Publicado: septiembre 21, 2025, 8:45 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/asamblea-onu-abre-guerra-diplomatica-palestina-20250923032641-nt.html
La última vez que se cerró la puerta para un líder internacional en la Asamblea General de Naciones Unidas, el gran cónclave anual de la organización internacional, fue en 1988 a Yaser Arafat. Estados Unidos no permitió la entrada en el país del líder … de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el principal representante de la causa palestina.
Ahora vuelve a ocurrir con Mahmud Abás, el presidente de la Autoridad Palestina. El Gobierno de Donald Trump ha negado los visados al líder palestino y al resto de su delegación, en un guiño a su gran aliado en Oriente Próximo, Israel.
La solución entonces de la ONU fue trasladar su Asamblea General desde su sede en Nueva York a Ginebra, en Suiza, para posibilitar la intervención de Arafat. En esta ocasión, la Asamblea General seguirá a orillas del East River, pero se hará una excepción con Abás y se le permitirá participar a través de vídeo.
Cuarenta años después de aquel antecedente, la cuestión palestina es otra vez el tema central en la ‘semana grande’ de la ONU. Con el debate dominado por la misma ambición -la creación del Estado palestino-, pero con un contexto muy diferente: en medio de una guerra cruenta en Gaza, con Israel cada vez más aislado y con EE.UU. cada vez menos implicado en la organización internacional.
Los grandes discursos empezarán mañana martes, con el arranque de la sesión de la nueva Asamblea General. Pero la mayoría de los mandatarios internacionales ya estarán en Nueva York hoy, donde se celebra una cumbre sobre el reconocimiento de Palestina como Estado.
Es algo que arrancó en aquel año de 1988, con la proclamación por parte de la OLP del Estado de Palestina y con el reconocimiento de esa proclamación por parte de la Asamblea General de la ONU. Hoy fructificará el mayor esfuerzo diplomático en ese sentido. Son ya 147 países del mundo que reconocen al Estado palestino -España lo hizo el año pasado, con la causa palestina convertida en una bandera política para el Gobierno de Pedro Sánchez-, pero ahora se suman una decena de países. Entre ellos destacan pesos pesados occidentales y aliados tradicionales de Israel, que han decidido dar el paso en medio de una guerra en Gaza con un gran impacto humanitario que ha llevado al alejamiento del Gobierno de Israel.
Casi dos años después del atentado de Hamás, 147 países han legitimado ya a su rival, la Autoridad Nacional de Al Fatah
Ayer, el Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal formalizaron su reconocimiento de Palestina. Hoy, desde Nueva York, lo harán Francia, Luxemburgo, Malta, Andorra y San Marino.
Los reconocimientos forman parte de una iniciativa impulsada por Francia y el Reino Unido para acercar a Israel y Palestina a la paz. La paradoja es que el reconocimiento internacional de Palestina gana peso en un momento en el que las expectativas para la solución de dos Estados -la que defiende la ONU y la mayoría de la comunidad internacional- está cada vez más lejos.
Los países se reunirán a pocas semanas del segundo aniversario del ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023, con una veintena de rehenes vivos todavía en sus manos, en medio de una intensificación de las operaciones militares de Israel en Gaza, con el desarrollo de nuevos asentamientos en Cisjordania y con la negativa del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, a que exista un Estado palestino. Con la complicación añadida de que EE.UU. ha pasado a considerar esa posibilidad una «distracción» que no ayuda a conseguir la paz.
La organización llega a su 80 aniversario sumida en una grave crisis que cuestiona su efectividad para solucionar conflictos
Netanyahu tiene previsto llegar a Nueva York y dar su discurso ante la ONU a finales de la semana, una vez pasado Rosh Hashanah, el año nuevo judío. De su discurso no se esperan grandes sorpresas. Habrá más atención puesta en el que traiga su gran apoyo internacional, Donald Trump, quien regresa al gran foro internacional tras recuperar las llaves de la Casa Blanca el pasado otoño.
En un arranque frenético y rupturista de su segundo mandato, Trump ha propuesto recortes abundantes en la financiación de la ONU (EE.UU, es el país que más contribuye), ha sacado a EE.UU. del Consejo de Derechos Humanos, ha parado la financiación de la agencia para refugiados palestinos, ha pedido la salida de la Unesco y ha metido tijera, en general, a la cooperación y ayuda al desarrollo.
Política de ‘laissez faire’
Trump ha mostrado en ocasiones su incomodidad con la agresividad de Netanyahu en Gaza pero, en general, ha adoptado una política de ‘laissez faire’ (dejar hacer) con el primer ministro israelí. Y siendo un escudo en el Consejo de Seguridad, el órgano de poder de la ONU, a través de su derecho a veto. En una votación de la semana pasada, 14 de los 15 miembros -incluidos dos aliados occidentales como Francia y el Reino Unido- votaron a favor de un alto el fuego en Gaza, al que EE.UU. se opuso.
Es una muestra más de la parálisis en la que está instalado el Consejo de Seguridad y, con él, la ONU. La organización internacional llega en esta cita a su 80º aniversario sumida en la crisis. Las guerras en Ucrania y en Gaza -aisladas de consecuencias por los vetos de Rusia y de EE.UU.- han demostrado la incapacidad de la ONU para cumplir con su mandato de evitar los conflictos internacionales. Además, el cumpleaños se celebra en medio de problemas financieros -la ONU ha aprobado una reducción del 20% de su plantilla-, sin haber emprendido una misión de paz en años, con dudas sobre su capacidad para ser el foro decisivo sobre asuntos clave como la regulación de la inteligencia artificial o el cambio climático y con la incertidumbre del relevo el próximo año de su secretario general, António Guterres.
El lema de la Asamblea General es ‘Better Together’ (‘Mejor juntos’), en un momento en el que esa idea está cada vez más en duda. «Nos reunimos en un momento turbulento, entrando en territorios desconocidos», ha reconocido Guterres. «La división geopolítica se profundiza, los conflictos se agravan, la impunidad crece, el planeta se sobrecalienta. Y la cooperación internacional se tensiona bajo presiones no vistas en nuestro tiempo».