Publicado: octubre 24, 2025, 8:45 pm
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En un clima de incertidumbre y tensión, miles de ciudadanos acudirán este sábado a las urnas para elegir al nuevo presidente de Costa de Marfil. Alassane Ouattara (83 años), quien ocupa el cargo desde abril de 2011, fue reelegido en 2015 y 2020, y … está buscando ahora un cuarto mandato presidencial. Sigue así la estela de otros mandatarios como Paul Biya en Camerún (donde aún siguen con el polémico recuento de los votos tras las recientes elecciones) o Paul Kagame en Ruanda.
Ouattara es un economista y político marfileño nacido el 1 de enero de 1942 en Dimbokro (África Occidental Francesa). El mandatario tiene una amplia experiencia en economía y finanzas internacionales, tras haber trabajado para el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central de los Estados de África Occidental (BCEAO). Su carrera política empezó como primer ministro de Costa de Marfil entre 1990 y 1993.
Implementó reformas económicas y políticas para estabilizar el país. Está casado con Dominique Nouvian Folloroux, una judía francesa, y tiene cuatro hijos. Ouattara es una figura controvertida en la política marfileña, con algunos críticos que cuestionan su legitimidad y su compromiso con la democracia.
El Consejo Constitucional de Costa de Marfil anunció hace meses quiénes serían los candidatos en estas elecciones presidenciales. En esta lista, el expresidente Laurent Gbagbo no fue incluido.
Chantale Nanaba Camara, presidenta del Consejo, confirmó que solo cinco candidatos están autorizados para participar en las elecciones, excluyendo también a Tidjane Thiam, líder del Partido Democrático de Costa de Marfil (PDCI), según informó el periódico ‘Fraternité Matin’.
Ouattara ha seguido la misma estrategia que otros mandatorios africanos para aislar y dejar fuera de la carrera presidencial a sus principales opositores.
Las candidaturas de Gbagbo y Thiam fueron rechazadas por no estar inscritos en el censo electoral, una condición necesaria para competir. Gbagbo ha estado excluido del censo desde 2020 debido a una condena judicial, y Thiam no aparece por problemas administrativos que él denuncia como un intento de excluirlo de la competencia electoral.
Pascal Affi N’Guessan, líder del Frente Popular Marfileño (FPI) y habitual candidato presidencial, también ha sido excluido por no alcanzar el número necesario de apoyos. Affi N’Guessan es uno de los 55 candidatos que la comisión ha rechazado.
Rivales en la contienda
En la lucha por el sillón presidencial, Ouattara se enfrentará a Simone Ehivet, exesposa de Gbagbo; Henrietta Lagou, exministra y candidata en 2015 que se presenta bajo la Agrupación de Socios Políticos para la Paz (GP-PAIX); Jean-Louis Billon, exministro de Comercio y candidato de la coalición Congreso Democrático; y Ahoua Don Mello, quien recientemente renunció a la dirección del Partido de los Pueblos Africanos de Costa de Marfil (PPA-CI) de Gbagbo para presentarse a las elecciones, aunque sin el respaldo de su partido.
Ouattara, candidato por la Agrupación de Houphouetistas por la Democracia y la Paz (RHDP), ha expresado su deseo de que las elecciones se realicen «en paz y serenidad», defendiendo su derecho a presentarse nuevamente basado en la reforma constitucional de 2016 que, según él, reinició el conteo de mandatos, permitiéndole postularse para un nuevo mandato, lo cual ha sido ampliamente criticado por la oposición.
Tras ganar un tercer mandato en 2020 con más del 94% de los votos en unos comicios boicoteados por la oposición, Ouattara busca revalidar su cargo en medio de tensiones políticas que han marcado las votaciones en años recientes, especialmente desde la guerra civil de 2010, cuando Gbagbo se negó a aceptar su derrota ante Ouattara. Gbagbo regresó al país en 2021 después de ser absuelto por el Tribunal Penal Internacional (TPI) de cargos por crímenes contra la humanidad relacionados con el conflicto.
Economía como baza clave
Jesús Romero, periodista y analista del continente africano, explica que «la mejor baza de Ouattara es la economía. Costa de Marfil es un país en crecimiento, con un fuerte programa de infraestructuras y una estabilidad que destaca en un entorno como el Sahel. Su posición además de su alianza no oficial con Francia le han convertido en un destino seguro para inversores de todo el mundo y, al mismo tiempo, han dado legitimidad a un Ouattara que ha ido avanzando hacia posiciones cada vez más autoritarias».
«En clave electoral destaca la falta de candidaturas creíbles contra Ouattara. La oposición llega debilitada tras el descarte de Laurent Gbabgo y Tidjane Thiam por parte de las autoridades electorales y la división existente entre el resto de candidatos. Aunque desde marzo existen negociaciones para una candidatura común contra Ouattara, las diferencias y rivalidades entre los partidos de la oposición han hecho fracasar estas iniciativas», agrega.
Romero concluye que «con todo ello, parece claro la designación de Ouattara para un nuevo ciclo al frente de Costa de Marfil, pero habrá que prestar mucha atención a la violencia. La historia costamarfileña está marcada por votaciones seguidas de violencia y ya en los últimos días de campaña las manifestaciones han aumentado a pesar de la prohibición explícita declarada por el Consejo de Seguridad a principios de mes».
