Publicado: septiembre 28, 2025, 10:45 am
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En la Universidad de Virginia Tech, una vieja adversaria de Donald Trump reconvertida en fiel seguidora suya, tomó el miércoles el escenario en el que debÃa haber estado Charlie Kirk si no hubiera sido asesinado el pasado dÃa 10. Era la presentadora Megyn … Kelly, una rubia de rostro anguloso de 54 años, que durante mucho tiempo fue reportera y rostro estrella de Fox News. Se hizo célebre cuando Trump la atacó en un debate presidencial de 2015, insinuando que debÃa tener el periodo por el tono de sus preguntas. Cuando se hizo una pelÃcula sobre ella («El escándalo», 2019) la interpretó Charlize Theron.
Hoy, sin embargo, Kelly es una de las más fervientes defensoras de Trump, una guardiana de las esencias del movimiento MAGA («Make America Great Again», o «Hacer América grande otra vez»), dejada atrás hace ya largo tiempo su carrera de periodista.
Amiga personal de Kirk, Kelly decidió unirse a la gira que él no podrá terminar. En Virginia Tech se enfrentó a un estudiante con la misma vehemencia con la que el fundador de Turning Point USA solÃa discutir en los campus. Subió al escenario pese a las amenazas que pesan sobre ella y otras figuras conservadoras y en un clima de violencia polÃtica que ha marcado la vida pública estadounidense desde el atentado.
El cruce fue tenso. El joven le recordó a Kelly que Trump, en el funeral de Kirk, habÃa proclamado «odio a mis enemigos» y le preguntó cómo podÃa apoyarlo. Kelly respondió sin titubeos: «Eso es una mentira flagrante», dijo, acusando al estudiante de difamación y rechazando que el clima polÃtico fuera responsabilidad del presidente. Aseguró que el asesino actuó movido por ideologÃa izquierdista, como otros ataques en el pasado.
La discusión subió de tono con cifras sobre violencia polÃtica, gritos y aplausos divididos. Kelly defendió incluso la frase de Trump en el funeral, calificándola de «broma autocrÃtica», y subrayó que el expresidente tiene derecho a detestar a sus rivales porque intentaron encarcelarlo y arruinarlo. Cuando el estudiante replicó que era «un criminal», ella lo dejó hablar y lo despidió con un gesto seco.
El episodio, transmitido en directo, mostró a una Kelly combativa, fiel a su estilo televisivo: interrumpiendo, devolviendo acusaciones y girando el debate en su favor. Para los seguidores de Kirk, fue un momento de reafirmación, del hallazgo de una posible lideresa; para sus crÃticos, una muestra del tono incendiario que sigue marcando al movimiento incluso en pleno duelo.
Momentos de tribulación
Charlie Kirk estaba llamado a sus 31 años a ser el futuro de su partido, el heredero del movimiento MAGA. Hoy, su esposa lidera Turning Point USA, la organización que él fundó. Erika Kirk fue nombrada directora ejecutiva tras el asesinato, mostró la templanza que Trump no tuvo en el funeral y sorprendió al perdonar públicamente al asesino, que se enfrenta a la pena de muerte.
Convertida en heredera polÃtica y simbólica del movimiento, Erika prometió que la organización no se detendrÃa: «El movimiento que mi marido construyó no morirá», aseguró en un mensaje televisado posterior. Ese gesto de perdón le dio una proyección propia, presentada como ejemplo de liderazgo moral en un entorno marcado por la violencia.
Ahora, Erika dirige la gira universitaria de su marido, que reúne a gobernadores, comentaristas y figuras mediáticas conservadoras en campus de todo el paÃs. El 22 de noviembre, además, participará en un debate con Megyn Kelly en Glendale, Arizona.
Bajo el nuevo mando de Erika Kirk, el grupo Turning Point USA ha experimentado un crecimiento acelerado: en cuestión de dÃas recibió más de 32.000 solicitudes para abrir nuevas sucursales en escuelas y universidades, y las redes sociales de Kirk multiplicaron sus seguidores.
Erika se ha convertido en el rostro institucional de Turning Point USA, combinando el legado personal de su marido con la tarea de consolidar la organización como plataforma juvenil de alcance nacional, en un momento en que la derecha universitaria busca capitalizar el impacto de la tragedia.
Pero hay otros que ya aspiran a ser los abanderados de ese movimiento entregado a Trump y su proyecto aislacionista, populista y religioso.
Hay quienes aspiran a ser los abanderados de ese movimiento entregado a Trump y su proyecto aislacionista, populista y religioso, como Michael Knowles
Por ejemplo, en el auditorio Northrop de la Universidad de Minnesota, en el primer acto de Turning Point USA tras la muerte de Kirk, su compañero y socio Michael Knowles fue el encargado de conducir el evento. Sobre el escenario, pidió honrar al fundador volviendo a la religión como faro moral y manteniendo firmes las convicciones de su difunto amigo.
Knowles, de 35 años, un apuesto comentarista y escritor conservador, se dio a conocer como colaborador en el medio ‘The Daily Wire’, que es una suerte de hoja parroquial de la nueva derecha juvenil entregada al trumpismo. En esa plataforma, Knowles desarrolló un estilo combativo, con fuertes crÃticas a la izquierda universitaria, al feminismo y a las polÃticas identitarias.
Tras el asesinato de Kirk, Knowles fue quien condujo el primer acto de Turning Point USA en la Universidad de Minnesota, dentro de la gira «American Comeback Tour» que tenÃa en marcha el lÃder asesinado en Utah.
Desde el escenario, Knowles pidió a los estudiantes honrar a Kirk volviendo a la fe y manteniéndose firmes en sus convicciones. Su papel en este acto lo situó como una de las figuras visibles que buscan mantener la cohesión del movimiento en los campus, en un momento en que Turning Point intenta mostrar que la organización seguirá adelante pese a la pérdida de su fundador.
Es algo que reviste una enorme importancia, pues Turning Point fue crucial en el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Kirk en persona organizó debates en universidades y le cedió su plataforma al hoy presidente para conectar con los más jóvenes. Kirk logró lo que parecÃa imposible: llevar el trumpismo a una generación que, hasta hace poco, estaba fuera del alcance del Partido Republicano.
Con Turning Point USA construyó una red de más de 850 sucursales universitarias y convirtió los campus en trincheras ideológicas. Sus giras –como la de 2024, titulada ‘Te están lavando el cerebro’— movilizaron a decenas de miles de jóvenes, con un formato diseñado para la era digital: debates abiertos, confrontación directa y mensajes que se viralizaban en TikTok, Instagram y YouTube.
Ese estilo insurgente fue clave en la elección de 2024. Según Pew Research, Trump alcanzó un 49% del voto masculino entre 18 y 49 años, su mejor dato histórico, y mejoró 15 puntos entre mujeres jóvenes respecto a los comicios de 2016. En Arizona, un estado decisivo, Turning Point USA movilizó a más de 125.000 votantes. Trump lo reconoció después en la Casa Blanca: «TikTok ayudó, pero Charlie lo consiguió».
El secreto de su éxito fue la controversia. Kirk hacÃa de cada choque cultural —sobre raza, género, inmigración o religión— una oportunidad de visibilidad, una forma de hablar. Ese combustible lo convirtió en un mártir de la derecha juvenil y en un pilar del movimiento MAGA, que encontró en él un puente entre la retórica populista de Trump y el lenguaje provocador de la generación digital. Todos estos seguidores, apóstoles que predican su evangelio, siguen por esa senda: polémica retransmitida en nuevos formatos digitales.
Por ejemplo, el director y fundador de ‘The Daily Wire’, Ben Shapiro, de 41 años, es uno de los referentes intelectuales de esa misma órbita mediática. Abogado y comentarista de enorme influencia digital, ha cultivado una imagen de polemista rápido y punzante, con un discurso que combina ortodoxia conservadora, liberalismo económico y un estilo argumentativo diseñado para viralizarse en las redes. Rivaliza con Kirk en locuacidad y pericia argumentativa, con mayor profundidad polÃtica.
Él y Knowles representan la nueva generación de voces conservadoras, en contraste con figuras de mayor edad como la propia Kelly o Tucker Carlson, de 56 años, que se hizo famoso también en Fox News y que ya sonó como posible candidato presidencial, pero cuya indulgencia hacia Rusia y VladÃmir Putin ha restado opciones a su futuro polÃtico inmediato.
El mejor colocado de todos
Junto a este frente mediático, hay figuras en el poder que ya están muy bien colocadas para abanderar el trumpismo después de Trump. El más destacado es el vicepresidente JD Vance, un demócrata reconvertido en republicano, antiguo crÃtico de Trump transformado en fiel aliado suyo.
Vance, de 41 años, representa como pocos ese nuevo ideario republicano, tan alejado de los demócratas como de los neoconservadores de los años 2000. Su perfil polÃtico —forjado con su libro ‘ElegÃa rural’ y consolidado en el Senado antes de llegar a la Casa Blanca— lo ha convertido en un referente de la sÃntesis entre el populismo trumpista y un discurso cultural de arraigo social y nacionalista.
Con él, hay una nueva hornada de jóvenes comentaristas conservadores que han hecho de la crÃtica a lo polÃticamente correcto su bandera y que prometen mantener vivo, tras Trump —hoy con 79 años—, el pegamento que aún une al movimiento.
Entre ellos destaca Matt Walsh, un fenómeno viral todavÃa poco conocido fuera de Estados Unidos, que alcanzó notoriedad con un fenómeno documental, su pelÃcula ‘¿Soy racista?’, que se convirtió en un fenómeno popular entre los republicanos, por enfrentar a la izquierda a sus exageraciones y contradicciones.
Walsh, de 41 años, con barba y voz profunda, pontifica desde su pódcast, por supuesto también en ‘The Daily Wire’, sobre la ruina moral de los demócratas y la dictadura de lo polÃticamente correcto.
Todos ellos, desde Kelly a Walsh, como Charlie Kirk, tienen algo en común: un pódcast. Se han convertido en armas fundamentales para conectar con la juventud conservadora, escapar del filtro de los grandes medios y convertir la opinión en entretenimiento viral.
Y en el caso de JD Vance, fue él quien presentó el pódcast de Cheralie Kirk cuando volvió a emitirse tras el atentado, y prometió que la voz de su amigo seguirÃa siendo escuchada y que no permitirÃan que la izquierda recobrara un solo centÃmetro del terreno perdido en esta batalla cultural.