Publicado: octubre 11, 2025, 8:45 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/enteraron-era-judia-dejaron-hablar-20251011032019-nt.html
Una pancarta cuelga del techo de la Universidad Complutense. En ella se distingue una esvástica nazi junto a la palabra «sionismo». «Simplemente el hecho de acudir a clase es un reto», confiesa una estudiante judía que prefiere mantener su anonimato por temor a ser … juzgada.
Estas situaciones, junto a las manifestaciones estudiantiles y los panfletos que se divulgan en distintos centros educativos, son ejemplos del desconocimiento de los términos –y sus significados– que se esgrimen para abordar la guerra de Gaza. Ante esta desinformación, el antisemitismo se extiende y el miedo se extiende entre la comunidad judía en España.
El conflicto entre Israel y Palestina se reavivó con el ataque que realizó el grupo terrorista Hamás sobre territorio israelí la fatídica noche del 7 de octubre de 2023, en la que mataron a 1.200 personas y secuestraron a 251 –de las que 47 siguen en cautiverio en territorio palestino y solo se creen que 20 sigan con vida–. Esta ofensiva provocó una respuesta masiva del Gobierno de Netanyahu, con bombardeos, privación de ayuda humanitaria, bloqueo de suministros, desplazamientos forzosos y operaciones terrestres, que han provocado la muerte de 67.682 civiles gazatíes –de los que 18.430 eran niños–, según cifras del Ministerio de Salud del enclave, controlado por Hamás, cuyas cifras la ONU considera fiables.
Ante este conflicto bélico, la opinión pública de los españoles ha ido variando. En 2024, se cometió el mayor número de ataques antisemitas desde hace décadas, concretamente 193 casos –un 321% más respecto a 2023– según un informe que publicó en julio el Observatorio de Antisemitismo. Estos actos incluyen acoso, exclusión y amenazas a la comunidad hebrea.
No obstante, los indicadores de percepción social no corroboran este aumento. Así lo confirma un estudio del Real Instituto Elcano, emitido en julio. El documento recoge que tan solo un 16% de la población española considera que ha aumentado el antisemitismo, frente a un 84% que cree que no se ha incrementado o lo ha hecho en poca magnitud. Sin embargo, la desinformación y confusión de términos –como «judío», «sionismo» o «antisemita»– ha derivado en situaciones de exclusión e incluso rechazo a la población judía. «El conflicto se está intensificando y, al mismo tiempo, se está trivializando. Para muchos, se ha puesto «de moda» hablar de Palestina sin contexto, sin matices, sin entender. Eso ha abierto la puerta a un antisemitismo que ya no se disfraza, sino que se expresa sin tapujos», confiesa a ABC una mujer judía.
La confusión entre la crítica al Gobierno de Netanyahu y la antipatía al pueblo judío está teniendo un impacto negativo en la sociedad española. Una de las palabras que frecuentemente aparece en este debate, y con la que algunas personas se identifican, es «antisionismo». No obstante, pese a su uso generalizado, su significado no siempre es bien comprendido.
Antisionista o antisemita
Según la RAE, el antisionismo se define como la oposición al movimiento político judío centrado en sus orígenes en la formación de un Estado de Israel y, tras su proclamación en 1948, en su apoyo y defensa. Por tanto, cuando esta oposición va más allá de lo político y se convierte en una negación del derecho de la población judía a tener un Estado, puede asemejarse al antisemitismo, entendido como hostilidad o prejuicio hacia los judíos, su cultura o su influencia.
«A nuestros hijos les hacen ‘bullying’, llamándoles genocidas y asesinos», aseguran padres a los que el colegio no da respuesta
Esta desinformación y el concepto de estos términos están creando el temor de la comunidad judía en expresarse, por ello muchas de estas personas están optando por guardar su identidad y no desvelarla a la sociedad: «Mucha gente ha dejado de hablarme al conocer mi identidad. El simple hecho de formar parte de la comunidad judía ha provocado que algunos amigos, sobre todo del entorno de izquierdas, se alejen», declara una mujer víctima de esta aversión al mismo tiempo que lamenta la nueva realidad a la que se enfrenta cada día: «Tengo que hablar con cuidado, aisladamente, sin revelar quién soy realmente. Vivo con miedo».
Aunque el antisemitismo se ha mostrado en muchos espacios, se ha intensificado en el ámbito escolar. Un ejemplo son los centros educativos que difunden panfletos con claro valor político y propalestino: «Actividades escolares como la que se realizó en la fiesta de fin de curso de junio de un colegio de la Comunidad de Madrid, donde había una mesa de derechos humanos centrada exclusivamente en Gaza, con mensajes como ‘Desde el río hasta al mar’. ¿El gran problema? Que están involucrando a niños y niñas muy pequeños en este tipo de posicionamientos». Ante este tipo de discurso los menores de la comunidad hebrea se sienten juzgados, señalados e incluso acosados: «A los niños les hacen ‘bullying’ llamándoles genocidas y asesinos». Madres y padres de la comunidad judía se sienten hartos de esta situación y, al intentar revocarla, denuncian que los centros «no responden».
Amenazas y señalamientos
Sin embargo, no solo en colegios surgen este tipo de hechos: universitarios judíos también sufren amenazas y señalamientos: «Hay días que no quiero ni asistir a clase por el mero hecho de aguantar las miradas de mis compañeros o sentirme juzgada constantemente». El aislamiento es más constante, pese al deseo de los jóvenes por integrarse: «Tener nuestra identidad se siente como un castigo, crea una división social que es imposible de romper».
Aun cuando el mayor epicentro del antisemitismo reside en las escuelas, en los centros religiosos como las sinagogas también se vive cierta tensión: «La mezquita de la M-30 no tiene vigilancia. En cambio, en cada sinagoga hay Policía y seguridad privada de la Comunidad. Esa diferencia lo dice todo. No hay espacio para el diálogo, pero no porque no se quiera, sino porque hay miedo a hablar, miedo a decir quiénes somos».
A pesar de que criticar las acciones del Gobierno de Israel es legítimo en un marco democrático, la desinformación intensifica el antisemitismo, llegando a compararse con otras circunstancias del pasado: «No estamos en Berlín, en 1933. Pero podríamos llegar».