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Trump doblega a la díscola Taylor Greene, pero no cierra la grieta interna

Marjorie Taylor Greene, una diputada acérrima de Donald Trump transformada en la gran díscola de los republicanos frente al presidente de EE.UU., anunciaba este viernes por la noche que dejaba su escaño en la Cámara de Representantes del Congreso de EE.UU. Era … un giro inesperado en la guerra desatada entre ambos, azuzada por la desclasificación de los documentos de Jeffrey Epstein.
El abandono de Taylor Greene, que se formalizará el próximo 5 de enero, es la tónica de quienes se enfrentan a Trump desde dentro del partido o de su círculo de Gobierno: el presidente los doblega. Ocurrió con otros legisladores díscolos -Liz Cheney, Adam Kinzinger, Jeff Flake, que prefirieron no buscar su reelección antes de enfrentarse a la furia de Trump en primarias- o con colaboradores cercanos, como el propio Elon Musk, que pasó de ser su mano derecha a ser expulsado de su círculo íntimo.
El de Taylor Greene, sin embargo, podría ser un caso diferente. Y más peligroso para Trump. La diputada de Georgia es un referente de MAGA (‘Make America Great Again’, ‘Hacer a EE.UU. grande otra vez’), el movimiento político de Trump. En su segundo mandato, se han abierto grietas en esta coalición leal, formada alrededor del mensaje populista de derechas de ‘EE.UU. primero’.

La pelea con Taylor Greene -talibán de ese ‘EE.UU. primero’- ha evidenciado esas grietas. Y no está claro que su adiós al Congreso vaya a neutralizarla como opositora. Quizá le permita ser una voz todavía más crítica con las políticas de Trump y de sus excolegas de bancada.

Ruptura en MAGA

En las últimas semanas, la relación entre Trump y Taylor Greene ha colapsado. La diputada se ha opuesto a posiciones del presidente que traicionan los postulados de MAGA y de ‘EE.UU. primero’: la protección de las clases medias y trabajadoras olvidadas por las elites, la defensa de los empleos, la mano dura migratoria, el combate a las elites… Taylor Greene se ha enfrentado a Trump y a su partido en el reciente cierre gubernamental, donde ella pedía que se mantuvieran los subsidios a los seguros médicos que exigían los demócratas; ha criticado la oposición de Trump a limitar los visados para trabajadores extranjeros cualificados; ha castigado al presidente por seguir poniendo atención y dinero en conflictos en el extranjero -Ucrania, Gaza- mientras el coste de la vida no se contiene en EE.UU.
«Yo no he cambiado nada», dijo Taylor Greene en una entrevista esta semana. El que se ha salido de la línea es Trump, implicaba..
La traca final fue el culebrón de Epstein, el malogrado pedófilo, que fue amigo de Trump. Taylor Greene encabezó una pequeña revuelta republicana que ha provocado la desclasificación de todos los documentos de Epstein, algo a lo que Trump se negó y que tuvo que abrazar en el último minuto para no quedar mal.

Trump la llama traidora

El presidente la llamó «traidora» y «chiflada», dijo que lo único que sabe hacer es «quejarse, quejarse, quejarse», que se ha convertido en alguien de «extrema izquierda». Y que apoyaría rivales en primarias para evitar su reelección al Congreso el otoño que viene.
Eso ya no va a ser necesario por la espantada intempestiva de Taylor Greene, que cierra una relación de amor desaforado convertido quizá no en odio, pero sí en desamor.
La ahora díscola apareció en política en las elecciones de 2020, adherida al ‘trumpismo’ con fanatismo. Era un personaje volcánico, agitador de teorías conspiranoicas disparatadas -como que unos incendios de California habían sido causados por láseres lanzados desde el espacio por una poderosa familia judía-, divisivo, con un mensaje extremista. Sus propios compañeros de partido la marginaron nada más llegar a su escaño en enero de 2021.
Durante años, fue una soldado fiel de Trump. Se presentó en el Congreso en 2021 con una mascarilla con la leyenda ‘Trump ganó’ (había perdido unos meses antes, por mucho que clamara por un fraude masivo inexistente). En el otoño de 2022, cuando Trump estaba en su peor momento, ella fue la primera diputada de Georgia en darle su apoyo para una nueva campaña presidencial. En una visita al Capitolio de este año, Taylor Greene llevaba una gorra roja con el lema ‘Trump tenía razón en todo’.
«La lealtad tiene que ser una calle de dos sentidos», dijo la diputada en el anuncio de su despedida, en relación a su relación con Trump, que solo la entiende en un sentido. «Si MAGA Inc me tira a un lado para ser ser sustituida por neocons, las grandes farmacéuticas, las grandes tecnológicas, el complejo industrial-militar para la guerra, líderes extranjeros y la clase elitista de donantes que no saben quiénes son los verdaderos estadounidenses, entonces muchos estadounidenses comunes también han sido tirado al lado y sustituidos», advirtió.
En su anuncio, Taylor Greene aseguró que no quería enfrentarse a unas primarias «dolorosas y de odio» y defendió que «mi único objetivo y deseo ha sido hacer al Partido Republicano responsable de las promesas que hace al pueblo de EE.UU. y poner primero a EE.UU.».

La voz crítica

Es probable que esa labor no se detenga con su renuncia al escaño. Taylor Greene tiene una plataforma enorme, es una figura adorada en MAGA y los medios convencionales -los mismos que la han tratado como una extremista radical durante años- le han abierto con gusto sus puertas en cuanto se ha peleado con Trump.
De hecho, la diputada no ha renunciado a volverse a presentar a algún cargo político y no se puede descartar que pueda lanzarse a por la Casa Blanca si la presidencia se cierra con una impopularidad que pueda afectar al delfín de Trump: su vicepresidente, JD Vance.
Taylor Greene podría ser la ‘Pepito Grillo’ republicana en el momento en el que se manifiestan las primeras señales de debilidad de Trump, de ‘pato cojo’, del presidente que ya está en la recta final de su segundo mandato. Y en un entorno de creciente descontento -los granjeros afectados por los aranceles, el coste de vida que no baja, las dificultades en vivienda- que ella podría azuzar en la parroquia MAGA.
Quizá por eso Trump ha mesurado sus mensajes sobre Taylor Greene tras su despedida. El viernes la volvió a llamar «traidora» pero dijo también: «la apreciaré siempre y le agradezco su servicio al país». Y, el sábado, no quiso cargar las tintas: «Es una buena persona».

Publicado: noviembre 23, 2025, 1:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/trump-doblega-discola-taylor-greene-cierra-grieta-20251122205722-nt.html

Marjorie Taylor Greene, una diputada acérrima de Donald Trump transformada en la gran díscola de los republicanos frente al presidente de EE.UU., anunciaba este viernes por la noche que dejaba su escaño en la Cámara de Representantes del Congreso de EE.UU. Era un giro inesperado en la guerra desatada entre ambos, azuzada por la desclasificación de los documentos de Jeffrey Epstein.

El abandono de Taylor Greene, que se formalizará el próximo 5 de enero, es la tónica de quienes se enfrentan a Trump desde dentro del partido o de su círculo de Gobierno: el presidente los doblega. Ocurrió con otros legisladores díscolos -Liz Cheney, Adam Kinzinger, Jeff Flake, que prefirieron no buscar su reelección antes de enfrentarse a la furia de Trump en primarias- o con colaboradores cercanos, como el propio Elon Musk, que pasó de ser su mano derecha a ser expulsado de su círculo íntimo.

El de Taylor Greene, sin embargo, podría ser un caso diferente. Y más peligroso para Trump. La diputada de Georgia es un referente de MAGA (‘Make America Great Again’, ‘Hacer a EE.UU. grande otra vez’), el movimiento político de Trump. En su segundo mandato, se han abierto grietas en esta coalición leal, formada alrededor del mensaje populista de derechas de ‘EE.UU. primero’.

La pelea con Taylor Greene -talibán de ese ‘EE.UU. primero’- ha evidenciado esas grietas. Y no está claro que su adiós al Congreso vaya a neutralizarla como opositora. Quizá le permita ser una voz todavía más crítica con las políticas de Trump y de sus excolegas de bancada.

Ruptura en MAGA

En las últimas semanas, la relación entre Trump y Taylor Greene ha colapsado. La diputada se ha opuesto a posiciones del presidente que traicionan los postulados de MAGA y de ‘EE.UU. primero’: la protección de las clases medias y trabajadoras olvidadas por las elites, la defensa de los empleos, la mano dura migratoria, el combate a las elites… Taylor Greene se ha enfrentado a Trump y a su partido en el reciente cierre gubernamental, donde ella pedía que se mantuvieran los subsidios a los seguros médicos que exigían los demócratas; ha criticado la oposición de Trump a limitar los visados para trabajadores extranjeros cualificados; ha castigado al presidente por seguir poniendo atención y dinero en conflictos en el extranjero -Ucrania, Gaza- mientras el coste de la vida no se contiene en EE.UU.

«Yo no he cambiado nada», dijo Taylor Greene en una entrevista esta semana. El que se ha salido de la línea es Trump, implicaba..

La traca final fue el culebrón de Epstein, el malogrado pedófilo, que fue amigo de Trump. Taylor Greene encabezó una pequeña revuelta republicana que ha provocado la desclasificación de todos los documentos de Epstein, algo a lo que Trump se negó y que tuvo que abrazar en el último minuto para no quedar mal.

Trump la llama traidora

El presidente la llamó «traidora» y «chiflada», dijo que lo único que sabe hacer es «quejarse, quejarse, quejarse», que se ha convertido en alguien de «extrema izquierda». Y que apoyaría rivales en primarias para evitar su reelección al Congreso el otoño que viene.

Eso ya no va a ser necesario por la espantada intempestiva de Taylor Greene, que cierra una relación de amor desaforado convertido quizá no en odio, pero sí en desamor.

La ahora díscola apareció en política en las elecciones de 2020, adherida al ‘trumpismo’ con fanatismo. Era un personaje volcánico, agitador de teorías conspiranoicas disparatadas -como que unos incendios de California habían sido causados por láseres lanzados desde el espacio por una poderosa familia judía-, divisivo, con un mensaje extremista. Sus propios compañeros de partido la marginaron nada más llegar a su escaño en enero de 2021.

Durante años, fue una soldado fiel de Trump. Se presentó en el Congreso en 2021 con una mascarilla con la leyenda ‘Trump ganó’ (había perdido unos meses antes, por mucho que clamara por un fraude masivo inexistente). En el otoño de 2022, cuando Trump estaba en su peor momento, ella fue la primera diputada de Georgia en darle su apoyo para una nueva campaña presidencial. En una visita al Capitolio de este año, Taylor Greene llevaba una gorra roja con el lema ‘Trump tenía razón en todo’.

«La lealtad tiene que ser una calle de dos sentidos», dijo la diputada en el anuncio de su despedida, en relación a su relación con Trump, que solo la entiende en un sentido. «Si MAGA Inc me tira a un lado para ser ser sustituida por neocons, las grandes farmacéuticas, las grandes tecnológicas, el complejo industrial-militar para la guerra, líderes extranjeros y la clase elitista de donantes que no saben quiénes son los verdaderos estadounidenses, entonces muchos estadounidenses comunes también han sido tirado al lado y sustituidos», advirtió.

En su anuncio, Taylor Greene aseguró que no quería enfrentarse a unas primarias «dolorosas y de odio» y defendió que «mi único objetivo y deseo ha sido hacer al Partido Republicano responsable de las promesas que hace al pueblo de EE.UU. y poner primero a EE.UU.».

La voz crítica

Es probable que esa labor no se detenga con su renuncia al escaño. Taylor Greene tiene una plataforma enorme, es una figura adorada en MAGA y los medios convencionales -los mismos que la han tratado como una extremista radical durante años- le han abierto con gusto sus puertas en cuanto se ha peleado con Trump.

De hecho, la diputada no ha renunciado a volverse a presentar a algún cargo político y no se puede descartar que pueda lanzarse a por la Casa Blanca si la presidencia se cierra con una impopularidad que pueda afectar al delfín de Trump: su vicepresidente, JD Vance.

Taylor Greene podría ser la ‘Pepito Grillo’ republicana en el momento en el que se manifiestan las primeras señales de debilidad de Trump, de ‘pato cojo’, del presidente que ya está en la recta final de su segundo mandato. Y en un entorno de creciente descontento -los granjeros afectados por los aranceles, el coste de vida que no baja, las dificultades en vivienda- que ella podría azuzar en la parroquia MAGA.

Quizá por eso Trump ha mesurado sus mensajes sobre Taylor Greene tras su despedida. El viernes la volvió a llamar «traidora» pero dijo también: «la apreciaré siempre y le agradezco su servicio al país». Y, el sábado, no quiso cargar las tintas: «Es una buena persona».

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