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Los pequeños partidos antisionistas de Israel que mantienen en el poder a Netanyahu

Ser antisionista –oponerse al proyecto político del Estado de Israel– no es sinónimo de antisemitismo, aunque, como explica en las páginas de ABC el sociólogo Alejando Baer, la izquierda europea y española confundan con frecuencia las dos posturas. Así, cuando la izquierda … española expresa su rechazo a la guerra en Gaza, o muestra su simpatía con el nacionalismo palestino radical, se apunta de modo acrítico a los eslóganes antisemitas: «Hay que globalizar la intifada» (¿atacar centros judíos en el mundo?), o «es preciso destruir Israel del río al mar» (del Jordán al Mediterráneo).
Sin embargo, el antisionismo pervive pacíficamente en el Estado de Israel precisamente entre los judíos más acérrimos: los ultraortodoxos de los partidos Haredim (Temerosos de Dios). Sin el apoyo de varios de ellos el longevo primer ministro conservador Benjamin Netanyahu no podría mantenerse en el poder.
Antes de su último viaje a Estados Unidos, dos partidos Haredim de la coalición gubernamental propusieron una moción de censura a Netanyahu en el Parlamento, y estuvieron cerca de conseguirlo.

La cuestión que les inquietaba no era directamente antisionista, pero guarda relación con la filosofía de fondo de los zelotes del judaísmo. Los partidos ultrarreligiosos israelíes quieren mantener la exención del servicio militar obligatorio para conservar a su juventud en los seminarios. Ese privilegio les hace ser muy impopulares ante el resto de la sociedad israelí, en particular en tiempos de guerra. Netanyahu ha logrado por el momento mantener la exención, pateando hacia adelante el proyecto de ley que les haría perderla.
En Israel, el servicio militar obligatorio dura tres años, y los ciudadanos siguen mucho más tiempo después en la reserva. Los ultrarreligiosos -que constituyen un 13 por ciento de la sociedad en Israel- están exentos del servicio de armas para poder dedicarse plenamente a sus estudios en los seminarios hebreos. Esto convierte a los partidos Haredim en los más impopulares de Israel, según reflejan siempre los sondeos.
A esto se añade su recelo hacia el Estado de Israel, por razones religiosas. Los ultraortodoxos judíos, en particular las sectas hasídicas, creen en su mayor parte que Israel no puede ser reconstituido por hombres antes de la llegada del Mesías (que para los cristianos se produjo ya con el nacimiento de Jesús). Se sienten, por tanto, incómodos, y muchos no dudan en defender su antisionismo con la Biblia en la mano.
El principal partido religioso en la coalición que preside Netanyahu es el Shas, de tradición sefardí. Después de su resistencia inicial, ha terminado por adoptar una vía pragmática de apoyo al Estado de Israel –desde 2010 milita en la Internacional Mundial Sionista– a cambio de poder imponer normas religiosas en la vida social.

Publicado: julio 10, 2025, 8:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/pequenos-partidos-antisionistas-israel-mantienen-poder-netanyahu-20250710031014-nt.html

Ser antisionista –oponerse al proyecto político del Estado de Israel– no es sinónimo de antisemitismo, aunque, como explica en las páginas de ABC el sociólogo Alejando Baer, la izquierda europea y española confundan con frecuencia las dos posturas. Así, cuando la izquierda española expresa su rechazo a la guerra en Gaza, o muestra su simpatía con el nacionalismo palestino radical, se apunta de modo acrítico a los eslóganes antisemitas: «Hay que globalizar la intifada» (¿atacar centros judíos en el mundo?), o «es preciso destruir Israel del río al mar» (del Jordán al Mediterráneo).

Sin embargo, el antisionismo pervive pacíficamente en el Estado de Israel precisamente entre los judíos más acérrimos: los ultraortodoxos de los partidos Haredim (Temerosos de Dios). Sin el apoyo de varios de ellos el longevo primer ministro conservador Benjamin Netanyahu no podría mantenerse en el poder.

Antes de su último viaje a Estados Unidos, dos partidos Haredim de la coalición gubernamental propusieron una moción de censura a Netanyahu en el Parlamento, y estuvieron cerca de conseguirlo.

La cuestión que les inquietaba no era directamente antisionista, pero guarda relación con la filosofía de fondo de los zelotes del judaísmo. Los partidos ultrarreligiosos israelíes quieren mantener la exención del servicio militar obligatorio para conservar a su juventud en los seminarios. Ese privilegio les hace ser muy impopulares ante el resto de la sociedad israelí, en particular en tiempos de guerra. Netanyahu ha logrado por el momento mantener la exención, pateando hacia adelante el proyecto de ley que les haría perderla.

En Israel, el servicio militar obligatorio dura tres años, y los ciudadanos siguen mucho más tiempo después en la reserva. Los ultrarreligiosos -que constituyen un 13 por ciento de la sociedad en Israel- están exentos del servicio de armas para poder dedicarse plenamente a sus estudios en los seminarios hebreos. Esto convierte a los partidos Haredim en los más impopulares de Israel, según reflejan siempre los sondeos.

A esto se añade su recelo hacia el Estado de Israel, por razones religiosas. Los ultraortodoxos judíos, en particular las sectas hasídicas, creen en su mayor parte que Israel no puede ser reconstituido por hombres antes de la llegada del Mesías (que para los cristianos se produjo ya con el nacimiento de Jesús). Se sienten, por tanto, incómodos, y muchos no dudan en defender su antisionismo con la Biblia en la mano.

El principal partido religioso en la coalición que preside Netanyahu es el Shas, de tradición sefardí. Después de su resistencia inicial, ha terminado por adoptar una vía pragmática de apoyo al Estado de Israel –desde 2010 milita en la Internacional Mundial Sionista– a cambio de poder imponer normas religiosas en la vida social.

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