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Hora de invertir Por Enrique Gómez Abogado y excandidato presidencial

Publicado: marzo 27, 2025, 12:00 pm

Durante décadas todo tipo de empresarios me concedieron el privilegio de asesorarlos como abogado en áreas como derecho societario, contratos, seguros, responsabilidad civil, fraude interno y adquisiciones. También tuve la fortuna de acompañarlos en juntas directivas y comités estratégicos colaborando con el análisis y toma de las grandes decisiones de las empresas.

En estos días, por cuenta de un importante cambio vocacional, cientos, sin exagerar, de empresarios me buscan o convocan para que trate de darles luces respecto de la compleja coyuntura política y sus perspectivas. En grupos grandes, medianos o pequeños trato de ser objetivo, y a veces descarnado, sobre las falencias de nuestro sistema político y trato de “curarlos” de sus simplificaciones y generalizaciones respecto de los problemas, fenómenos y personas que hacen la política y definen la forma y orientación de nuestro estado.

Después de que el gobierno Petro alcanzó, sin duda, su punto más bajo con la declaratoria de conmoción por la gravísima crisis humanitaria del Catatumbo, que por acción y omisión propició, y evidenció ante el país, días después, la incapacidad total e ignorancia de los principios esenciales de gerencia del presidente y el pobre talante humano, ético y profesional de su gabinete, el país entero y su sector productivo empresarial y emprendedor deben hacer una pausa relevante en el camino.

No es la primera vez, que los empresarios han superado crisis y derrumbes institucionales. Hace treinta años éramos una nación fallida. ¡Fue terrible! Pero en esos años de retos inauditos de seguridad, de corrupción política, de va y vienes en política económica, de transformaciones importantes con la tímida apertura que logró el gobierno Gaviria, el empresariado no sucumbió.

Años antes, en medio de las equivocaciones del gradualismo en el desmonte del estado cepalista impuesto por Lleras Restrepo, Colombia sufrió el desabastecimiento interno de petróleo, crisis cambiarias fuertísimas, inflación crónica prevalente por encima del 20% anual, descontrol de la masa monetaria, corrupto control de precios y vivió el lamentable desmonte del mercado público de valores y presenció, en el marco del capitalismo de amigos, como muchos servicios y productos básicos quedaron consolidados, casi siempre a golpe de alcaldada, en manos de pocas familias.

A todo ello ha sobrevivido el empresario. Además ha sobrevivido también a un socialismo hipócrita y soterrado que en lo laboral ha creado, en una expresión reiterada de populismo o demagogia laboral, uno de los regímenes más restrictivos y rígidos para el contrato de trabajo que hace costosísimo y riesgosísimo emplear formalmente. Nuestro caduco Código Sustantivo del Trabajo sigue siendo fuente de privilegio para menos del 25 o 30% de la mano de obra en Colombia. Visto desde el indicador más ácido, la cotización a la seguridad social en pensiones, el empleo informal en el país asciende al 75% de la población económicamente activa. Las complacientes estadísticas del DANE lo sitúan en las fronteras del 50% de esa población dizque para sacar pecho.

Además los empresarios han soportado un estado que crece desaforadamente y que se regodea, sin vergüenza, persiguiendo y regulando cualquier actividad privada. El prurito regulatorio parte de la falsa e indigna premisa de que funcionarios mediocres, muchos de ellos cuota burocrática del gamonal de turno, tienen mayor y mejor conocimiento de lo que es bueno y mejor para el ciudadano, el medio ambiente y el consumidor, y creen saber hacer mejor las cosas que sus regulados. Esta primera premisa suele, con contadas excepciones, ser falsa y se agrega a la segunda premisa de interacción de nuestro estado con el empresario que es la que presume la mala fe sistemática del vigilado. Al tiempo con sus demoras, incongruencias, omisiones como regulador o inspector el funcionario muestra total desprecio por su tiempo, logros y dignidad. Y estas interacciones crecen y aumentan sus ejes temáticos a toda hora y sobre ellas vacila la sombra putrefacta de la corrupción como motivación real y último de los peajes, controles y requerimientos de funcionarios empoderados e impunes.

La defensa de los privilegios sindicales, absurdos e inmorales, de MEJODE, han hecho de la red pública de educación básica e intermedia una vergüenza nacional. Todos los indicadores decaen hace 30 años a la vez que hoy el sector educación en el presupuesto es el más significativo y de más crecimiento. A estas alturas, a pesar de bajar la complejidad de la prueba SABER, cerca del 80% de los educandos en grado once no la pasa. Formamos analfabetas funcionales lo que perjudica la mano de obra que requieren los empresarios.

Pero entonces ¿porque invertir ahora? Porque, por más que Petro haya agravado, en medio de su ineficacia, muchos de estos karmas que venían de antes, creo que la catarsis de Petro por fin va a motivar a la opinión pública a dejar atrás la demagogia barata y a imponer alternativas políticas que conduzcan al estado a ser el verdadero aliado del ciudadano en la creación de ingresos. Tomaremos conciencia de que podemos lograr un país diferente y transformar el estado en un verdadero socio y no un estorbo. Porque saldremos también de esta, es hora de invertir.

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