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Ucrania espera los Tomahawks de EE.UU. para frenar a Rusia

Donald Trump ha tomado «una especie de decisión» sobre el envío de misiles Tomahawk a Ucrania. Kiev y Moscú siguen de cerca la postura de Washington, aunque por razones opuestas. El Kremlin califica el tema de «extremadamente preocupante», según su portavoz Dmitry Peskov, mientras … que Volodímir Zelenski ha mantenido dos conversaciones «muy productivas» con Trump sobre el refuerzo de las capacidades de largo alcance de Ucrania.
Trump recibirá este viernes a Zelenski en la Casa Blanca para discutir el suministro y uso del armamento, pero el presidente ucraniano sostiene que los poderosos misiles de crucero estadounidenses se emplearán únicamente contra objetivos militares rusos.
El mandatario norteamericano ha expresado un cambio de estrategia sobre esta guerra. Los pobres resultados de la cumbre de Alaska en agosto parecen haberse desvanecido y, tras el éxito que se ha apuntado en Oriente Próximo, el de Ucrania es el próximo gran conflicto que se propone resolver, amenazando con aumentar la presión sobre Rusia. «Si la guerra no se resuelve, podríamos hacerlo. Puede que no, pero podríamos hacerlo… ¿Quieren que los Tomahawks se dirijan hacia ellos? No lo creo», manifestó el líder estadounidense a bordo del avión presidencial el pasado domingo.

Además de sopesar la entrega de estos misiles, el líder de EE.UU. se abre a proporcionar a Kiev la información de inteligencia necesaria sobre objetivos la infraestructura energética rusa, de acuerdo con medios estadounidenses.
El propio debate sobre la entrega o no de los misiles a Ucrania podría tener ya influencia sobre la planificación del conflicto por parte de Moscú y dar una muestra a Washington sobre los costos políticos de dicha decisión.
Yehor Cherniev, vicepresidente del Comité de Seguridad Nacional, Defensa e Inteligencia del Parlamento ucraniano explicó a ‘The Telegraph’ cuál podría ser el guion si los Tomahawk llegan a Ucrania. «Primero nos darán cohetes, pero unos pocos, o un par de docenas, pero no nos permitirán dispararlos de una vez y veremos la reacción del Kremlin», manifestó. El objetivo es aumentar la presión sobre Rusia y atraer a Putin a una mesa de negociaciones, apunta el diputado.

Un misil Tomahawk es disparados desde el USS Cape St. Georg

Reuters

Los Tomahawk son misiles de crucero subsónico de largo alcance que pueden llegar a recorrer entre 1.600 y 2.500 kilómetros. Son empleados para ataques terrestres y muy difíciles de neutralizar por las defensas aéreas. Unas armas de precisión que dejarían Moscú y una gran parte de la Rusia europea, incluyendo objetivos de alto valor y centros de mando, al alcance de Kiev. La cuestión primordial es que la última palabra sobre su uso recaerá en la Casa Blanca.
El presidente ruso ya adelantó que el suministro supondría la destrucción de las relaciones con EE.UU. «Moscú advierte a Trump sobre una confrontación más aguda y espera que tome la decisión que considera ‘correcta’. Esto también marca un cambio de patrón: mientras que antes Putin prefería apaciguar a Trump con algunas iniciativas, ahora recurre a las advertencias», explica la experta en política rusa Tatiana Stanovaya en su cuenta de X.
Todas las discusiones acerca del nuevo suministro de armas de Estados Unidos a Ucrania, financiados por la OTAN, se traducen irremediablemente en tiempo de espera. Mientras, la guerra continúa y las ofensivas aéreas mutuas contra infraestructura energética se incrementan a medida que baja el mercurio.

La energía en jaque

La central térmica de Bryansk fue atacada por Ucrania hasta en dos ocasiones el pasado lunes. Y el 5 de octubre otro golpe ucraniano dejó sin corriente eléctrica a 40.000 residentes de Bélgorod. Ambas regiones rusas comparten frontera con el país invadido. Kiev comienza a responder así a los ataques rusos lanzados durante años en otoño e invierno.
Las fuerzas especiales de Zelenski también mantienen una exitosa campaña contra el sector petrolero ruso desde agosto, con bombardeos casi diarios. El medio ruso RBC afirma que el 38% de la capacidad de refinado de Moscú está fuera de servicio debido a los ataques.
Las temperaturas en Ucrania ya han comenzado a caer y los ataques rusos contra su infraestructura energética aumentan por cuarto año consecutivo. Los bombardeos de la pasada semana contra instalaciones de gas en las regiones de Járkov y Poltava han noqueado el 60% de la capacidad ucraniana de producción de gas.
Los efectos ya se notan. El alcalde de Leópolis anunció el viernes un retraso de varias semanas en el encendido de la calefacción (gran parte del sistema que calienta los hogares ucranianos está centralizado). Además, los bombardeos contra la red eléctrica se han intensificado. Hasta nueve regiones se quedaron sin suministro eléctrico tras el último ataque de día 10 de octubre y la mitad de la capital sufrió un apagón y cortes de agua. Se espera que estas ofensivas aéreas con centenares de drones aumenten durante el otoño. DTEK, la compañía privada de energía afirma que desde 2022 los rusos han golpeado sus centrales más de 200 veces.
La compañía estatal de trenes de Ucrania también registra un repunte de los ataques enemigos a sus instalaciones y vías férreas. La primera ministra de Ucrania, Yulia Sviridenko describió la estrategia de Moscú diciendo que «los rusos atacan deliberadamente los sectores que sustentan nuestra economía y conectan a nuestra gente -la energía y la logística- para sumir nuestras ciudades en la oscuridad e interrumpir el movimiento en todo el país».

Publicado: octubre 14, 2025, 10:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/drones-ucranianos-adentran-vez-rusia-espera-incierta-20251009162615-nt.html

Donald Trump ha tomado «una especie de decisión» sobre el envío de misiles Tomahawk a Ucrania. Kiev y Moscú siguen de cerca la postura de Washington, aunque por razones opuestas. El Kremlin califica el tema de «extremadamente preocupante», según su portavoz Dmitry Peskov, mientras que Volodímir Zelenski ha mantenido dos conversaciones «muy productivas» con Trump sobre el refuerzo de las capacidades de largo alcance de Ucrania.

Trump recibirá este viernes a Zelenski en la Casa Blanca para discutir el suministro y uso del armamento, pero el presidente ucraniano sostiene que los poderosos misiles de crucero estadounidenses se emplearán únicamente contra objetivos militares rusos.

El mandatario norteamericano ha expresado un cambio de estrategia sobre esta guerra. Los pobres resultados de la cumbre de Alaska en agosto parecen haberse desvanecido y, tras el éxito que se ha apuntado en Oriente Próximo, el de Ucrania es el próximo gran conflicto que se propone resolver, amenazando con aumentar la presión sobre Rusia. «Si la guerra no se resuelve, podríamos hacerlo. Puede que no, pero podríamos hacerlo… ¿Quieren que los Tomahawks se dirijan hacia ellos? No lo creo», manifestó el líder estadounidense a bordo del avión presidencial el pasado domingo.

Además de sopesar la entrega de estos misiles, el líder de EE.UU. se abre a proporcionar a Kiev la información de inteligencia necesaria sobre objetivos la infraestructura energética rusa, de acuerdo con medios estadounidenses.

El propio debate sobre la entrega o no de los misiles a Ucrania podría tener ya influencia sobre la planificación del conflicto por parte de Moscú y dar una muestra a Washington sobre los costos políticos de dicha decisión.

Yehor Cherniev, vicepresidente del Comité de Seguridad Nacional, Defensa e Inteligencia del Parlamento ucraniano explicó a ‘The Telegraph’ cuál podría ser el guion si los Tomahawk llegan a Ucrania. «Primero nos darán cohetes, pero unos pocos, o un par de docenas, pero no nos permitirán dispararlos de una vez y veremos la reacción del Kremlin», manifestó. El objetivo es aumentar la presión sobre Rusia y atraer a Putin a una mesa de negociaciones, apunta el diputado.


Un misil Tomahawk es disparados desde el USS Cape St. Georg


Reuters

Los Tomahawk son misiles de crucero subsónico de largo alcance que pueden llegar a recorrer entre 1.600 y 2.500 kilómetros. Son empleados para ataques terrestres y muy difíciles de neutralizar por las defensas aéreas. Unas armas de precisión que dejarían Moscú y una gran parte de la Rusia europea, incluyendo objetivos de alto valor y centros de mando, al alcance de Kiev. La cuestión primordial es que la última palabra sobre su uso recaerá en la Casa Blanca.

El presidente ruso ya adelantó que el suministro supondría la destrucción de las relaciones con EE.UU. «Moscú advierte a Trump sobre una confrontación más aguda y espera que tome la decisión que considera ‘correcta’. Esto también marca un cambio de patrón: mientras que antes Putin prefería apaciguar a Trump con algunas iniciativas, ahora recurre a las advertencias», explica la experta en política rusa Tatiana Stanovaya en su cuenta de X.

Todas las discusiones acerca del nuevo suministro de armas de Estados Unidos a Ucrania, financiados por la OTAN, se traducen irremediablemente en tiempo de espera. Mientras, la guerra continúa y las ofensivas aéreas mutuas contra infraestructura energética se incrementan a medida que baja el mercurio.

La energía en jaque

La central térmica de Bryansk fue atacada por Ucrania hasta en dos ocasiones el pasado lunes. Y el 5 de octubre otro golpe ucraniano dejó sin corriente eléctrica a 40.000 residentes de Bélgorod. Ambas regiones rusas comparten frontera con el país invadido. Kiev comienza a responder así a los ataques rusos lanzados durante años en otoño e invierno.

Las fuerzas especiales de Zelenski también mantienen una exitosa campaña contra el sector petrolero ruso desde agosto, con bombardeos casi diarios. El medio ruso RBC afirma que el 38% de la capacidad de refinado de Moscú está fuera de servicio debido a los ataques.

Las temperaturas en Ucrania ya han comenzado a caer y los ataques rusos contra su infraestructura energética aumentan por cuarto año consecutivo. Los bombardeos de la pasada semana contra instalaciones de gas en las regiones de Járkov y Poltava han noqueado el 60% de la capacidad ucraniana de producción de gas.

Los efectos ya se notan. El alcalde de Leópolis anunció el viernes un retraso de varias semanas en el encendido de la calefacción (gran parte del sistema que calienta los hogares ucranianos está centralizado). Además, los bombardeos contra la red eléctrica se han intensificado. Hasta nueve regiones se quedaron sin suministro eléctrico tras el último ataque de día 10 de octubre y la mitad de la capital sufrió un apagón y cortes de agua. Se espera que estas ofensivas aéreas con centenares de drones aumenten durante el otoño. DTEK, la compañía privada de energía afirma que desde 2022 los rusos han golpeado sus centrales más de 200 veces.

La compañía estatal de trenes de Ucrania también registra un repunte de los ataques enemigos a sus instalaciones y vías férreas. La primera ministra de Ucrania, Yulia Sviridenko describió la estrategia de Moscú diciendo que «los rusos atacan deliberadamente los sectores que sustentan nuestra economía y conectan a nuestra gente -la energía y la logística- para sumir nuestras ciudades en la oscuridad e interrumpir el movimiento en todo el país».

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