de Polonia tiene importantes atribuciones en … política exterior, como la representación oficial del Estado, la capacidad de ratificación y renuncia de los tratados internacionales que negocie el Gobierno, y el nombramiento y destitución de embajadores y representantes plenipotenciarios.
A pocos días de su toma de posesión, prevista para el 6 de agosto, Nawrocki endurece el tono con Polonia y exige visibles movimientos de Zelenski a cambio de mantener el apoyo polaco a la adhesión de Ucrania a la UE y a la OTAN. Tras este contacto al máximo nivel, las relaciones bilaterales quedan centradas especialmente en la futura participación de Polonia reconstrucción de Ucrania y en su integración europea.
Nawrocki, respaldado por el partido opositor nacionalista Ley y Justicia (PiS), ganó las elecciones presidenciales del pasado 1 de junio, tras prometer que adoptaría una postura más dura con Ucrania en relación a Polonia y a su candidatura a miembro la UE y la OTAN. El principal asunto histórico pendiente entre ambos países es la masacre de Volinia, durante la Segunda Guerra Mundial, en la que miles de polacos fueron asesinados por el Ejército Insurgente Ucraniano. Polonia lleva tiempo pidiendo a Ucrania una postura más conciliadora y avances en las exhumaciones de víctimas.

Otras diferencias actuales entre los dos países pertenecen al ámbito económico, como la exportación de cereales ucranianos. Polonia se opuso a la decisión de la UE de levantar el embargo a estos productos, alegando graves perjuicios para sus agricultores y esto llevó a un cierre de fronteras y una denuncia de Ucrania ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Estas tensiones han terminado afectando al suministro de armas y ayuda humanitaria, con interrupciones temporales por presión política interna en Polonia, y al trato a los refugiados ucranianos en Polonia. Desde el inicio de la invasión rusa en 2022, más de 9,5 millones de ucranianos cruzaron la frontera hacia Polonia. Casi 8 millones de ellos han regresado a su país, principalmente mujeres y niños, y actualmente alrededor de millón y medio de ucranianos permanecen refugiados en territorio polaco.
«Karol Nawrocki subraya que representa la voz de la nación, que exige un cambio en la postura de Ucrania respecto a importantes cuestiones históricas aún sin resolver. Esto tiene que cambiar«, ha interpretado el contenido de esa primera llamada telefónica entre los dos presidentes vecinos el portavoz de Nawrocki, Rafal Leśkiewicz. Aunque Nawrocki comparte muchas opiniones políticas con el presidente polaco saliente Andrzej Duda, su tono contrasta fuertemente con el de su predecesor, que ha sido uno de los aliados más cercanos de Zelenski.
Durante la conversación, Nawrocki enfatizó que la cooperación debe basarse en «el respeto mutuo y la asociación genuina». »El presidente electo confirmó el apoyo continuo a Ucrania por parte de Polonia en relación con la guerra en curso«, ha añadido el portavoz, que no ha dudado en declarar que «Rusia es un estado neoimperial y colonial, gobernado por un criminal de guerra, Vladímir Putin. Por lo tanto, Ucrania, que lucha contra el régimen del Kremlin, puede contar con el apoyo de Polonia«.
Zelenski, por su parte, aprovechó esta primera llamada telefónica para agradecer a Polonia su respaldo desde el inicio de la invasión. En marzo de 2025, Polonia confirmó la reanudación de entregas de armamento estadounidense a Ucrania a través del aeropuerto de Rzeszów-Jasionka, que es uno de los principales centros logísticos para este tipo de ayuda. «Valoramos todo el apoyo que Polonia ha brindado: militar, político y humanitario. Acordamos intercambiar visitas… y Nawrocki definirá formatos de participación que traerán resultados reales tanto para nuestros países como para nuestros pueblos», ha resumido el contenido de la charla.
Sin embargo, Zelenski no ha señalado avances concretos previsibles en el asunto de las masacres de Volinia, que tuvieron lugar en el territorio ocupado por los nazis de lo que ahora es el oeste de Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial. Los miembros del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) mataron a decenas de miles de polacos, mientras que miles de ucranianos murieron como represalia. Los gobiernos polaco y ucraniano han hecho esfuerzos para abordar ese delicado legado, incluidas exhumaciones e iniciativas conmemorativas.
En enero, el primer ministro polaco Donald Tusk anunció un «gran avance» en los esfuerzos para resolver el asunto, tras las reuniones de los ministros de Exteriores de los dos países de noviembre, pero la campaña de las presidenciales, que se ocupó insistentemente del asunto, enrareció las relaciones entre los dos países. Nawrocki amenaza con hacer del tema el eje de los asuntos bilaterales y con presionar a Varsovia a cambio de apoyo diplomático.

El expresidente Yoon se desnuda delante de un equipo de fiscales para impedir de nuevo su arresto

01/08/2025

Actualizado a las 10:53h.

El expresidente de Corea del Sur Yoon Suk Yeol ha conseguido evitar una nueva orden de arresto al quedarse en calzoncillos en mitad del centro de detención cuando los investigadores se disponían a ejecutar la detención para someterle a un interrogatorio en un caso de tráfico de influencias que se suma a la macroinvestigación a la que está siendo sometido a raíz de su fallida declaración de ley marcial a finales del año pasado.
Yoon ha aprovechado la circunstancia de que los investigadores especiales tenían prohibido hacer uso de la fuerza para que el traslado fuera lo menos traumático posible. En su lugar, «el sospechoso se negó obstinadamente a ser arrestado mientras yacía en el suelo sin siquiera usar una bata de hospital», ha indicado el fiscal especial Oh Jeong Hee en declaraciones recogidas por la agencia oficial de noticias surcoreana Yonhap.

El expresidente, ha indicado, no mostró ninguna intención de cooperar en absoluto, y se dedicó a interrumpir constantemente las declaraciones de los investigadores mientras permanecía tendido en el suelo, en ropa interior y con una camiseta sin mangas. «Ejecutar una orden de arresto no es un proceso de persuasión, pero considerando que es un expresidente, le recomendé que la cumpliera voluntariamente», ha añadido el fiscal.

La citación fue emitida sobre un caso de posible sospechas de abuso de poder por parte del expresidente a favor de su mujer, Kim Keon Hee, con la intermediación del periodista Myung Tae Kyun, acusado a su vez de hacer encuestas gratis para potenciar la figura tanto de Yoon como de su mujer antes de las elecciones presidenciales de 2022.