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El bloqueo interminable de Francia: por qué nadie consigue gobernar el país

Confirmando 30 años de crecimiento … lento pero muy profundo, Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, se consolidó como el primer partido social y parlamentario de Francia en las elecciones del mes de junio del 2024, cuando consiguió 124 diputados en una Asamblea Nacional de 577 escaños, donde la mayoría absoluta solo se consigue con 288 diputados.
Esa mayoría relativa permite a Le Pen –condenada por extorsión de fondos públicos europeos, la primavera pasada– censurar a cualquier gobierno de cualquier tendencia. No puede gobernar, porque no tiene aliados. Pero puede desestabilizar al gobierno de cualquier tendencia.

En las mismas elecciones del año pasado, La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), el partido de Jean-Luc Mélenchon; se confirmó como el primer partido de las izquierdas y el segundo partido nacional, con 71 diputados. Esa fuerza domina a todas las izquierdas tradicionales y es una amenaza parlamentaria muy dura para cualquier gobierno.
Esas fuerzas políticas mayoritarias son la representación política de la nueva Francia social.
Obreros y franceses modestos, con pocos recursos económicos, votan muy mayoritariamente a la extrema derecha de Le Pen. Esa franja social representa entre el 60 y el 65 por ciento de la nueva Francia modesta.
Los franceses jóvenes que viven en la periferia de las grandes ciudades, la ‘banlieue’; nacidos de familias de muy diverso origen étnico y geográfico, votan masivamente a la extrema izquierda de Mélenchon. Y son una fuerza política ascendente.
Ante esa realidad social, política y parlamentaria, las familias políticas tradicionales son víctimas de una crisis y hundimiento histórico.
La derecha tradicional de Los Republicanos es la heredera de los patriarcas que fundaron y dirigieron Francia durante poco menos de medio siglo, de Gaulle, Chirac, Sarkozy. Hoy solo tienen 47 diputados. Minoría ‘influyente’. Pero minoría que no puede soñar con gobernar.
Los centros y derechas herederas del liberalismo reformista de Valéry Giscard d’Estaing se han dividido en media docena de grupúsculos ‘fieles’ a Emmanuel Macron. Juntos suman 93 escaños. Son el núcleo central del macronismo. Pero están divididos y sin base social significativa.
El Partido Socialista (PS), que fue el gran partido de las izquierdas y gobernó durante varias décadas, apenas tiene 66 diputados. Minoría ‘influyente’, víctima de sus divisiones y la fragilidad de su doctrina. Hay socialistas partidarios de la «unión de la izquierda», partidarios del «diálogo» con Macron, partidarios de la «independencia». Pueden ser un comodín para Macron y para la «izquierda auténtica».
El PCF se ha convertido en un grupúsculo de 17 diputados, confirmando el hundimiento histórico del comunismo francés, fuerza declinante que roza la insignificancia. Con 38 diputados, los ecologistas tampoco salen de un aislamiento sin gloria.

Salvarlos de la censura

En la Asamblea Nacional están presentes, todavía, varios grupúsculos de extrema derecha, derecha tradicional y centros a geometría variable…, fuerzas minoritarias que solo pueden aspirar a apoyar o rechazar a la extrema derecha o la extrema izquierda, en momentos «cruciales».
Ante esa realidad social, política y parlamentaria, Emmanuel Macron está literalmente solo e impotente. Puede formar gobiernos. Pero no puede salvarlos de la censura. El presidente ha sido incapaz de crear una gran formación política fiel a sus ideas. Y está apoyado por grupúsculos minoritarios.
Ante el catastrófico estado de la deuda pública y los déficits del Estado, se esperaba que Macron, antiguo banquero de negocios, saneara las finanzas públicas. Desastroso error histórico. El endeudamiento y los déficits estatales han creciendo durante su mandato en decenas de centenas de miles de millones de euros, convirtiendo a Francia en el «farolillo rojo» de la zona euro. Hundiendo la credibilidad del presidente. Apenas un 11 / 13 % de franceses tienen buena opinion de Macron, que puede aspirar a suceder a François Hollande como el presidente más impopular de la historia de la V República, fundada por el general de Gaulle entre 1958 y 1962.

Publicado: octubre 6, 2025, 6:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/bloqueo-interminable-francia-consigue-gobernar-pais-20251006161714-nt.html

Confirmando 30 años de crecimiento lento pero muy profundo, Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, se consolidó como el primer partido social y parlamentario de Francia en las elecciones del mes de junio del 2024, cuando consiguió 124 diputados en una Asamblea Nacional de 577 escaños, donde la mayoría absoluta solo se consigue con 288 diputados.

Esa mayoría relativa permite a Le Pen –condenada por extorsión de fondos públicos europeos, la primavera pasada– censurar a cualquier gobierno de cualquier tendencia. No puede gobernar, porque no tiene aliados. Pero puede desestabilizar al gobierno de cualquier tendencia.

En las mismas elecciones del año pasado, La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), el partido de Jean-Luc Mélenchon; se confirmó como el primer partido de las izquierdas y el segundo partido nacional, con 71 diputados. Esa fuerza domina a todas las izquierdas tradicionales y es una amenaza parlamentaria muy dura para cualquier gobierno.

Esas fuerzas políticas mayoritarias son la representación política de la nueva Francia social.

Obreros y franceses modestos, con pocos recursos económicos, votan muy mayoritariamente a la extrema derecha de Le Pen. Esa franja social representa entre el 60 y el 65 por ciento de la nueva Francia modesta.

Los franceses jóvenes que viven en la periferia de las grandes ciudades, la ‘banlieue’; nacidos de familias de muy diverso origen étnico y geográfico, votan masivamente a la extrema izquierda de Mélenchon. Y son una fuerza política ascendente.

Ante esa realidad social, política y parlamentaria, las familias políticas tradicionales son víctimas de una crisis y hundimiento histórico.

La derecha tradicional de Los Republicanos es la heredera de los patriarcas que fundaron y dirigieron Francia durante poco menos de medio siglo, de Gaulle, Chirac, Sarkozy. Hoy solo tienen 47 diputados. Minoría ‘influyente’. Pero minoría que no puede soñar con gobernar.

Los centros y derechas herederas del liberalismo reformista de Valéry Giscard d’Estaing se han dividido en media docena de grupúsculos ‘fieles’ a Emmanuel Macron. Juntos suman 93 escaños. Son el núcleo central del macronismo. Pero están divididos y sin base social significativa.

El Partido Socialista (PS), que fue el gran partido de las izquierdas y gobernó durante varias décadas, apenas tiene 66 diputados. Minoría ‘influyente’, víctima de sus divisiones y la fragilidad de su doctrina. Hay socialistas partidarios de la «unión de la izquierda», partidarios del «diálogo» con Macron, partidarios de la «independencia». Pueden ser un comodín para Macron y para la «izquierda auténtica».

El PCF se ha convertido en un grupúsculo de 17 diputados, confirmando el hundimiento histórico del comunismo francés, fuerza declinante que roza la insignificancia. Con 38 diputados, los ecologistas tampoco salen de un aislamiento sin gloria.

Salvarlos de la censura

En la Asamblea Nacional están presentes, todavía, varios grupúsculos de extrema derecha, derecha tradicional y centros a geometría variable…, fuerzas minoritarias que solo pueden aspirar a apoyar o rechazar a la extrema derecha o la extrema izquierda, en momentos «cruciales».

Ante esa realidad social, política y parlamentaria, Emmanuel Macron está literalmente solo e impotente. Puede formar gobiernos. Pero no puede salvarlos de la censura. El presidente ha sido incapaz de crear una gran formación política fiel a sus ideas. Y está apoyado por grupúsculos minoritarios.

Ante el catastrófico estado de la deuda pública y los déficits del Estado, se esperaba que Macron, antiguo banquero de negocios, saneara las finanzas públicas. Desastroso error histórico. El endeudamiento y los déficits estatales han creciendo durante su mandato en decenas de centenas de miles de millones de euros, convirtiendo a Francia en el «farolillo rojo» de la zona euro. Hundiendo la credibilidad del presidente. Apenas un 11 / 13 % de franceses tienen buena opinion de Macron, que puede aspirar a suceder a François Hollande como el presidente más impopular de la historia de la V República, fundada por el general de Gaulle entre 1958 y 1962.

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