Publicado: noviembre 9, 2019, 3:00 pm
“Me permito informar que he aceptado la renuncia del ministro de Defensa, Guillermo Botero. En nombre de los colombianos y mi equipo de gobierno quiero agradecerle por su compromiso, sacrificio y liderazgo. Gracias a su gestión logramos excelentes resultados en estos 15 meses”, dijo el presidente, Iván Duque, el revelar la caída de un alfil proveniente de las entrañas del uribismo a pesar de su origen gremial (Fenalco).
La caída de Botero no podía llegar en un peor momento para el gobierno, no porque su gestión haya sido sobresaliente, sino porque coincide con la revelación de que el 69% de los colombianos desaprueba la gestión de Duque vs un 26% que cree que el país va por buen rumbo.
El 69% -revelado por una encuesta de Invamer- constituye el peor resultado para el joven mandatario en los 15 meses de su administración.
A ello hay que agregar la frase: “¿De qué me hablas viejo?” que le respondió Duque a un periodista de Barranquilla cuando le preguntó por el bombardeo en Caquetá a un campamento de una disidencia de las Farc en el que había menores de edad y por la moción de censura a su Ministro de Defensa, el miércoles pasado.
La frase explotó y fue tendencia en redes sociales comoTwitter y Facebook y para muchos analistas simboliza la desconexión de Duque con la realidad nacional, algo que fue explotado por sus adversarios políticos.
Sin una coalición mayoritaria en el Congreso que le garantice gobernabilidad, con un bajo índice de aprobación y sin su ministro de Defensa, que antes de la revelación del episodio de Caquetá por el senador opositor Roy Barreras era visto como intocable, Duque enfrenta el peor momento de su gobierno y tiene varias papas calientes entre manos.
Aunque la economía crece 3%, en un momento en el que el FMI y el Banco Mundial disminuyen sus proyecciones para la región y el mundo, el desempleo se mantiene en niveles de dos dígitos (que el propio ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, califica de inaceptables), lo cual es social y políticamente explosivo, teniendo en cuenta el llamado Paro Nacional convocado para el 21 de noviembre y los recientes episodios de Chile y Ecuador.
A ello hay que sumar la caída de la reforma tributaria y el poco tiempo que tendrá el gobierno para lograr su aprobación en el Congreso, por tarde en diciembre. Sin una coalición mayoritaria, Duque se enfrenta a una clase política envalentonada y ansiosa de capitalizar un eventual apoyo a la iniciativa.
En cuanto al postconficto, el gobierno, según los analistas, “lleva 15 meses sin terminar de definir su política en el tema que más divide a los colombianos, el acuerdo de paz con las FARC”, según un análisis de BBC Mundo. “Y esa indecisión le ha complicado su relación con el Congreso, con las regiones, con las Fuerzas Armadas y con su propia bancada, que es liderada por Uribe”.
“Si Duque no endereza nos va a ir muy mal (en las elecciones)”, dijo Uribe a finales de 2018 anticipando lo que ocurrió en las últimas elecciones, en las que el Centro Democrático salió derrotado.
Y aunque Duque y su ministra de Trabajo, Alicia Arango, han dicho que no llevarán al Congreso la reforma pensional, sin antes haber construido consensos en la mesa de concertación con los sindicatos y gremios, la mayoría de los expertos coinciden en el tema es inaplazable e indispensable para avanzar en materia de equidad, a pesar de su alto costo político.
Cuando se posesionó en agosto de 2018, Duque dijo: “Un presidente no hace milagros ni tampoco nosotros vamos a producir milagros de un día para otro”.
Quince meses después el tiempo ha terminado por darle la razón, pero más que lograr milagros que no están al alcance de ningún gobernante, su verdadero reto es lidiar con esas papas calientes o “chicharrones” y sacar adelante reformas clave en el Congreso, sin contar con mayorías.
«Hay una oportunidad aquí para que el presidente lidere una agenda de país hacia el futuro, que resuelva los problemas en por los menos tres temas: el respeto a la paz firmada, la recuperación de la confianza la sociedad en las Fuerzas Militares y una agenda económica para recuperar el empleo», afirmó el senador Roy Barreras después de la caída de Botero.
«Si hay una agenda de futuro, estamos listos a acompañarlo», concluyó.