Un Nobel de la Paz revolucionario - Colombia
Registro  /  Login

Portal de Negocios en Colombia


Un Nobel de la Paz revolucionario

10/10/2025

Actualizado a las 17:04h.

A diferencia de los otros premios Nobel, el de la paz no sólo reconoce valientes trayectorias en defensa de los derechos humanos, la convivencia o la resolución de conflictos. También es una manera de intervenir en la realidad y en el presente, una forma … de enviar un mensaje sobre las cosas que andan mal en el mundo y de organizar un poco la confusión moral del presente. Este año, otorgándole el premio a María Corina Machado, un acierto que hay que aplaudir con entusiasmo, se está apoyando la lucha de la democracia liberal contra el populismo y se está reconociendo la valentía enorme que se requiere para hacer oposición política y defender la libertad en medio de la asfixia dictatorial.

No es poca cosa, y menos tratándose de un continente como América Latina, donde tradicionalmente han sido los caudillos nacional populares, no los demócratas, los que con sus soflamas redentoras y antiimperialistas han deslumbrado a la audiencia internacional. Hay que recordar el fervor con el que se recibió a Hugo Chávez en 2004 en España, cuando en Venezuela la democracia liberal ya había sido reemplazada por una democracia plebiscitaria, y las complicidades que aún mantiene el abyecto Nicolás Maduro con personajes como Monedero y Zapatero. Este premio cambia por fin la perspectiva con la que se observa el continente americano, reconociendo la lucha de una mujer demoliberal y proscribiendo el populismo en uno de los nichos desde donde se expandió a España y al mundo. Quizás influyó en la decisión de los noruegos el hecho de que esta patología se está presentando en sistemas políticos que parecían inmunes a los males latinoamericanos. Hoy resulta más claro que los males políticos son contagiosos, y que para desarrollar anticuerpos democráticos hay que combatir el populismo allí donde se presente, sin importar que se trate de repúblicas tropicales alejadas de Europa.
Hay otra cosa notable en el premio que se le otorga a María Corina Machado. En Venezuela, que carga con una larga tradición militarista y dictatorial, lo revolucionario siempre fue la democracia. Mientras el continente ardía con los experimentos vanguardistas y radicales de los años veinte, el único poeta que defendió la democracia fue el venezolano José Antonio Ramós Sucre. Y mientras el mundo entero caía hechizado por la mitología guevarista y aplaudía la violencia revolucionaria de los sesenta, el venezolano Rómulo Betancourt hizo un llamado a la acción, pero no para encaminar a su país por un deriva castrista o fascista sino para implantar un sistema liberal. Y lo mismo se puede decir ahora de María Corina Machado. Mientras Occidente se dejó embelesar –para su propia desgracia– con las supercherías peronistas, chavistas y nacional populares, ella emprendió la más heroica batalla para promover la democracia y el liberalismo. El mundo entero, sintonizado con América Latina y sus tiempos populistas, reconoce el valor de esta lucha, porque ahora también es la suya.

Límite de sesiones alcanzadas

El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.

Volver a intentar

Has superado el límite de sesiones

Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.

Sigue navegando

Artículo solo para suscriptores

Reportar un error

Publicado: octubre 11, 2025, 4:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/carlos-granes-nobel-paz-revolucionario-20251010160057-nt.html

10/10/2025


Actualizado a las 17:04h.

A diferencia de los otros premios Nobel, el de la paz no sólo reconoce valientes trayectorias en defensa de los derechos humanos, la convivencia o la resolución de conflictos. También es una manera de intervenir en la realidad y en el presente, una forma de enviar un mensaje sobre las cosas que andan mal en el mundo y de organizar un poco la confusión moral del presente. Este año, otorgándole el premio a María Corina Machado, un acierto que hay que aplaudir con entusiasmo, se está apoyando la lucha de la democracia liberal contra el populismo y se está reconociendo la valentía enorme que se requiere para hacer oposición política y defender la libertad en medio de la asfixia dictatorial.

No es poca cosa, y menos tratándose de un continente como América Latina, donde tradicionalmente han sido los caudillos nacional populares, no los demócratas, los que con sus soflamas redentoras y antiimperialistas han deslumbrado a la audiencia internacional. Hay que recordar el fervor con el que se recibió a Hugo Chávez en 2004 en España, cuando en Venezuela la democracia liberal ya había sido reemplazada por una democracia plebiscitaria, y las complicidades que aún mantiene el abyecto Nicolás Maduro con personajes como Monedero y Zapatero. Este premio cambia por fin la perspectiva con la que se observa el continente americano, reconociendo la lucha de una mujer demoliberal y proscribiendo el populismo en uno de los nichos desde donde se expandió a España y al mundo. Quizás influyó en la decisión de los noruegos el hecho de que esta patología se está presentando en sistemas políticos que parecían inmunes a los males latinoamericanos. Hoy resulta más claro que los males políticos son contagiosos, y que para desarrollar anticuerpos democráticos hay que combatir el populismo allí donde se presente, sin importar que se trate de repúblicas tropicales alejadas de Europa.

Hay otra cosa notable en el premio que se le otorga a María Corina Machado. En Venezuela, que carga con una larga tradición militarista y dictatorial, lo revolucionario siempre fue la democracia. Mientras el continente ardía con los experimentos vanguardistas y radicales de los años veinte, el único poeta que defendió la democracia fue el venezolano José Antonio Ramós Sucre. Y mientras el mundo entero caía hechizado por la mitología guevarista y aplaudía la violencia revolucionaria de los sesenta, el venezolano Rómulo Betancourt hizo un llamado a la acción, pero no para encaminar a su país por un deriva castrista o fascista sino para implantar un sistema liberal. Y lo mismo se puede decir ahora de María Corina Machado. Mientras Occidente se dejó embelesar –para su propia desgracia– con las supercherías peronistas, chavistas y nacional populares, ella emprendió la más heroica batalla para promover la democracia y el liberalismo. El mundo entero, sintonizado con América Latina y sus tiempos populistas, reconoce el valor de esta lucha, porque ahora también es la suya.




Límite de sesiones alcanzadas

  • El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.


Volver a intentar



Has superado el límite de sesiones

  • Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.


Sigue navegando


Artículo solo para suscriptores


Artículos Relacionados