Murshidíes: la otra minoría masacrada en la Siria de Al Sharaa - Colombia
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Murshidíes: la otra minoría masacrada en la Siria de Al Sharaa

Lo llamaremos Hussein porque tiene miedo a desvelar su verdadero nombre. Este joven, reservado, cortés y de sonrisa tímida, pertenece a la pequeña comunidad siria de los murshidíes. El primer encuentro tiene lugar en Beirut, donde ha llegado para trabajar. Viene como «explorador». Está … dispuesto a responder algunas preguntas, pero en términos generales, para darnos una idea de lo que los suyos están padeciendo en Siria. Quien sabe más, y puede explicar los detalles, es su tío, a quien conocemos en un segundo encuentro y llamaremos Alí.
Alí comienza haciendo una presentación de su comunidad, considerada, a su juicio «por error», como una secta alauí por muchos. El fundador, Salman al Murshid, nació en una familia de la región de Latakia, en una tribu llamada Bano Ghassan, y desarrolló después su propia espiritualidad. Alí evoca una de las enseñanzas vigentes entre los murshidíes, que resume el estado de esta comunidad, cifrada entre 280.000 y 420.000 miembros según el especialista Fabrice Balanche: «Debemos blandir el bastón de la bendición en lugar de la espada de la maldad. Seamos fuente de bien en lugar de mal, y permanezcamos abiertos y acogedores con todos aquellos que nos abren su corazón».
A continuación, Alí aborda con precisión las masacres que se están repitiendo en Siria: «El viernes 23 de enero de este año, alrededor del mediodía, un convoy militar entró en la aldea de Maryamin, cerca de Homs, con el pretexto de buscar elementos del antiguo régimen, y armas. Durante esta operación, se cometieron ataques contra la comunidad murshidí: robos, saqueos, vandalismo, agresiones verbales y físicas. Se destruyeron símbolos sagrados y flagelaron a jóvenes y ancianos». Alí asegura que la respuesta de los miembros de la comunidad no fue violenta: «Organizamos sentadas y manifestaciones pacíficas y silenciosas en Siria. En los países de la diáspora, nuestros miembros protestaron ante embajadas de la República Siria».

Alí relata casos de aldeas atacadas: el 7 de marzo, en el barrio de Daatour, en la ciudad de Latakia, ocho jóvenes murshidíes fueron brutalmente asesinados y varios resultaron heridos. Ese mismo día, convoyes armados entraron en una aldea costera y mataron a dos personas, una de ellas delante de su niña pequeña. Además, fueron hallados dos cadáveres de miembros de la comunidad murshidí tirados en la carretera de Latakia.
Continúa Alí: «El 8 y el 9 de marzo, convoyes armados entraron otra vez en dos aldeas costeras habitadas principalmente por miembros de nuestra comunidad. Siete civiles desarmados fueron asesinados a tiros y hubo también heridos. Además, símbolos sagrados fueron acribillados en varias aldeas. El 8 de marzo, entró también un gran convoy militar en dos aldeas montañosas, cuyos habitantes son todos de la comunidad murshidí. La masacre perpetrada dejó nueve víctimas, todos jóvenes civiles desarmados».
El convoy atacó símbolos muy importantes para nosotros. Muchas casas también fueron saqueadas. Tras dirigirse hacia la región de Slanfah, sembraron el terror. Asesinaron a un joven delante de su familia. El 10 de marzo, la aldea de Talaro, ubicada en las montañas de Latakia, fue asaltada. Dos jóvenes fueron asesinados. Por su parte, Homs y sus alrededores no se salvaron de asesinatos, secuestros e incendios provocados.

Buscan diálogo

Alí estima que 78 personas han sido asesinadas desde el principio de este año. Según algunos informes, varios de estos crímenes han sido reivindicados por el grupo Ansar al Sunnah. Alí dudaba en llamar la atención sobre la difícil situación de su comunidad. De hecho, tras la caída del régimen de Bashar al Assad y la llegada al poder de Ahmed al Sharaa, el exyhihadista también conocido como Al Jolani; miembros de la comunidad murshidí tomaron la iniciativa de formar delegaciones representativas de 10 a 12 hombres en cada provincia donde residen (Damasco, Homs, Hama, Latakia) para entablar un diálogo constructivo con la nueva Administración.
Estas comitivas visitaron a los nuevos gobernantes para felicitarlos y transmitirles el mensaje de su comunidad: «Luchamos por la paz, extendemos una mano de bien a todos y esperamos que la bondad y la paz prevalezcan para todos los hijos de Siria». Expresaron también su apertura y disposición a cooperar con la nueva autoridad en diversos ámbitos. A tenor de Alí, fueron recibidas por las autoridades con palabras acogedoras: «Ustedes, los murshidíes, son conocidos por su honradez, su moralidad y el respeto que inspiráis».

«Ocho jóvenes fueron brutalmente asesinados y varios heridos», relata Alí sobre uno de los ataques en aldeas contra la población

Cuando la nueva Administración siria comenzó a llevar a cabo redadas y registros, con el pretexto de rastrear los restos del régimen anterior y buscar armas, los comités que representaban a la comunidad mantuvieron una comunicación regular con ella. Alí explica: «Los miembros del comité se pusieron de acuerdo con las autoridades y acordaron que, en caso de registros en las aldeas de murshidíes, se les informaría con antelación y las búsquedas en sus casas se llevaría a cabo bajo la supervisión del comité y con respeto a los residentes. Algunos funcionarios incluso prometieron no entrar en las casas de los murshidíes, sabiendo que nunca habían pertenecido al antiguo régimen ni poseído armas. Pero, en enero, se cometieron las atrocidades que he descrito». Alí enseña fotos en su teléfono: son cuerpos mutilados.

Promesas incumplidas

En respuesta a las protestas de los murshidíes, el Gobierno sirio envió al gobernador y al jefe de Policía a la aldea de Maryamin para calmar la ira y la tensión. En Damasco, un representante del gobernador salió al encuentro de los manifestantes, se disculpó y prometió investigar los ataques. En Hama y Latakia, funcionarios de la Seguridad también se dirigieron a los manifestantes. «El gobernador de Homs, Abdel Rahman al Aama, el comandante de la policía de Homs, el coronel Alaa Omran; y el director de Relaciones Públicas para Asuntos Religiosos y Confesiones, Hamza Qabalan, ofrecieron disculpas oficiales a la multitud reunida en Maryamin».
Pero, unos meses después, las atrocidades se reanudaron. En marzo y de nuevo en abril. Alí relata: «El 18 de abril, alrededor de las 20:30, Hanaa Hassan, de 48 años, regresaba a su casa en Karm al Louz, cerca de Homs, acompañada de sus hijas gemelas Leen Haidar, estudiante de primer año de literatura inglesa en la universidad; y Luna Haidar, estudiante de ingeniería informática, ambas de 19 años. Dos hombres montados en una motocicleta les dispararon con un kalashnikov. Murieron en el acto». Alí muestra fotos de la familia diezmada. Tras todos estos ataques, Alí decidió denunciar la persecución que sufre su comunidad con la esperanza de protegerla.
Por su parte, Fabrice Balanche, experto en Siria, afirma que «el régimen de Al Sharaa no es en absoluto democrático ni siquiera inclusivo, a pesar de su retórica de tolerancia hacia las minorías religiosas y étnicas». Otros especialistas quieren darle una oportunidad al nuevo señor de Damasco y destacan su dificultad para controlar a «sus hombres», quienes, si bien hoy están en el Ejército, ayer pertenecían a grupos yihadistas. Ante la incertidumbre del futuro, cada vez más miembros de esta comunidad huyen al Líbano para ganarse la vida y por razones de seguridad. Una joven que Hussein conoció hace poco, y a quien preguntaba cuándo iba a regresar a Siria, esta chica le contestó: «Cuando se vayan y mejore la situación».

Publicado: octubre 26, 2025, 12:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/murshidies-minoria-masacrada-nueva-siria-20251025133512-nt.html

Lo llamaremos Hussein porque tiene miedo a desvelar su verdadero nombre. Este joven, reservado, cortés y de sonrisa tímida, pertenece a la pequeña comunidad siria de los murshidíes. El primer encuentro tiene lugar en Beirut, donde ha llegado para trabajar. Viene como «explorador». Está dispuesto a responder algunas preguntas, pero en términos generales, para darnos una idea de lo que los suyos están padeciendo en Siria. Quien sabe más, y puede explicar los detalles, es su tío, a quien conocemos en un segundo encuentro y llamaremos Alí.

Alí comienza haciendo una presentación de su comunidad, considerada, a su juicio «por error», como una secta alauí por muchos. El fundador, Salman al Murshid, nació en una familia de la región de Latakia, en una tribu llamada Bano Ghassan, y desarrolló después su propia espiritualidad. Alí evoca una de las enseñanzas vigentes entre los murshidíes, que resume el estado de esta comunidad, cifrada entre 280.000 y 420.000 miembros según el especialista Fabrice Balanche: «Debemos blandir el bastón de la bendición en lugar de la espada de la maldad. Seamos fuente de bien en lugar de mal, y permanezcamos abiertos y acogedores con todos aquellos que nos abren su corazón».

A continuación, Alí aborda con precisión las masacres que se están repitiendo en Siria: «El viernes 23 de enero de este año, alrededor del mediodía, un convoy militar entró en la aldea de Maryamin, cerca de Homs, con el pretexto de buscar elementos del antiguo régimen, y armas. Durante esta operación, se cometieron ataques contra la comunidad murshidí: robos, saqueos, vandalismo, agresiones verbales y físicas. Se destruyeron símbolos sagrados y flagelaron a jóvenes y ancianos». Alí asegura que la respuesta de los miembros de la comunidad no fue violenta: «Organizamos sentadas y manifestaciones pacíficas y silenciosas en Siria. En los países de la diáspora, nuestros miembros protestaron ante embajadas de la República Siria».

Alí relata casos de aldeas atacadas: el 7 de marzo, en el barrio de Daatour, en la ciudad de Latakia, ocho jóvenes murshidíes fueron brutalmente asesinados y varios resultaron heridos. Ese mismo día, convoyes armados entraron en una aldea costera y mataron a dos personas, una de ellas delante de su niña pequeña. Además, fueron hallados dos cadáveres de miembros de la comunidad murshidí tirados en la carretera de Latakia.

Continúa Alí: «El 8 y el 9 de marzo, convoyes armados entraron otra vez en dos aldeas costeras habitadas principalmente por miembros de nuestra comunidad. Siete civiles desarmados fueron asesinados a tiros y hubo también heridos. Además, símbolos sagrados fueron acribillados en varias aldeas. El 8 de marzo, entró también un gran convoy militar en dos aldeas montañosas, cuyos habitantes son todos de la comunidad murshidí. La masacre perpetrada dejó nueve víctimas, todos jóvenes civiles desarmados».

El convoy atacó símbolos muy importantes para nosotros. Muchas casas también fueron saqueadas. Tras dirigirse hacia la región de Slanfah, sembraron el terror. Asesinaron a un joven delante de su familia. El 10 de marzo, la aldea de Talaro, ubicada en las montañas de Latakia, fue asaltada. Dos jóvenes fueron asesinados. Por su parte, Homs y sus alrededores no se salvaron de asesinatos, secuestros e incendios provocados.

Buscan diálogo

Alí estima que 78 personas han sido asesinadas desde el principio de este año. Según algunos informes, varios de estos crímenes han sido reivindicados por el grupo Ansar al Sunnah. Alí dudaba en llamar la atención sobre la difícil situación de su comunidad. De hecho, tras la caída del régimen de Bashar al Assad y la llegada al poder de Ahmed al Sharaa, el exyhihadista también conocido como Al Jolani; miembros de la comunidad murshidí tomaron la iniciativa de formar delegaciones representativas de 10 a 12 hombres en cada provincia donde residen (Damasco, Homs, Hama, Latakia) para entablar un diálogo constructivo con la nueva Administración.

Estas comitivas visitaron a los nuevos gobernantes para felicitarlos y transmitirles el mensaje de su comunidad: «Luchamos por la paz, extendemos una mano de bien a todos y esperamos que la bondad y la paz prevalezcan para todos los hijos de Siria». Expresaron también su apertura y disposición a cooperar con la nueva autoridad en diversos ámbitos. A tenor de Alí, fueron recibidas por las autoridades con palabras acogedoras: «Ustedes, los murshidíes, son conocidos por su honradez, su moralidad y el respeto que inspiráis».

«Ocho jóvenes fueron brutalmente asesinados y varios heridos», relata Alí sobre uno de los ataques en aldeas contra la población

Cuando la nueva Administración siria comenzó a llevar a cabo redadas y registros, con el pretexto de rastrear los restos del régimen anterior y buscar armas, los comités que representaban a la comunidad mantuvieron una comunicación regular con ella. Alí explica: «Los miembros del comité se pusieron de acuerdo con las autoridades y acordaron que, en caso de registros en las aldeas de murshidíes, se les informaría con antelación y las búsquedas en sus casas se llevaría a cabo bajo la supervisión del comité y con respeto a los residentes. Algunos funcionarios incluso prometieron no entrar en las casas de los murshidíes, sabiendo que nunca habían pertenecido al antiguo régimen ni poseído armas. Pero, en enero, se cometieron las atrocidades que he descrito». Alí enseña fotos en su teléfono: son cuerpos mutilados.

Promesas incumplidas

En respuesta a las protestas de los murshidíes, el Gobierno sirio envió al gobernador y al jefe de Policía a la aldea de Maryamin para calmar la ira y la tensión. En Damasco, un representante del gobernador salió al encuentro de los manifestantes, se disculpó y prometió investigar los ataques. En Hama y Latakia, funcionarios de la Seguridad también se dirigieron a los manifestantes. «El gobernador de Homs, Abdel Rahman al Aama, el comandante de la policía de Homs, el coronel Alaa Omran; y el director de Relaciones Públicas para Asuntos Religiosos y Confesiones, Hamza Qabalan, ofrecieron disculpas oficiales a la multitud reunida en Maryamin».

Pero, unos meses después, las atrocidades se reanudaron. En marzo y de nuevo en abril. Alí relata: «El 18 de abril, alrededor de las 20:30, Hanaa Hassan, de 48 años, regresaba a su casa en Karm al Louz, cerca de Homs, acompañada de sus hijas gemelas Leen Haidar, estudiante de primer año de literatura inglesa en la universidad; y Luna Haidar, estudiante de ingeniería informática, ambas de 19 años. Dos hombres montados en una motocicleta les dispararon con un kalashnikov. Murieron en el acto». Alí muestra fotos de la familia diezmada. Tras todos estos ataques, Alí decidió denunciar la persecución que sufre su comunidad con la esperanza de protegerla.

Por su parte, Fabrice Balanche, experto en Siria, afirma que «el régimen de Al Sharaa no es en absoluto democrático ni siquiera inclusivo, a pesar de su retórica de tolerancia hacia las minorías religiosas y étnicas». Otros especialistas quieren darle una oportunidad al nuevo señor de Damasco y destacan su dificultad para controlar a «sus hombres», quienes, si bien hoy están en el Ejército, ayer pertenecían a grupos yihadistas. Ante la incertidumbre del futuro, cada vez más miembros de esta comunidad huyen al Líbano para ganarse la vida y por razones de seguridad. Una joven que Hussein conoció hace poco, y a quien preguntaba cuándo iba a regresar a Siria, esta chica le contestó: «Cuando se vayan y mejore la situación».

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