Publicado: noviembre 12, 2025, 9:45 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/cristina-garrido-madre-unico-espanol-victima-atentado-20251112042440-nt.html
Cada 13 de noviembre Cristina camina por el pequeño jardín de la plaza de la Villa de París en Madrid, justo en frente del imponente edificio del Tribunal Supremo y a 12 escaleras de distancia del Instituto Francés. En una esquinita, protegido entre los árboles … se levanta un pequeño monolito en forma de fuste de columna estirada con una placa: «En memoria de las víctimas de los atentados de París del 13 de noviembre de 2015. Para que su recuerdo permanezca vivo entre nosotros y nos sirva de estímulo para defender la libertad», se puede leer. Alrededor, varios son los ramos de flores que decoran el monolito. Son flores frescas, se han tenido que poner hoy y es lo que llama la atención de los transeúntes que se paran a leer la inscripción. «Vaya, diez años ya de esta locura», dice un hombre que solo pasaba por allí y ha dedicado unos minutos al recuerdo de las víctimas.
Antes de la entrevista, Cristina Garrido y su hija (también llamada Cristina) han dejado un centro de flores en memoria del hijo y del hermano perdido un día como hoy de hace diez años. Juan Alberto González Garrido, de 29 años, fue la única víctima española que perdió la vida en los atentados terroristas en la sala de conciertos Bataclan en París.
Tres terroristas del autodenominado Estado Islámico irrumpieron en la sala de conciertos mientras el grupo estadounidense Eagles of Death Metal hacían sonar los primeros acordes de su canción ‘Kiss the Devil’ (Besar al diablo). Juan Alberto había acudido allí con su mujer, con la que se había casado cuatro meses antes. Desde Madrid, Cristina sabía que su hijo y su nuera iban al concierto. Pocos minutos antes habían estado hablando por teléfono, como hacían casi a diario, es lo que tiene la distancia. «Te quiero, mamá», fueron sus últimas palabras. «Te quiero, tesoro», le respondió Cristina.
Diez años después, madre y hermana recuerdan a Juan Alberto un día antes de la fecha que tienen clavada en sus corazones. Están a punto de coger un vuelo a París para acudir a los actos de recuerdo que el Gobierno francés y el Ayuntamiento parisino tienen preparados. «Me cuestan mucho estos días, sólo quiero que pasen rápido. Mañana es un día difícil», dice la hermana. Durante la entrevista quien toma la palabra es la madre, una mujer que a pesar del dolor insoportable sorprende por su entereza. No deja de responder a ninguna pregunta y aunque las lágrimas afloren en algún momento, el mensaje es claro: «Hay que seguir recordando a Alberto».
—Han pasado diez años de los ataques terroristas. ¿Cómo está?
—Es que para mí no han pasado diez años. Lo vivo como si hubiera sido ayer. No tengo la sensación de que haya pasado ese tiempo. No niego que van pasando los años, sí pasan, y Juan Alberto no está y vivo con eso todos los días a cada minuto. Pero es que hablo con él todos los días y lo tengo presente en todo momento. No lo he olvidado, jamás pasará.
—En unas horas cogen un vuelo a París, ¿es duro volver?
—Mañana (por hoy) es un día difícil. Cada año celebran unos actos de recuerdo y se hace en la puerta de Bataclan y, claro, te lo imaginas haciendo cola para entrar en la sala (Cristina aprieta fuerte sus manos contra sus piernas, acaba de imaginarse a su hijo haciendo esa fila y las lágrimas mojan sus ojos)… Lees luego los nombres de todas las víctimas y es muy duro. Se hace difícil pasear por donde él estuvo. El 13 de noviembre es un día malo, pero los 13 de cada mes es el peor día, y si ya es 13 y viernes, peor, peor.
—¿Cómo era Juan Alberto?
—Era estupendo. Estaba loco por vivir. Desde chico ha sido una persona muy inquieta, muy preguntona. Un lector increíble, pero eso no quiere decir que no disfrutara, porque tampoco se perdía una fiesta. Era muy inteligente y constante.
—Tenía una obsesión que era París… ¿no?
—Desde pequeño siempre dijo que quería vivir en París. Fuimos de vacaciones cuando él tenía ocho o nueve años y desde entonces ese era su objetivo. No sé por qué, porque después fuimos a otros muchos lugares y vivir en París era su ilusión. Nada más terminar la carrera de ingeniería le salió trabajo en Francia y allí que se fue, primero Marsella, Burdeos y por fin París.
«No hemos tenido ninguna ayuda por parte del Ministerio del Interior ni del Gobierno de España»
—Juan Alberto fue la única víctima española de los 130 asesinados esa noche en París. ¿Se han sentido acompañadas por el Gobierno español estos años?
—Aquí no hemos tenido ninguna ayuda por parte del Ministerio del Interior ni de nada. Cuando hemos preguntado cualquier cosa nos han dicho que como el atentado era en Francia… En España, la ley de víctimas está enfocada mucho a la indemnización económica y a nosotras como madre e hija no nos corresponde nada. Sí a su mujer.
—Pero, ¿no han recibido ningún tipo de asesoramiento jurídico o de cualquier otra clase?
—El primer año nos pusieron un psicólogo del Ministerio de Exteriores. Luego nada. El apoyo ha venido a través de las asociaciones de víctimas como la AVT y la Fundación Víctimas del Terrorismo. La Comunidad de Madrid también se ha portado bien con nosotras. Pero hemos estado bastante solas en todo el proceso, sobre todo durante el juicio.
Cristina toca la placa en memoria de su hijo en Madrid
—Usted estuvo acudiendo cada semana que duró el juicio a París para escuchar los detalles de lo que sucedió ese 13 de noviembre y supongo que para encontrar respuestas.
—Tenía que estar ahí. Saber lo que estaba pasando, porque se hablaba de mi hijo, de cómo lo habían matado. El Gobierno francés nos facilitó todo para poder estar allí, para escuchar las audiencias en el Tribunal, también a una abogada estupenda con la que mantenemos contacto. Pero cuando no podía acudir porque tenía que trabajar, mi abogada y también las asociaciones de víctimas de Francia me hacían resúmenes de las sesiones. También en la Embajada francesa aquí (en Madrid) me dejaron una salita para poder seguir la radio online que desde el principio ha retransmitido la vista exclusivamente para Francia que estaba censurada en el exterior por razones de seguridad… Luché junto a mi abogada para que me dejaran escuchar el juicio, sin traducción ni nada. Dirán que qué pesada…, me da lo mismo. Estoy ahí pim, pam…, por Alberto.
—En junio de 2022, tras diez meses de juicio (el más largo en la historia judicial de Francia), se dictó sentencia: cadena perpetua para el único atacante que sobrevivió: Salah Abdeslam. ¿Hubo algo de consuelo con esa sentencia?
—No. Tampoco restauración, como dicen, porque restaurar, el juicio no me ha restaurado nada (se agarra el colgante que siempre lleva consigo con el nombre de Juan Alberto y su fecha de nacimiento). Al final, te tienes que conformar porque es la máxima sentencia que imponen en Francia. No tienen derecho ni a una reducción de día por buena conducta ni nada. Lo que espero es que cuando lleguen los 30 años de prisión le vuelvan a juzgar por lo que está saliendo ahora de nuevo, que participó en más cosas, y no salga nunca de la cárcel. No voy a saber nunca cómo murió mi hijo, si fue de repente, si sufrió y estas cosas siempre están en la cabeza. Sólo me dijeron que recibió un disparo por la espalda.
—¿Es posible perdonar?
—Para mí es imposible. No puedo. Juan Alberto era una persona al que lo que más le gustaba era vivir, entonces no lo puedo perdonar. Fueron unos cobardes que lo mataron por la espalda. No hay perdón para los asesinos de mi hijo ¿Qué sentido tiene? ¿Qué han resulto con el atentado? Nada, porque las cosas siguen igual. Mataron a 130 personas y destrozaron a 130 familias sin conseguir ningún objetivo. Ojalá no alcancen eso que dicen ser su cielo y que vayan derechos al infierno.
El reloj marca ya la hora límite para que tanto madre como hija puedan ir con cierta tranquilidad hacia el aeropuerto. Les espera un viaje que conocen muy bien: han ido muchas más de las veces que hubieran querido a París. «Nunca hemos vuelto por placer, es imposible. Siempre es para algo sobre Juan Alberto y duele en el alma», cuentan. Hoy, el monolito de la plaza de la Villa de París amanecerá con los tres ramos de flores y la corona que dejaron madre e hija y varios familiares más. También habrá un botellín de cerveza Alhambra 1925 y una flor dentro. La habrá dejado como cada año y también por cada cumpleaños de Juan Alberto su amigo Pablo. «Sus amigos le recuerdan a todas horas y siempre brindan por él con una 1925, les encantaba esa cerveza y yo siempre se la compraba», recuerda su madre. Sus amigos hoy brindarán con el botellín verde por Juan Alberto.
