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Trump, «cien por cien dispuesto» a un encuentro sorpresa con Kim Jong-un en Corea del Norte

De entre todos los lugares que Donald Trump recorrerá en su gira asiática, uno permanece entre interrogantes. Este no es otro que Corea del Norte, a cuyo dictador ha tratado de cortejar, aunque solo sea para apuntar su cosmético perfil, «Nobelable», de hombre de … paz y entendimiento. El espectáculo del presidente estadounidense se rige por la imprevisibilidad, de modo que esta visita se mantiene como una teatral incógnita.
¿Está Trump dispuesto a reunirse con Kim Jong-un? «Lo haría si él contactara. La última vez que nos reunimos publiqué en Internet que estaba yendo a Corea del Sur y que si quería que nos viéramos estaba abierto a ello», contestaba este viernes, camino de Malasia a bordo del Air Force One. «Probablemente sabe que vengo, ¿no? Y si queréis difundir el mensaje, estoy abierto a ello. No hay muchos otros mecanismos aparte de Internet, tienen muy poco servicio telefónico. [..] Pero él sabe que estoy viniendo. Estaría dispuesto al cien por cien».

Consta, en efecto, el precedente. Abandonaba Trump el G20 de Osaka a finales de junio de 2019 cuando expresó su voluntad y, siempre según su versión, «en menos de diez minutos» Kim le telefoneó. Acto seguido, apareció por sorpresa en la Zona Desmilitarizada de Corea, la franja que separa ambos países, donde le esperaba el norcoreano, quien amablemente le invitó a cruzar la línea, lo que convirtió a Trump en el primer presidente de EE.UU. en pisar Corea del Norte.

Este simbólico –y poco más– encuentro supuso el tercero entre ambos, tras los celebrados en junio de 2018 en Singapur y en febrero de 2019 en Hanói; un histórico proceso que fracasó por la falta de acuerdo sobre el objetivo final estadounidense, la renuncia del régimen a sus armas nucleares, y la sucesión de concesiones mutuas hasta alcanzarlo.

Publicado: octubre 27, 2025, 2:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/trump-cien-cien-dispuesto-encuentro-sorpresa-kim-20251027072600-nt.html

De entre todos los lugares que Donald Trump recorrerá en su gira asiática, uno permanece entre interrogantes. Este no es otro que Corea del Norte, a cuyo dictador ha tratado de cortejar, aunque solo sea para apuntar su cosmético perfil, «Nobelable», de hombre de paz y entendimiento. El espectáculo del presidente estadounidense se rige por la imprevisibilidad, de modo que esta visita se mantiene como una teatral incógnita.

¿Está Trump dispuesto a reunirse con Kim Jong-un? «Lo haría si él contactara. La última vez que nos reunimos publiqué en Internet que estaba yendo a Corea del Sur y que si quería que nos viéramos estaba abierto a ello», contestaba este viernes, camino de Malasia a bordo del Air Force One. «Probablemente sabe que vengo, ¿no? Y si queréis difundir el mensaje, estoy abierto a ello. No hay muchos otros mecanismos aparte de Internet, tienen muy poco servicio telefónico. [..] Pero él sabe que estoy viniendo. Estaría dispuesto al cien por cien».

Consta, en efecto, el precedente. Abandonaba Trump el G20 de Osaka a finales de junio de 2019 cuando expresó su voluntad y, siempre según su versión, «en menos de diez minutos» Kim le telefoneó. Acto seguido, apareció por sorpresa en la Zona Desmilitarizada de Corea, la franja que separa ambos países, donde le esperaba el norcoreano, quien amablemente le invitó a cruzar la línea, lo que convirtió a Trump en el primer presidente de EE.UU. en pisar Corea del Norte.

Este simbólico –y poco más– encuentro supuso el tercero entre ambos, tras los celebrados en junio de 2018 en Singapur y en febrero de 2019 en Hanói; un histórico proceso que fracasó por la falta de acuerdo sobre el objetivo final estadounidense, la renuncia del régimen a sus armas nucleares, y la sucesión de concesiones mutuas hasta alcanzarlo.

«Si EE.UU. deja de lado su obsesión delirante con la desnuclearización y, partiendo del reconocimiento de la realidad, desea verdaderamente una coexistencia pacífica con nosotros, entonces no hay razón para que no podamos reunirnos», reiteraba Kim a finales del pasado mes de septiembre, durante una cumbre de su órgano parlamentario.

«Personalmente, todavía conservo gratos recuerdos del actual presidente», incidía en su primer comentario al respecto. Su hermana y mano derecha, Kim Yo-jong, ya había apuntado el pasado mes de julio que la relación entre ambos «no es mala».

Una realidad nuclear

La exigencia norcoreana está plasmada en términos meridianos. «Nunca entregaremos nuestras armas nucleares […]. El mundo ya sabe bien lo que hace EE.UU. después de obligar a un país a renunciar a sus armas nucleares y desarmarse», advertía Kim, con el libio Muamar el Gadafi por último escarmiento.

Mientras aguarda a la diplomacia, Corea del Norte fía como de costumbre su supervivencia a las armas. En el desfile militar realizado hace dos semanas con motivo del octogésimo aniversario de la fundación del Partido de los Trabajadores de Corea, apareció entre fuegos artificiales el nuevo misil balístico intercontinental Hwasong-20, «el arma nuclear estratégica más poderosa», cuyo alcance en teoría cubre todo el territorio de EE.UU.

Corea del Norte, tradicionalmente un Estado paria, goza de una inédita fortaleza geopolítica en un mundo de hostilidad creciente. La invasión rusa de Ucrania y el enfrentamiento entre China y EE.UU. ha mejorado sobremanera su posición estratégica, refrendada por la posición de honor concedida a Kim en el desfile militar chino a principios de septiembre, con el dictador ocupando el centro del estrado junto a Xi Jinping y Vladímir Putin.

En esta ocasión, sin embargo, la dinámica negociadora podría resultar diferente. Trump no ha descartado la posibilidad de reconocer a Corea del Norte como un Estado nuclear. «Creo que más o menos son una fuerza nuclear. Tienen muchas armas nucleares, eso está claro», apuntaba el estadounidense, declaraciones que pueden interpretarse como una concesión diplomática y un avance del debate desde la desnuclearización hacia la no-proliferación.

El presidente surcoreano, Lee Jae-myung, ya ha expresado su beneplácito a un acuerdo que a corto plazo solo suponga una congelación del arsenal nuclear norcoreano. Trump tomará tierra en la ciudad surcoreana de Busan este miércoles, desde donde pondrá rumbo a la vecina localidad de Gyeongju para asistir a la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) donde, entre otros compromisos, mantendrá un esperado encuentro presencial con Xi.

Chung Dong-young, ministro surcoreano de Unificación, ha alimentado los rumores al afirmar que hay opciones «considerables» de que Trump y Kim se reúnan, en base a «señales» como el aparente acondicionamiento de Panmunjom, el poblado fronterizo donde se saludaron en 2019. «Recientemente hemos visto a norcoreanos realizando labores de limpieza en las instalaciones, arrancando hierbas, arreglando parterres y tomando fotografías de los resultados», aseguró el pasado viernes a medios nacionales.

No obstante, otras señales apuntan en la dirección contraria. La ministra de Exteriores de Corea del Norte, Choe Son-hui, ha iniciado un viaje este lunes a Rusia y Bielorrusia, y resultaría extraño que la principal diplomática del régimen se ausentara de tamaña cita. La vicedirectora de Seguridad Nacional de la Oficina Presidencial de Corea del Sur, Oh Hyun-joo, ha afirmado este lunes no tener información concreta al respecto. En esta función de la farándula geopolítica de Trump, con el mundo por escenario, él solo controla la mitad del guion.

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