Publicado: octubre 19, 2025, 2:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/tony-blair-tablero-gaza-luces-sombras-expremier-20251019133928-nt.html
En el documento de veinte puntos con el que Donald Trump quiere afianzar una paz duradera en Gaza figura otro nombre propio que no es el suyo: Tony Blair, ex primer ministro británico, negociador del Acuerdo de Viernes Santo de 1998 en Irlanda del … Norte, exenviado del Cuarteto (intervención de Rusia, EE.UU., Reino Unido y la ONU) para Oriente Próximo y hoy director de un ‘think tank’ o laboratorio de ideas que lleva su nombre en Londres. Una trayectoria que, por su amplitud y también por su ambivalencia, explica la apuesta y la polémica que ha desatado su aparición en el proyecto. El plan de Trump prevé un ‘Consejo por la Paz’ presidido por él mismo e integrado, dijo, por «líderes muy distinguidos» de otros países. El único nombre que suena fuerte de momento es el de Blair, de 72 años, quien, en un mensaje público, calificó la idea de «audaz e inteligente».
Pero la promesa de su experiencia contrasta con el lastre de su legado, porque Blair, pese a su papel en la arquitectura de paz norirlandesa, continúa siendo en el Reino Unido y en gran parte del mundo una figura polarizadora por su decisión de acompañar a George W. Bush en la guerra de Irak. Cuando, en 2016, el ‘Informe Chilcot’ cuestionó de forma severa la premura de aquella decisión y la solidez de la base legal, Blair compareció y pronunció una frase que quedó fijada en la memoria pública: «Expreso más dolor, pesar y disculpa de la que puedan imaginar o creer», entonó con la voz quebrada, un ‘mea culpa’ que ni de lejos logró disipar las críticas, porque agregó: «Pero no puedo disculparme por haber tomado la decisión que tomé, ni por creer que era lo correcto».
El día después en Gaza
El cálculo político detrás de su posible designación se ha ido conociendo por capas. Según la prensa británica, Blair llevaba tiempo involucrado en conversaciones sobre «el día después» en Gaza, incluidas visitas a la Casa Blanca en verano para mantener reuniones con Jared Kushner, yerno de Trump, empresario y asesor político en asuntos de Oriente Medio.

Arquitecto de la paz norirlandesa
Fue el negociador del acuerdo del viernes santo de 1998 en Irlanda del Norte, pero le pasó factura su apoyo a George W. Bush en la guerra de Irak
En el terreno político, la Autoridad Palestina ha dado esta semana un primer visto bueno a que Blair participe en la fase de consolidación del alto el fuego y en la reconstrucción, después de un encuentro en Amán entre Hussein al-Sheikh, número dos de la organización y jefe del comité ejecutivo de la OLP –Organización para la Liberación de Palestina–, y el propio Blair. «Hemos confirmado nuestra disposición a trabajar con el presidente Trump, el señor Blair y los socios para consolidar el alto el fuego, la entrada de ayuda, la liberación de rehenes y prisioneros y, después, iniciar la recuperación y la reconstrucción», señaló al-Sheikh.
Ese primer espaldarazo, con todo, convive con reservas internas y externas. El mismo Donald Trump admitió no saber si Blair resultaría «aceptable y popular» para todas las partes, y las voces palestinas que han empezado a pronunciarse revelan un radio amplio de posiciones.
Omar Awadallah, viceministro de Exteriores de la Autoridad Palestina, declaró que «todos los palestinos deberían dar la bienvenida a los esfuerzos del señor Trump, porque lo vemos como una oportunidad para poner fin al derramamiento de sangre en Gaza», si bien reclamó «trabajar en los detalles de una eventual autoridad de transición para «cambiar la dinámica» y abrir «un diálogo sobre los pormenores» del plan.
En el lado opuesto del espectro, Hamás ha dejado claro su rechazo. Husam Badran, miembro de su ‘buró’ político, fue citado por Al Jazeera con una frase que se viralizó, ya que lo llamó «el hermano del diablo», y que acompasó otras descalificaciones de fondo sobre su papel potencial, al tiempo que la relatora especial de la ONU para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, escribió en la red social X: «¿Tony Blair? De ninguna manera. Manos fuera de Palestina. ¿Nos vemos en La Haya, quizá?», una alusión explícita a la Corte Penal Internacional.
Control británico remoto
El exministro palestino de Exteriores Nasser al-Qudwa advirtió que cualquier consejo internacional encabezado por Blair «recordaría a los palestinos el mandato británico más que cualquier otra cosa», en alusión al periodo de control colonial, y en su opinión, gobernar Gaza «por control remoto» reproduciría la lógica de tutela extranjera que los palestinos llevan décadas tratando de superar.
El mapa de apoyos y objeciones no se agota en las partes en conflicto. En el Reino Unido, donde Blair continúa dividiendo a la opinión pública, el rastreador de fama y popularidad de YouGov muestra que sólo un 13% de la ciudadanía declara tener una opinión favorable de él, mientras que un 53% manifiesta una opinión desfavorable.
Pero Blair conserva simpatizantes que subrayan su valor. John McTernan, que fue su secretario político, sostiene que el ex primer ministro «nunca retrocederá ante algo porque la gente diga que es difícil», y reivindica, como credencial de fondo, que «resolvió un conflicto de 800 años entre Gran Bretaña e Irlanda», lo que le convierte, afirma, en «un hombre que ha llevado a cabo un proceso de paz y conoce todos los aspectos relacionados con la negociación y la ejecución».
Relatora de la ONU
Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, escribió el 25 de septiembre en X: «¿Tony Blair? No, de ninguna manera. Manos fuera de Palestina. ¿Nos vemos en La Haya, quizá?». La frase alude a la sede de la Corte Penal Internacional, ubicada en los Países Bajos.
Estados Unidos
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha mostrado su apoyo a Blair pero también cautela. En declaraciones a la prensa, afirmó que «siempre me ha gustado Tony, pero quiero averiguar si él es una opción aceptable para todo el mundo». También añadió que podría elegir otra figura si los líderes árabes no respaldan su participación en el nuevo «Consejo para la Paz». Días antes, Trump se refirió al ex primer ministro británico en términos elogiosos: «Tony es un hombre inteligente, con mucha experiencia. Creo que puede hacer un buen trabajo, si todos lo aceptan».
Palestina
Nasser al-Qudwa, político y diplomático palestino, sobrino del histórico líder Yasser Arafat, advirtió que «la regla número uno para cualquiera que quiera tener algo que ver con gobernar Gaza es que debe estar allí. Porque no se puede gobernar un lugar por control remoto». Y añadió que «no creo que la idea de tener un consejo encabezado por el señor Tony Blair sea una muy buena idea. Les recuerda a los palestinos, más que nada, el mandato británico».
Israel
Yossi Cohen, exjefe del Mossad y antiguo asesor de seguridad del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, expresó una visión opuesta. En declaraciones a medios israelíes afirmó que «la iniciativa de Tony Blair y su voluntad es muy apreciada. Que Dios lo bendiga». En otra entrevista con la BBC, Cohen reiteró su apoyo: «Me encanta la idea, Blair es una persona maravillosa. Si está dispuesto a asumir esta responsabilidad, que es enorme, creo que hay esperanza para Gaza. Creo que podría soportar esa carga con fortaleza».
A ese coro se suman quienes enfatizan su pragmatismo y su disposición a tratar con actores impopulares. El periodista y biógrafo John Rentoul ha señalado que «Blair hablará con cualquiera» y que «una de sus fortalezas es que no se inmuta al trabajar con personas a las que sus amigos liberales detestan, como Trump y Netanyahu».
Desde el lado israelí, la valoración es favorable. El ex primer ministro Ehud Barak declaró al ‘Washington Post’ que «a los israelíes les cuesta aceptar la idea de que la Autoridad Palestina tenga algún papel. Eso podría suavizarse si hubiera alguien como Blair en medio. Lo respetan». En la misma línea, el periódico señala que algunos diplomáticos israelíes consideran que su presencia podría facilitar una transición política en Gaza sin poner en riesgo las garantías de seguridad de Israel, gracias a su relación de confianza, entre otros, con Benjamin Netanyahu.
Otra orilla del debate agrupa a críticos que, partiendo de su etapa como enviado del Cuarteto y de su defensa, a menudo prioritaria, de una agenda económica, le atribuyen una mirada parcial. Josh Paul, exfuncionario estadounidense con experiencia en Irak y en la coordinación de seguridad en Israel y Palestina, escribió en ‘The Guardian’ que un eventual «proyecto Kushner-Blair» sería percibido como «un gobierno ocupacional occidental» impuesto y que «no funcionará, ni debería merecer confianza».
Que Blair arrastre esa mochila no es un asunto teórico, sino una condición material en la opinión pública árabe. En Bagdad, un ciudadano entrevistado por Reuters sintetizó que «fue uno de los principales contribuyentes a la destrucción de Irak, que él mismo admitió; no es una buena elección tenerlo como pacificador para la Franja de Gaza». Trump ha sugerido que solo avanzará con piezas aceptables para una mayoría de actores, una cláusula que, trasladada a la figura de Blair, devuelve el foco a la pregunta inicial: ¿es él el personaje adecuado para esta misión o más bien la pieza que resta aceptación al conjunto?
«Satanás no estaba disponible»
entro del Reino Unido, el clima político y mediático sigue reflejando la persistencia del estigma. Cuando la BBC preguntó a la escritora y profesora Ash Sarkar por el sentido de su involucramiento en el plan para Gaza, respondió con sarcasmo: «Es porque Satanás no estaba disponible». La frase resume la dificultad de Blair para recuperar un capital simbólico deteriorado.
Tras abandonar Downing Street, Blair ha dirigido el Tony Blair Institute for Global Change, dedicado a asesorar a gobiernos y líderes en procesos de modernización y gobernanza, y, en paralelo, su labor como conferenciante y asesor de grandes corporaciones le ha reportado críticas por sus vínculos con consultoras privadas y gobiernos extranjeros de cuestionable perfil democrático, entre ellos el de Muamar el Gadafi en Libia.
Nada de lo anterior desmiente que, entre sus luces, Blair ofrezca atributos no triviales para una negociación tan compleja: conocimiento de los procesos de paz, experiencia en el trato con actores antagonistas que confían en él y una red de relaciones que puede facilitar desbloqueos puntuales. Del mismo modo, en su zona de sombras, acumula los pasivos de una guerra impopular, de un paso discutido por el Cuarteto y de una imagen de excesiva proximidad a gobiernos autoritarios.