Publicado: septiembre 14, 2025, 12:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/rebelion-generacion-incendio-nepal-20250913194750-nt.html
En un arranque de lo más contemporáneo, todo empezó con un ‘post’. O con varios. Todos aquellos que los ‘nepo kids’, los hijos del nepotismo, esto es, de la clase dirigente de Nepal, publicaron para presumir de privilegios ante las vidas cada vez más … angostas de los jóvenes de su país. La leña, pues, estaba dispuesta.
«El movimiento ha comenzado, exponiendo a cada político corrupto, a cada hijo corrupto. ¡No dejes que muera! ¡En esta ocasión pelearemos! No es dinero ganado, es dinero robado, ¡robado a nosotros, el pueblo nepalí! Viven entre lujos mientras nosotros tratamos de sobrevivir. Compran hoteles Hilton mientras nosotros no podemos pagar el alquiler», clamaba un vídeo viral.
De fondo, fotografías de políticos y sus familiares en Nueva York, en Roma, en París. Rolex de oro, vestidos de alta costura, coches deportivos, comidas copiosas, botellas de champán. «¿Dónde está el dinero? ¿Dónde está la transparencia? […] ¡Esto es corrupción! ¡Esta es nuestra lucha! ¡Despierta, Nepal!». La indignación bullía en las redes sociales del país, en las que no se hablaba de otra cosa, hasta que, de pronto, se apagaron.
La censura de Facebook, YouTube, X –antes Twitter– y otras 26 plataformas supuso la chispa que inflamó el ambiente, y este lunes el agravio tomó las calles de Katmandú. Las fuerzas de seguridad trataron en primera instancia de reprimir los disturbios mediante cañones de agua, pelotas de goma y gas lacrimógeno, pero terminaron por abrir fuego contra la muchedumbre, acabando con la vida de 19 personas.
En respuesta, la violencia se recrudeció al día siguiente. Este martes, los exaltados prendieron fuego al Parlamento, las residencias del presidente y el primer ministro, varios ministerios, así como las viviendas particulares de algunos dirigentes. Lo mismo sucedió en otras partes del país. En Dallu, a las afueras de la capital, ardió la casa del ex primer ministroJhala Nath Khanal. Las informaciones iniciales apuntaban que su mujer, Rajyalaxmi Chitrakar, habría perecido entre las llamas, pero todavía no hay confirmación al respecto. Los altercados ya dejan en total 51 fallecidos y 1.300 heridos.
Ecos globales
Las movilizaciones están lideradas por la autoproclamada Generación Z y planteadas, por tanto, en términos de lucha de clases y generaciones. De fondo, la precaria situación económica. La tasa de desempleo juvenil supera el 20%, 2.000 personas emigran a diario –en un país de 29 millones de habitantes y superficie equivalente a la suma de Andalucía y Extremadura– en busca de oportunidades laborales en Oriente Próximo o el Sudeste Asiático, y las remesas que estos trabajadores envían desde el extranjero suponen un tercio del PIB nacional.
Desde las faldas del Himalaya, el desastre nepalí adquiere ecos globales. En particular, en lo tocante al papel central de las redes sociales. Estas ya no solo representan, como en la Primavera Árabe de 2011, una herramienta organizativa y catalizadora de la movilización, ni siquiera un campo de batalla, sino una infraestructura esencial cuya interrupción resulta intolerable, como lo sería la del agua o la electricidad.
Tanto es así que, tras la dimisión del primer ministro K.P. Sharma Oli, del Partido Comunista, y el consiguiente vacío de poder, los manifestantes organizaron en la plataforma Discord una encuesta con el objetivo de elegir su candidato preferido para liderar un Gobierno interino.
La expresidenta del Tribunal Supremo, Sushila Karki, resultó elegida, y su nombre fue propuesto al presidente, Ramchandra Paudel, y al jefe de las fuerzas armadas, Ashok Raj Sigdel, durante las conversaciones de paz. Karki tomó posesión como primera ministra el viernes por la noche, en un acto ante el presidente y un reducido grupo de invitados. «Le deseamos éxito a usted y al país», declaró el presidente, según informa France Presse.
A sus 73 años, Karki sale de su retiro para guiar al país hacia una resolución pacífica de la crisis sociopolítica, la más destructiva desde la revolución de 2006 que destronó al rey Gyanendra y, dos años después, llevó a la abolición de la última monarquía hinduista del mundo. Empezó entonces una transición democrática pilotada por Prachanda, el líder de la guerrilla maoísta que había derrocado al rey Gyanendra. Este subió al trono tras la extraña matanza en la que pereció toda la familia real de Nepal el 1 de junio de 2001. Esa noche, y supuestamente ofuscado por no poder casarse con la joven que quería, el príncipe heredero Dipendra asesinó en una cena en el palacio de Katmandú a su padre, su madre y sus hermanos antes de suicidarse. Una masacre de la que se sospecha que estuvo detrás su tío Gyanendra, quien no acudió a la cena y tomó el poder.
Desde 2008, Nepal ha tenido 14 gobiernos, con un papel predominante del Partido Comunista. El conflicto ha alentado la voluntad entre sectores de la población de restaurar la monarquía constitucional, brasas de un conflicto pasado que arden todavía.