Publicado: octubre 12, 2025, 6:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/jose-m-de-areilza-precio-exito-20251011062613-nt.html
MONNET & CO.
Trump encarna cada vez más la figura del «hombre fuerte», un estilo de liderazgo que se extiende tanto a democracias como autocracias
Donald Trump ha celebrado la aprobación por Israel de la primera fase de su plan para poner fin a la guerra de Gaza. No ha podido alzarse este año con el Premio Nobel de la Paz, pero ha mostrado una gran satisfacción al conseguir … el alto el fuego, mientras proclamaba que ya ha puesto fin a ocho guerras, una serie que no sabría enumerar. El éxito innegable de su presión –por fin– sobre el gobierno de Benjamin Netanyahu y la milicia terrorista de Hamás, con el apoyo de países aliados en la región, puede hacer pensar que su manera de gestionar el poder es más eficaz y produce mejores resultados. La demostración de capacidad ejecutiva, combinada con amenazas y coerción, sería superior a una negociación diplomática paciente, que aborda todos los detalles para lograr un pacto equilibrado y duradero. Los incentivos económicos que persiguen los familiares de los negociadores estadounidenses no presentarían un problema, al revés, se entenderían como un acicate razonable. Pero resulta peligroso para el mundo que tenga éxito su peculiar manera de gestionar el poder, guiado por la búsqueda de dinero y gloria.
Trump encarna cada vez más la figura del «hombre fuerte», un estilo de liderazgo que se extiende tanto a democracias como autocracias. Vladímir Putin sería el arquetipo, explica Gideon Rachman, de otros dirigentes mundiales rodeados de aduladores, con mandatos vitalicios y sin freno a sus ambiciones y deseos. El culto a la personalidad del amado líder sustituye a la deliberación racional. Estos hombres fuertes proponen soluciones sencillas a problemas complejos y culpan de los males del país a enemigos internos –inmigrantes, minorías– o externos –países rivales, conspiraciones globales–. Les mueve el afán de pasar a la historia, tienden a calcular mal las consecuencias de sus decisiones y no reciben información suficiente ni puntos de vista alternativos al suyo. No entienden bien cómo cambian las situaciones a su alrededor, lo que suele ser el principio del fin. Sin duda los europeos podrían aprender algo de la capacidad ejecutiva de Trump, pero solo lo suficiente para poder actuar con eficacia de un modo muy diferente.
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