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Francia recuerda el peor atentado de su historia mientras lidia con el auge islamista

Con motivo del aniversario de los atentados del 13 de noviembre del 2015, Laurent Nuñez, ministro del Interior, ha presentado las medidas de seguridad tomadas con esta advertencia nacional: «La amenaza terrorista islámica sigue siendo muy alta». Y ha pedido medidas especiales a todos … los prefectos de Francia, reclamando «una vigilancia excepcional».
Vincent Geisser, especialista emérito en la historia del islam francés, comenta el acontecimiento de este modo: «Todo el islam visible es ahora sospechoso, incluidas las elites musulmanas francesas, integradas«.
El verano pasado, Bruno Retailleau, ministro del Interior en ese momento, reconocía que los servicios secretos «nos alertan del crecimiento amenazante de la presencia nacional de los Hermanos Musulmanes, que tienen la ambición de islamizar Francia».
La inquietud ante la amenaza terrorista islámica tiene un origen doble: nacional e internacional. El islam es la segunda religión de Francia. Hace diez años se estimaba que cuatro o cinco millones de franceses eran musulmanes, practicantes en su mayoría. Actualmente, los franceses musulmanes son entre seis y siete millones, con una afirmación cultural muy profunda: para el 65% su religión es más importante que el Estado.

Raíces profundas

Políticamente, una gran mayoría de los franceses musulmanes jóvenes votan a la extrema izquierda. Y existe una minoría que sienten la tentación del islamismo yihadista. Esa tentación tiene raíces muy profundas, anteriores y posteriores al 13 de noviembre de hace diez años.
Unos meses antes de aquella tragedia, en enero de ese mismo año, el semanario satírico ‘Charlie Hebdo’ fue víctima de una matanza yihadista que generó terror internacional. Entre 2000 y 2015, Francia fue víctima de una veintena de atentados terroristas islámicos. Durante la última década, Francia ha sufrido otra veintena de atentados islamistas, algunos de ellos de alcance histórico importante, como ocurrió con el asesinato, en 2020, del profesor Samuel Paty.
Esa historia trágica del islam yihadista francés tiene otros rostros. Se cuentan por decenas los jóvenes de ambos sexos que decidieron huir de Francia para enrolarse en las bandas yihadistas de Oriente Próximo. En Marsella y la región parisina, la ‘banlieue’, norte de la capital, los servicios de seguridad tienen fichados a unos 4.000 sospechosos, cuyo seguimiento plantea problemas policiales graves.

Difícil vigilancia

Al tratarse de ciudadanos franceses, gozan de una libertad de movimientos absoluta, complicando su vigilancia. Desde hace años, las francesas musulmanas, con velo, están muy presentes en las grandes manifestaciones contra el Estado. Se trata de protestas de extrema izquierda, en su gran mayoría. Pero, con frecuencia, esa protesta denuncia el comportamiento de Francia en Oriente Próximo y el Magreb. Ante esa realidad, que lleva años creciendo, algunos imanes franceses, defensores del Estado, denuncian la tentación islamista.
Hassen Chalghoumi, imán de Drancy, defiende la ley y el orden establecidos, el diálogo con Israel y los judíos franceses, con una consecuencia dramática: él, su esposa y su familia están amenazados de muerte, forzados a vivir con una protección policial permanente.
Ante las grandes crisis internacionales, la guerra entre Hamás e Israel, las crisis de Argelia y Marruecos, los musulmanes franceses tienen con frecuencia la tentación del radicalismo político. En las grandes capitales de provincias, comenzando por Marsella, el radicalismo musulmán está asociado, con frecuencia, al tráfico de armas y droga. Hace años que Marsella se convirtió en la ciudad más peligrosa del Mediterráneo occidental.
Siendo el islam la segunda religión de Francia, con un índice de crecimiento significativo de la natalidad musulmana, las tensiones y sospechas asociadas al recuerdo de la histórica jornada del 13 de noviembre de hace diez años, quizá solo sean un síntoma de un problema de gran calado histórico.

Publicado: noviembre 12, 2025, 9:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/francia-recuerda-peor-atentado-historia-lidia-auge-20251113042638-nt.html

Con motivo del aniversario de los atentados del 13 de noviembre del 2015, Laurent Nuñez, ministro del Interior, ha presentado las medidas de seguridad tomadas con esta advertencia nacional: «La amenaza terrorista islámica sigue siendo muy alta». Y ha pedido medidas especiales a todos los prefectos de Francia, reclamando «una vigilancia excepcional».

Vincent Geisser, especialista emérito en la historia del islam francés, comenta el acontecimiento de este modo: «Todo el islam visible es ahora sospechoso, incluidas las elites musulmanas francesas, integradas«.

El verano pasado, Bruno Retailleau, ministro del Interior en ese momento, reconocía que los servicios secretos «nos alertan del crecimiento amenazante de la presencia nacional de los Hermanos Musulmanes, que tienen la ambición de islamizar Francia».

La inquietud ante la amenaza terrorista islámica tiene un origen doble: nacional e internacional. El islam es la segunda religión de Francia. Hace diez años se estimaba que cuatro o cinco millones de franceses eran musulmanes, practicantes en su mayoría. Actualmente, los franceses musulmanes son entre seis y siete millones, con una afirmación cultural muy profunda: para el 65% su religión es más importante que el Estado.

Raíces profundas

Políticamente, una gran mayoría de los franceses musulmanes jóvenes votan a la extrema izquierda. Y existe una minoría que sienten la tentación del islamismo yihadista. Esa tentación tiene raíces muy profundas, anteriores y posteriores al 13 de noviembre de hace diez años.

Unos meses antes de aquella tragedia, en enero de ese mismo año, el semanario satírico ‘Charlie Hebdo’ fue víctima de una matanza yihadista que generó terror internacional. Entre 2000 y 2015, Francia fue víctima de una veintena de atentados terroristas islámicos. Durante la última década, Francia ha sufrido otra veintena de atentados islamistas, algunos de ellos de alcance histórico importante, como ocurrió con el asesinato, en 2020, del profesor Samuel Paty.

Esa historia trágica del islam yihadista francés tiene otros rostros. Se cuentan por decenas los jóvenes de ambos sexos que decidieron huir de Francia para enrolarse en las bandas yihadistas de Oriente Próximo. En Marsella y la región parisina, la ‘banlieue’, norte de la capital, los servicios de seguridad tienen fichados a unos 4.000 sospechosos, cuyo seguimiento plantea problemas policiales graves.

Difícil vigilancia

Al tratarse de ciudadanos franceses, gozan de una libertad de movimientos absoluta, complicando su vigilancia. Desde hace años, las francesas musulmanas, con velo, están muy presentes en las grandes manifestaciones contra el Estado. Se trata de protestas de extrema izquierda, en su gran mayoría. Pero, con frecuencia, esa protesta denuncia el comportamiento de Francia en Oriente Próximo y el Magreb. Ante esa realidad, que lleva años creciendo, algunos imanes franceses, defensores del Estado, denuncian la tentación islamista.

Hassen Chalghoumi, imán de Drancy, defiende la ley y el orden establecidos, el diálogo con Israel y los judíos franceses, con una consecuencia dramática: él, su esposa y su familia están amenazados de muerte, forzados a vivir con una protección policial permanente.

Ante las grandes crisis internacionales, la guerra entre Hamás e Israel, las crisis de Argelia y Marruecos, los musulmanes franceses tienen con frecuencia la tentación del radicalismo político. En las grandes capitales de provincias, comenzando por Marsella, el radicalismo musulmán está asociado, con frecuencia, al tráfico de armas y droga. Hace años que Marsella se convirtió en la ciudad más peligrosa del Mediterráneo occidental.

Siendo el islam la segunda religión de Francia, con un índice de crecimiento significativo de la natalidad musulmana, las tensiones y sospechas asociadas al recuerdo de la histórica jornada del 13 de noviembre de hace diez años, quizá solo sean un síntoma de un problema de gran calado histórico.

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