José Daniel Ferrer desde el destierro: «Regresaré a Cuba por mar sin previo aviso» - Colombia
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José Daniel Ferrer desde el destierro: «Regresaré a Cuba por mar sin previo aviso»

Luis Robles fue empujado al exilio y, aunque se libró del régimen que lo oprimía, su mirada no es de alegría, sino de severidad. Su hermano sigue en prisión y sabe que lo que está haciendo tendrá consecuencias para su pariente. Aterrizó el lunes en … Madrid y por primera vez habla con la prensa en un evento organizado por Prisoners Defenders en la Asociación de la Prensa de Madrid.
Bajo su americana, viste una camiseta que dice «Patria y vida», el lema que unió a los cubanos que se alzaron en las protestas antigubernamentales de 2021, en oposición a la consigna de Fidel Castro «Patria o muerte». Cuando estalló aquel movimiento, Robles ya estaba en prisión. Había sido detenido por sostener un cartel que decía «Libertad, no más represión» y pedir la liberación de otro detenido.
«Soy uno de los tantos cubanos que decidió expresarse pacíficamente», recuerda. «No estaba vinculado con nada político; solo quise expresar lo que sentía y exigir libertad». Un gesto que le valió una condena de cinco años en prisión.

En la cárcel, asegura, fue víctima de castigos, malos tratos y negación de atención médica. «Me hicieron vivir una pesadilla, como si fuera uno de los terroristas más graves del país», dice. «Gracias a Dios pude traer a mi hijo y a mi madre a Madrid. Ahora siento un poco menos de presión, sin el gobierno cubano detrás diciéndome qué hacer o qué decir».
El disidente asegura que, en su gran mayoría, la gente está contra el Gobierno, pero que nadie se expresa porque el miedo está instaurado entre ellos. «En Cuba no eres libre de tener voz propia. El régimen no quiere que te salgas del libreto que ellos dictan», señala.
Preguntado si valió la pena, responde con una mirada distante: «No vale la pena tanto castigo sin merecerlo. Pero quise demostrarle al mundo que con solo expresar una opinión diferente ya eres un enemigo para la dictadura».
Robles pasó cuatro años y medio en prisión y otro medio en libertad provisional. Tenía 28 años y un hijo pequeño cuando fue encarcelado. Describe las cárceles cubanas como «centros de exterminio». «Te torturan, te matan de hambre. Ahí no puedes exigir derechos. La tortura es normal. Te destruye física y mentalmente. Son un infierno las prisiones de Cuba».
Según Robles, el objetivo del régimen es «controlar tu pensamiento, someterte y silenciarte». Su anhelo es «que desaparezca este régimen fascista y podamos volver a vivir en mi país. Esa tierra nos pertenece a todos, no a una dictadura que gobierna por las armas y que no representa al pueblo».

Organizar una revolución

Con esa idea también sueña José Daniel Ferrer, un histórico disidente cubano que también fue desterrado. Desde Estados Unidos se une a la conversación mediante videollamada. El ex preso político pasó más de una década en prisión por promover movilizaciones contra la dictadura, hasta que finalmente se ve forzado a salir del país.
«En prisión me torturaban, me golpeaban. Vivía entre criminales muy peligrosos, comprados por la policía para que hicieran el trabajo más sucio que uno pueda imaginarse», relata. «Es muy duro mantenerse en pie, mantener una postura firme en esas condiciones».
Cuando le preguntan por qué decidió salir de Cuba, Ferrer responde que es una combinación de factores. «La decisión de desterrarme ya estaba tomada antes de aplicar ese plan intenso y cruel de torturas y humillaciones», explica. Según él, el régimen busca forzarlo a pedir mediación a la Iglesia católica y a Estados Unidos para aliviar las sanciones económicas. «Querían humillarme al máximo, doblegarme, obligarme a aceptar el uniforme de preso y dejar de resistirme».
Durante los últimos meses de reclusión, Ferrer, debilitado por una huelga de hambre, asegura que está siendo sometido a métodos de tortura extremos. «Después de diez días de golpizas, me introducen comida por la fuerza. Once presos comunes me sujetan mientras otros dos me golpean. Me tapan la nariz y la boca, y, como no puedo respirar, termino tragando».
Ferrer explica que los presos tienen la orden de que, si vomita, recojan el vómito del suelo y se lo vuelvan a introducir. Pero, debilitado y con las defensas al límite, decide contenerse para no provocarse el vómito. «Llega un punto en que tengo que aceptar. O muero o cedo. Tengo hijos pequeños, y sería un pésimo padre si no garantizaba su salida de Cuba».
Su exilio, dice, es una decisión dolorosa pero inevitable. «El trabajo que levantamos durante tres meses y medio se vino abajo. Sin comunicación con nuestra red clandestina, todo se volvió inacción e inmovilidad. No podía permitirlo». Pero, pese a todo, promete que su salida no es definitiva. Planea reorganizar la disidencia dentro y fuera de la isla. «Cuando estemos organizados, regresaré sin pedir permiso. Entraré en una lancha con cuantos cubanos quieran acompañarme. Solo llevaré los versos de José Martí y un teléfono satelital para decir: «estoy llegando». Si luego no saben de mí, estoy preso o me han asesinado».

Publicado: octubre 15, 2025, 2:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/jose-daniel-ferrer-destierro-regresare-cuba-mar-20251015211630-nt.html

Luis Robles fue empujado al exilio y, aunque se libró del régimen que lo oprimía, su mirada no es de alegría, sino de severidad. Su hermano sigue en prisión y sabe que lo que está haciendo tendrá consecuencias para su pariente. Aterrizó el lunes en Madrid y por primera vez habla con la prensa en un evento organizado por Prisoners Defenders en la Asociación de la Prensa de Madrid.

Bajo su americana, viste una camiseta que dice «Patria y vida», el lema que unió a los cubanos que se alzaron en las protestas antigubernamentales de 2021, en oposición a la consigna de Fidel Castro «Patria o muerte». Cuando estalló aquel movimiento, Robles ya estaba en prisión. Había sido detenido por sostener un cartel que decía «Libertad, no más represión» y pedir la liberación de otro detenido.

«Soy uno de los tantos cubanos que decidió expresarse pacíficamente», recuerda. «No estaba vinculado con nada político; solo quise expresar lo que sentía y exigir libertad». Un gesto que le valió una condena de cinco años en prisión.

En la cárcel, asegura, fue víctima de castigos, malos tratos y negación de atención médica. «Me hicieron vivir una pesadilla, como si fuera uno de los terroristas más graves del país», dice. «Gracias a Dios pude traer a mi hijo y a mi madre a Madrid. Ahora siento un poco menos de presión, sin el gobierno cubano detrás diciéndome qué hacer o qué decir».

El disidente asegura que, en su gran mayoría, la gente está contra el Gobierno, pero que nadie se expresa porque el miedo está instaurado entre ellos. «En Cuba no eres libre de tener voz propia. El régimen no quiere que te salgas del libreto que ellos dictan», señala.

Preguntado si valió la pena, responde con una mirada distante: «No vale la pena tanto castigo sin merecerlo. Pero quise demostrarle al mundo que con solo expresar una opinión diferente ya eres un enemigo para la dictadura».

Robles pasó cuatro años y medio en prisión y otro medio en libertad provisional. Tenía 28 años y un hijo pequeño cuando fue encarcelado. Describe las cárceles cubanas como «centros de exterminio». «Te torturan, te matan de hambre. Ahí no puedes exigir derechos. La tortura es normal. Te destruye física y mentalmente. Son un infierno las prisiones de Cuba».

Según Robles, el objetivo del régimen es «controlar tu pensamiento, someterte y silenciarte». Su anhelo es «que desaparezca este régimen fascista y podamos volver a vivir en mi país. Esa tierra nos pertenece a todos, no a una dictadura que gobierna por las armas y que no representa al pueblo».

Organizar una revolución

Con esa idea también sueña José Daniel Ferrer, un histórico disidente cubano que también fue desterrado. Desde Estados Unidos se une a la conversación mediante videollamada. El ex preso político pasó más de una década en prisión por promover movilizaciones contra la dictadura, hasta que finalmente se ve forzado a salir del país.

«En prisión me torturaban, me golpeaban. Vivía entre criminales muy peligrosos, comprados por la policía para que hicieran el trabajo más sucio que uno pueda imaginarse», relata. «Es muy duro mantenerse en pie, mantener una postura firme en esas condiciones».

Cuando le preguntan por qué decidió salir de Cuba, Ferrer responde que es una combinación de factores. «La decisión de desterrarme ya estaba tomada antes de aplicar ese plan intenso y cruel de torturas y humillaciones», explica. Según él, el régimen busca forzarlo a pedir mediación a la Iglesia católica y a Estados Unidos para aliviar las sanciones económicas. «Querían humillarme al máximo, doblegarme, obligarme a aceptar el uniforme de preso y dejar de resistirme».

Durante los últimos meses de reclusión, Ferrer, debilitado por una huelga de hambre, asegura que está siendo sometido a métodos de tortura extremos. «Después de diez días de golpizas, me introducen comida por la fuerza. Once presos comunes me sujetan mientras otros dos me golpean. Me tapan la nariz y la boca, y, como no puedo respirar, termino tragando».

Ferrer explica que los presos tienen la orden de que, si vomita, recojan el vómito del suelo y se lo vuelvan a introducir. Pero, debilitado y con las defensas al límite, decide contenerse para no provocarse el vómito. «Llega un punto en que tengo que aceptar. O muero o cedo. Tengo hijos pequeños, y sería un pésimo padre si no garantizaba su salida de Cuba».

Su exilio, dice, es una decisión dolorosa pero inevitable. «El trabajo que levantamos durante tres meses y medio se vino abajo. Sin comunicación con nuestra red clandestina, todo se volvió inacción e inmovilidad. No podía permitirlo». Pero, pese a todo, promete que su salida no es definitiva. Planea reorganizar la disidencia dentro y fuera de la isla. «Cuando estemos organizados, regresaré sin pedir permiso. Entraré en una lancha con cuantos cubanos quieran acompañarme. Solo llevaré los versos de José Martí y un teléfono satelital para decir: «estoy llegando». Si luego no saben de mí, estoy preso o me han asesinado».

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