Publicado: junio 22, 2025, 8:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/colosal-ataque-estados-unidos-iranies-vieron-venir-20250622153412-nt.html
La operación Martillo de Medianoche, el ataque de Estados Unidos contra la infraestructura nuclear iranÃ, comenzó a medianoche entre el viernes 20 y el sábado 21 de junio de 2025, hora de la costa este de EE.UU. Siete bombarderos furtivos B-2 despegaron … desde el centro del paÃs en una misión secreta de 18 horas, con apoyo de 125 aeronaves: cazas de cuarta y quinta generación, aviones cisterna, plataformas de inteligencia y un submarino lanzamisiles. Fue la mayor operación con B-2 de la historia, y la segunda más larga jamás registrada.
Estas cifras y detalles fueron ofrecidos horas después del ataque por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el general Caine desde el Pentágono. Ambos comparecieron ante la prensa para confirmar que los bombarderos atacaron dos objetivos subterráneos: Fordo y Natanz, mientras que un submarino nuclear estadounidense lanzó misiles Tomahawk contra instalaciones de mando y estructuras superficiales en Esfahan.
Los bombarderos furtivos B-2 Spirit, cada uno tripulado por solo dos personas, son el arma aérea más sofisticada y letal del arsenal estadounidense. Con su caracterÃstico perfil triangular y su recubrimiento especial que los hace prácticamente invisibles al radar, están diseñados para penetrar las defensas más densas sin ser detectados. Pueden volar a altitudes superiores a los 15.000 metros y recorrer más de 11.000 kilómetros sin reabastecimiento, aunque en esta operación lo hicieron con apoyo de cisternas aéreas en pleno vuelo.

Mapa del ataque estadounidense a Irán
Su cabina, hermética y blindada, está equipada con sistemas de navegación y comunicación que permiten ejecutar misiones de precisión con mÃnima exposición. Cada B-2 puede transportar hasta 20 toneladas de armamento, incluidas bombas termonucleares o, como llevaban en este caso, las GBU-57, proyectiles de 30.000 libras capaces de perforar búnkeres construidos en la roca. Fueron estos aparatos, salidos desde el corazón del continente americano, probablemente en Misuri, los que sobrevolaron en silencio las montañas iranÃes para ejecutar uno de los ataques más osados y complejos tecnológicamente de la historia reciente.
En el corazón de la operación estuvo un engaño audaz y calculado: parte del grupo de bombarderos B-2 se desvió hacia el océano PacÃfico en una maniobra de distracción que se revelarÃa como una jugada maestra de guerra psicológica y encubrimiento de tipo táctico. El Pentágono filtró deliberadamente a ciertos medios de comunicación especializados el despliegue de bombarderos hacia la base de Andersen, en la isla de Guam, como una maniobra de despiste.
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Tierras iranÃes antes y después de los ataques de Estados Unidos
Las aeronaves se dejaron ver, fueron fotografiadas en pistas debidamente expuestas y su trayectoria se rastreó públicamente como si se tratara del verdadero movimiento estratégico. Mientras tanto, los siete B-2 que participaban en la misión real volaban en silencio hacia el este, atravesando continentes con comunicaciones mÃnimas y cobertura de cazas furtivos. Solo un puñado de altos mandos en Washington y Tampa conocÃa el plan verdadero. Mientras la atención internacional se centraba en el PacÃfico, los bombarderos ya estaban en camino al este, hacia los cielos de Irán, listos para ejecutar uno de los ataques más precisos y silenciosos de la historia militar moderna.
Durante su travesÃa de 18 horas, los bombarderos B-2 Spirit necesitaron repostar varias veces en pleno vuelo. Para ello contaron con el apoyo logÃstico de decenas de aviones cisterna KC-135 y KC-46, muchos de los cuales habÃan sido trasladados dÃas antes a bases aéreas en Europa, incluidas algunas en España, como parte de un despliegue preventivo que pasó desapercibido.
En la fase final de aproximación a Irán, los bombarderos furtivos se coordinaron en el aire con cazas de cuarta y quinta generación —modelos F-15, F-16, F-22 y F-35— encargados de despejar el espacio aéreo y proteger la operación de posibles interceptores o defensas antiaéreas. A este grupo se sumaron también aeronaves especializadas en inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR), que vigilaron en tiempo real la actividad del enemigo y confirmaron el silencio de los radares iranÃes.
Toda la maniobra se llevó a cabo en un estrecho corredor aéreo, sin margen de error, con mÃnima comunicación por radio para no delatar la posición. Fue una coreografÃa aérea de alta complejidad, ejecutada con una precisión milimétrica que permitió a los bombarderos alcanzar sus objetivos sin ser detectados.
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A las 17:00 del sábado, hora de Washington, un submarino de ataque nuclear de la Armada de Estados Unidos emergió en silencio operativo desde las profundidades del Golfo Pérsico. Desde sus compuertas, disparó una salva de 30 misiles de crucero Tomahawk, dirigidos contra centros de mando y estructuras nucleares superficiales en las afueras de Esfahan. Fue el primer golpe en una ofensiva planificada al milÃmetro.
Poco después, en la oscuridad del cielo iranÃ, los bombarderos B-2 Spirit cruzaron la frontera sin previo aviso. Lo hicieron con sistemas de penetración profunda, diseñados para abrir camino en uno de los espacios aéreos más vigilados y riesgosos del mundo.
En cuestión de minutos, lanzaron 75 municiones guiadas de precisión, incluidas 14 bombas GBU-57/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), de 13.600 kilos cada una. Es la primera vez que estas bombas, capaces de perforar más de 60 metros de roca y hasta 30 de hormigón reforzado, se emplean en combate real. Su objetivo: destruir búnkeres donde se esconde el corazón del programa nuclear iranÃ.
Uno de los blancos principales fue Fordow, el centro de enriquecimiento de uranio excavado en una montaña. Según el Pentágono, el impacto fue directo. Y letal. Cayeron sobre Fordow seis de esas bombas de destrucción masiva, dejándolos en escombros.
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Según las primeras evaluaciones de daños, el resultado del ataque para el Pentágono es claro: las tres instalaciones nucleares objetivo del ataque han sufrido destrucción severa. Ninguno de los 30 misiles Tomahawk ni de las 75 bombas guiadas lanzadas por los B-2 falló. Todos dieron exactamente en los blancos asignados.
Las fuerzas iranÃes no vieron venir nada. No hubo despegues de cazas. Ningún radar detectó incursión alguna. Ningún sistema de defensa aérea fue activado. En la jerga militar, el término es inequÃvoco: «penetración limpia». Según fuentes del Pentágono, el silencio defensivo iranà confirma que la operación fue no solo precisa, sino también invisible.
Israel no participó directamente en la misión, aunque sus ataques previos contra lanzadores de misiles iranÃes contribuyeron a despejar corredores aéreos clave. Washington insiste en que fue una operación exclusivamente estadounidense. Sin embargo, la coordinación regional fue milimétrica. BenjamÃn Netanyahu sabÃa del ataque, pero la operación se mantuvo en absoluto secreto, cuando Israel emergÃa del sabbat.
Desde la Casa Blanca se han enviado mensajes públicos y privados a Teherán, reiterando que Estados Unidos mantiene abierta la vÃa diplomática, pero que responderá con contundencia a cualquier represalia. Altos mandos de inteligencia han declarado: «El impacto psicológico en Teherán será enorme. Desde EE.UU. volamos sin ser detectados y destruimos sus instalaciones más protegidas».
Hegseth abrió su intervención señalando que el ataque «ha dejado claro el potencial militar de Estados Unidos». Agradeció públicamente a los pilotos y operadores de inteligencia implicados en la operación, y leyó un mensaje del presidente Trump: «Cualquier respuesta de Irán contra Estados Unidos que pueda venir se encontrará con una fuerza mayor a la que han visto hoy».