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En cerca de $12 billones se estiman pérdidas en productividad laboral de Colombia debido al cambio climático, entre 2023 y 2030

Se ha proyectado que el incremento de la temperatura global en 1,5 °C, debido al cambio climático, generaría una pérdida aproximada de 150 horas de trabajo por cada trabajador colombiano en el 2030, debido al aumento de la temperatura y el estrés calórico.

Climate change from drought to green growth

Publicado: julio 1, 2022, 2:45 pm

Es un hecho que vamos a trabajar en un planeta más caliente y tenemos que pensar en los efectos que va a tener sobre la productividad y la vida laboral, para formular estrategias de mitigación del impacto y trazar planes de adaptación de las organizaciones. Este es el llamado que el Consejo Colombiano de Seguridad – CCS está haciendo a los empresarios para que, dentro de los planes de continuidad del negocio y estrategias de resiliencia, contemplen los escenarios de cambio climático y su afectación a los trabajadores.

En mayo de 2022 la Organización Meteorológica Mundial (OMM) señaló que hay un 50 % de probabilidades de que la temperatura media anual del planeta supere transitoriamente en 1,5 ºC los niveles preindustriales, por lo menos en uno de los próximos cinco años.

Los efectos del cambio climático también amenazan la productividad laboral, considerando que esta disminuye cuando la temperatura supera los 24 ºC. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha previsto que el estrés térmico[1] inducirá una reducción del 2,2 por ciento en el número de horas de trabajo en el mundo, para 2030, con un impacto de 2,4 billones de dólares en el PIB mundial.

De hecho, el informe “Trabajar en un planeta más caliente: el impacto del estrés térmico en la productividad laboral y el trabajo decente” de la OIT (2019) señala que, para el caso de Colombia, se perdería en promedio el 0,9 % de las horas de trabajo para el año 2030, siendo la industrias agrícola y de construcción las más afectadas, con un 3,52 % cada una (aun considerando que sus actividades se realicen a la sombra).

Con esta información, el Consejo Colombiano de Seguridad se dio a la tarea de estimar el impacto que este fenómeno generaría en la productividad del país desde el año 2023 hasta 2030. Para ello, consideró el total de trabajadores ocupados en Colombia según reportes del DANE y tuvo en cuenta como base del cálculo el salario mínimo mensual actual, estimando su incremento a partir de los promedios del IPC entre 2009 y 2021.

A partir de estos datos, se realizó una proyección del número de trabajadores (población ocupada), lo cual alcanzaría una cifra de 28 millones de personas para el 2030. Por su parte, se proyectó el valor del salario mínimo, el cual podría estimarse en un valor de un millón trescientos mil pesos para ese año.

De esta forma, tomando el número de trabajadores ocupados para cada año, así como la proyección anual del incremento del salario mínimo (asumiendo que cada trabajador aporta a la economía en promedio lo correspondiente al salario mínimo), se estimó que el costo de las pérdidas de productividad con base  en el 0,9 % de horas perdidas debido al estrés térmico, conlleva a un costo total acumulado para el país que podría ascender a los 11,9 billones de pesos entre 2023 y 2030.

“Para lograr un futuro sostenible y con altos niveles de productividad debemos revisar las prácticas habituales; la gestión de los recursos naturales y las medidas de adaptación y mitigación deben analizarse desde la perspectiva de la resiliencia de las empresas y de la población trabajadora ante los efectos del cambio climático. Es importante considerar mayores inversiones para mejorar el monitoreo y predicciones de los potenciales efectos del cambio climático, fortalecer la gobernanza institucional, la evaluación de riesgos y el intercambio de conocimientos”, señala Adriana Solano Luque, presidenta ejecutiva del Consejo Colombiano de Seguridad.

Adicionalmente, el estrés calórico plantea retos en el abordaje de la seguridad y salud en el trabajo de las empresas, puesto que se torna esencial encontrar mecanismos de adaptación a la variabilidad climática para mantener seguros a los trabajadores y limitar la exposición al calor y la humedad.

Disponibilidad de agua, sequías y productividad

El aumento en las temperaturas globales incide, además, en drásticos cambios en el ciclo del agua, un insumo fundamental en los procesos productivos de las industrias. Se estima que, por cada grado de calentamiento global, aproximadamente un 7 % de la población mundial estará expuesta a una disminución de, al menos, 20 % de los recursos hídricos renovables, de acuerdo con informes de UN-Water.

Por ejemplo, las reducciones en las lluvias sumadas a los cambios en el uso del suelo pueden acelerar e intensificar los procesos de desertificación y pérdida de recursos hídricos con los consecuentes impactos sobre la salud humana, la producción agropecuaria y forestal, la economía y la competitividad regional. En este sentido, no solo se afectaría el acceso al agua como materia prima, sino que también se exacerbarían conflictos por su uso en las comunidades.

El Ideam ha estimado que el 31 % del territorio nacional podrá verse afectado por disminución en las precipitaciones para 2040; así mismo, el 55,6 % de la población nacional de la Región Andina deberán establecer medidas de adaptación al cambio climático para continuar produciendo el 62,1 % del PIB del país.

Aumento del riesgo de desastres y pérdidas económicas

Otro efecto del cambio climático que también tiene incidencia en la productividad de las organizaciones y de los países es el aumento del riesgo de desastres, en mayor medida por los fenómenos climáticos extremos. Al respecto, la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) ha estimado que las pérdidas económicas derivadas de desastres como terremotos, tsunamis, ciclones e inundaciones están alcanzando un promedio de 300 billones de dólares cada año y que, en muchos países, estas pérdidas están creciendo más rápido que su PIB per cápita.

Un análisis del Banco Mundial encontró que, durante el periodo 1960 a 2018, los desastres climáticos redujeron la productividad anual en un promedio de 0,5 %. Incluso, después de tres años de su ocurrencia, los desastres climáticos severos continúan reduciendo la productividad laboral en aproximadamente un 7 %, según la UNDRR.

Además de los escenarios de reducción de lluvias, el Ideam estima que 13 % del territorio nacional podrá verse afectado por grandes aumentos de precipitación en los próximos 25 años. Esto nos pone en escenarios de sequía en unas regiones, así como escenarios de inundaciones, fenómenos de remoción en masa, avenidas torrenciales, entre otros, para las regiones con incremento de lluvias.

“Las empresas son actores clave de la solución en su compromiso de reducir las emisiones de carbono de sus operaciones y cadenas de suministro. Pueden hacerlo de diversas formas: a través de la mejora de su eficiencia energética; la reducción de la huella de carbono de sus operaciones; la inversión en el desarrollo de procesos, productos y servicios climáticamente inteligentes; la implementación de estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático y el fortalecimiento de la resiliencia en sus operaciones, en sus cadenas de suministro y en las comunidades en las que operan”, agrega la presidenta del CCS.

¿Qué deben tener en cuenta las organizaciones para la adaptación al cambio climático?

No es sencillo para las empresas pensar en el cambio climático, más allá de lo que habitualmente han trabajado sobre acciones para la reducción de emisiones. La variación del clima hoy en día es más una certeza que una incertidumbre y por esto estamos haciendo un llamado para la adaptación. Entender los potenciales impactos nos permitirá generar acciones oportunas para el cambio en los procesos productivos, las relaciones laborales y los mecanismos comerciales.

Algunos aspectos que se deberán tener en cuenta para la adaptación al cambio climático son:

  • Considerar los aumentos de temperatura y las pérdidas en horas de trabajo para planificar las tareas, programación de turnos de trabajo y diseño de las operaciones, con el fin de mitigar los impactos en la productividad.
  • Analizar la ubicación de la empresa, sus clientes, proveedores y rutas de movimiento de insumos y productos con base en los escenarios de cambio climático, frente a sequías e inundaciones.
  • Establecer relaciones de colaboración con clientes y proveedores para realizar un planificación de la adaptación de manera conjunta.
  • Incorporar escenarios de riesgos asociados a los fenómenos climáticos extremos en los planes de emergencia y contingencia, tales como incendios, inundaciones, sequías, aumento del nivel del mar, entre otros. Es conveniente hacer extensivos estos planes a los trabajadores, sus familias y lugares de vivienda.
  • En el diseño de la operación y producción se deberá tomar en consideración la resiliencia en las cadenas globales de suministro, así como el desarrollo de cadenas locales que puedan asegurar con mayor certeza el acceso a insumos y materias primas necesarias.
  • La pérdida de biodiversidad, así como la limitación futura del acceso a materias primas, podrá llevar a las empresas a la necesidad de rediseñar su productos, innovar en nuevos modos de producción y a fomentar alternativas para mantener la producción en la medida que permita sostener empleos de calidad y sostener la producción en niveles sostenibles.
  • La industrialización de la producción de alimentos se deberá priorizar en tal medida que se pueden reducir los suelos productivos con la pérdida de áreas productivas por el potencial aumento del nivel del mar y por los periodos de sequías e inundaciones en diferentes regiones del país.
  • Desarrollar instrumentos financieros y de transferencia del riesgo que permitan financiar los procesos de adaptación y respuesta frente a los potenciales efectos del cambio climático.

“Sabemos que no somos un país con una alta relevancia en la generación de gases de efecto invernadero, pero sí estamos dentro de las regiones principalmente impactadas por el cambio climático. La posible afectación por la disponibilidad de agua, la afectación de los ecosistemas y los eventos climáticos extremos serán nuestro día a día, por eso el llamado es a prepararnos, adaptarnos y ser resilientes frente a un futuro complejo, cambiante y lleno de retos, así como cargado de oportunidades de demostrar nuestras capacidades como especie, para lograr sobrepasar los límites que la realidad nos plantea”, concluye Solano, presidenta del CCS.

[1] El estrés térmico corresponde a la carga neta de calor a la que los trabajadores están expuestos y que resulta de la contribución combinada de las condiciones ambientales del lugar donde realiza la tarea, la actividad física que ejecuta y las características de las prendas que porta. Un nivel de estrés térmico medio o moderado puede dificultar la realización del trabajo, pero cuando se aproximan a los límites de tolerancia del cuerpo humano, aumenta el riesgo de trastornos derivados de la exposición al calor como agotamiento, deshidratación y golpes de calor.

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