Silicon Valley: después de Steve Jobs... ¿la nada? - Colombia
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Silicon Valley: después de Steve Jobs… ¿la nada?

Es el 29 de junio de 2007. Desde hace días, miles de fanáticos de Apple hacen cola frente a las tiendas de la manzana en Estados Unidos. Su objetivo: hacerse con el último invento salido de la mente de Steve Jobs y su equipo: … el iPhone, un teléfono sin teclas que promete ser mucho más inteligente y versátil que cualquier otro terminal disponible en ese momento. Ninguno de los que ese día pagaron 600 dólares por el dispositivo lo sabía aún, pero se estaba asistiendo al nacimiento de la era del ‘smartphone’, una que, casi 18 años exactos después, sigue bien vigente. Porque, a pesar de todos los esfuerzos, ninguna de las grandes tecnológicas de Silicon Valley ha logrado encontrarle un sucesor. Y vaya si lo han intentado. Cada vez con más ahínco.
Durante las últimas dos décadas, compañías valoradas, en algunos casos, en cientos de miles de millones de dólares han lanzado al mercado toda clase de ‘gadgets’ con un objetivo común: empezar a opacar al teléfono inteligente y relegarlo, por fin, a un segundo plano. O, al menos, crear algo que pueda ser igual de disruptivo. En ese tiempo hemos visto gafas que prometen responder a cualquier pregunta del usuario, pines que hablan y proyectan información en la palma de la mano con láser, o visores voluminosos que te transportan a mundos digitales. Algunos de esos inventos terminaron en el olvido, y los que tuvieron más suerte siguen, a día de hoy, lejos –muy lejos– de la popularización. Y eso que el móvil tampoco se encuentra actualmente en su mejor momento. Ni en términos de innovación ni de negocio. Y si se apura, tampoco de reputación.

«A nivel de dispositivos, se ha perdido por completo el efecto ‘wow’ de hace unos años«, explica a ABC el analista de negocio digital José Luis Casal. Según el experto, los teléfonos siguen mejorando sus componentes, las cámaras ofrecen grandes resultados y las baterías resisten cada vez mejor las jornadas maratonianas de ‘scroll’ a las que les someten sus usuarios. Pero poco más, porque ni siquiera estos logran exprimir realmente todo el potencial del dispositivo.
«Yo siempre digo lo mismo: llevamos en la mano teléfonos con 10.000 veces más capacidad de proceso que el ordenador que llevó al hombre a la Luna, y no les sacamos partido. Las empresas siguen empeñadas en sacar móviles al mercado de forma constante, y lo hacen para vender más y encontrarse en buena situación. Pero no se está innovando prácticamente nada», remata Casal. Y los consumidores ya se están dando cuenta. O al menos eso es lo que dicen los datos. Durante los últimos cinco años, la venta de ‘smartphones’ se ha mantenido estancada y ha habido cierta tendencia a la bajada en el número de terminales comercializados.
Según la firma de análisis IDC, los envíos globales de teléfonos inteligentes han caído un 3,5% en total en el último lustro. Solo en 2022, el descenso fue del 11%. La industria experimentó un ligero repunte en 2024, con un crecimiento del 7% en el envío de unidades. Parte importante de esta recuperación se debe a la llegada de nuevas funciones de inteligencia artificial generativa, al estilo de ChatGPT, que incluso han alcanzado modelos de gama media y baja. Ahora, algunas grandes empresas comienzan a estudiar si la IA tiene potencial para ser el gran protagonista del dispositivo del futuro. Y una está apostando, aparentemente, con mucha fuerza para que esto ocurra.

Un cuerpo para ChatGPT

Hace poco más de una semana, OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, anunció un acuerdo para adquirir la firma de diseño IO por 5.602 millones de euros. Esta startup fue fundada por Jony Ive, ex alto ejecutivo de Apple y principal responsable del diseño del primer iPhone, entre muchos otros productos icónicos de la marca de la manzana mordida. Ahora, su misión será crear desde cero una nueva familia de dispositivos, sin precedentes en el mercado, que funcionen gracias a la misma inteligencia artificial que da vida a ChatGPT.
El objetivo de la asociación es claro, y lo dejó marcado el propio director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman: desarrollar el próximo gran hito en hardware de los últimos 20 años. La ambición, dicen en la compañía de IA, no es solo tecnológica. Esta nueva generación de dispositivos también aspira a ser menos adictiva, una alternativa más saludable a las pantallas que hoy tenemos a todas horas en la mano.

imagen conceptual con la forma que podría tener el dispositivo de OpenAI

«Muchos diríamos que tenemos una relación incómoda con la tecnología en este momento», afirmó el propio Ive en una reciente entrevista con ‘Financial Times’ con motivo de su llegada a OpenAI. El diseñador añadió que, en su opinión, «la humanidad merece algo mejor» que lo que ofrecen los dispositivos actuales.
Sea como sea, los expertos tienen dudas sobre lo que realmente puede esperarse de este nuevo dispositivo. En opinión de Joe Haslam, director ejecutivo del Programa Scaleup para Empresarios del IE Business School, OpenAI podría estar más interesada en hacer negocio que en ofrecer al mundo algo verdaderamente rompedor.
«Altman necesita capital y convencer a nuevos inversores de que apuesten por OpenAI. Con la asociación con Jony Ive ha conseguido mucho impacto mediático, y eso le puede ayudar a conseguir más dinero», apunta Haslam a este diario. Y es que las respuestas que ofrece ChatGPT en pantalla no son precisamente baratas. La startup estima que su negocio sufrió pérdidas cercanas a los 5.000 millones de euros solo en 2024.
OpenAI no es la primera en intentar aprovechar la ola de la inteligencia artificial para redefinir nuestra relación con la tecnología. Hace solo unos meses, la startup californiana Humane –fundada, en parte, por extrabajadores de Apple– lanzó al mercado el AI Pin: un ‘gadget’ sin pantalla que funciona exclusivamente mediante comandos de voz y una luz láser que proyecta información sobre la palma de la mano.

El AI Pin fue descontinuado unos meses después de su lanzamiento

El invento, sin embargo, acabó siendo un fracaso. Desde febrero de este año ha dejado de recibir actualizaciones y, a estas alturas, se ha convertido en poco más que un pisapapeles de casi 600 euros. «Yo confiaba en que el AI Pin podía ser un nuevo ‘wow,’ pero al final resultó ser un dispositivo con unas capacidades y un funcionamiento muy limitados. Y si quieres conseguir un sustituto real de la tecnología actual, este debe cumplir en todas las facetas», dice Casal.
Meta también está trabajando para integrar la inteligencia artificial en sus propios dispositivos, en particular, en sus gafas inteligentes. La empresa dirigida por Mark Zuckerberg ha cosechado un éxito relativo con las Ray-Ban Meta, unas gafas capaces de interpretar el entorno del usuario y responder a sus preguntas en tiempo real gracias a las cámaras integradas en la montura. También toman fotografías y vídeo y son capaces de traducir texto.

Las Ray-Ban Meta

El dispositivo fue lanzado en 2023 y ya ha superado los dos millones de unidades vendidas, una cifra modesta si se compara con los estándares de la telefonía móvil, pero significativa dentro del incipiente mercado de la IA vestible.

Apple también busca

Google también desarrolla sus propias gafas inteligentes, aunque el compromiso de la compañía con este tipo de dispositivos genera dudas. «Google ahora debe estar centrada en cómo rentabilizar la inteligencia artificial en su buscador y otros productos. No creo que tenga grandes ambiciones en este terreno», apunta Haslam.
Quien sí parece decidida a avanzar es Meta, que trabaja en una versión más ambiciosa de sus gafas: las Orion. Estas no solo integrarán funciones de inteligencia artificial, sino también realidad aumentada, lo que permitirá proyectar información directamente sobre el mundo real. Según los prototipos, se tratará de un dispositivo ligero, más parecido a unas gafas de sol que a los voluminosos visores de realidad virtual, que aún no han logrado calar entre el gran público. Meta lo sabe bien: ha sufrido importantes tropiezos comerciales con su gama Quest.
También Apple busca alternativas al iPhone. En 2024 presentó sus primeras gafas de realidad virtual, las Vision Pro, que Tim Cook definió como el mayor avance de la compañía desde el Mac y el iPhone. El dispositivo, con un precio de 3.500 euros, no logró una gran acogida, pero eso no significa que la empresa haya tirado la toalla. Se espera que en 2026 lance unas gafas más sencillas, similares a las Ray-Ban de Meta. A largo plazo, su objetivo es combinar realidad aumentada, realidad virtual e inteligencia artificial en un único dispositivo. Aunque para eso, probablemente, aún quede tiempo.

Las Vision Pro de Apple

A día de hoy, nadie ha conseguido diseñar el dispositivo que jubile al ‘smartphone’. Pero la carrera está en marcha, y las grandes tecnológicas no dejan de intentarlo. Mientras tanto, seguimos mirando pantallas, deslizando el dedo y esperando que, quizá algún día, aparezca algo que realmente nos sorprenda otra vez. Algo tan intuitivo y transformador como aquel primer iPhone mostrado por Steve Jobs hace 18 años.

Publicado: junio 5, 2025, 11:00 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/tecnologia/sucesor-iphone-atraganta-silicon-valley-20250606154521-nt.html

Es el 29 de junio de 2007. Desde hace días, miles de fanáticos de Apple hacen cola frente a las tiendas de la manzana en Estados Unidos. Su objetivo: hacerse con el último invento salido de la mente de Steve Jobs y su equipo: el iPhone, un teléfono sin teclas que promete ser mucho más inteligente y versátil que cualquier otro terminal disponible en ese momento. Ninguno de los que ese día pagaron 600 dólares por el dispositivo lo sabía aún, pero se estaba asistiendo al nacimiento de la era del ‘smartphone‘, una que, casi 18 años exactos después, sigue bien vigente. Porque, a pesar de todos los esfuerzos, ninguna de las grandes tecnológicas de Silicon Valley ha logrado encontrarle un sucesor. Y vaya si lo han intentado. Cada vez con más ahínco.

Durante las últimas dos décadas, compañías valoradas, en algunos casos, en cientos de miles de millones de dólares han lanzado al mercado toda clase de ‘gadgets’ con un objetivo común: empezar a opacar al teléfono inteligente y relegarlo, por fin, a un segundo plano. O, al menos, crear algo que pueda ser igual de disruptivo. En ese tiempo hemos visto gafas que prometen responder a cualquier pregunta del usuario, pines que hablan y proyectan información en la palma de la mano con láser, o visores voluminosos que te transportan a mundos digitales. Algunos de esos inventos terminaron en el olvido, y los que tuvieron más suerte siguen, a día de hoy, lejos –muy lejos– de la popularización. Y eso que el móvil tampoco se encuentra actualmente en su mejor momento. Ni en términos de innovación ni de negocio. Y si se apura, tampoco de reputación.

«A nivel de dispositivos, se ha perdido por completo el efecto ‘wow’ de hace unos años«, explica a ABC el analista de negocio digital José Luis Casal. Según el experto, los teléfonos siguen mejorando sus componentes, las cámaras ofrecen grandes resultados y las baterías resisten cada vez mejor las jornadas maratonianas de ‘scroll’ a las que les someten sus usuarios. Pero poco más, porque ni siquiera estos logran exprimir realmente todo el potencial del dispositivo.

«Yo siempre digo lo mismo: llevamos en la mano teléfonos con 10.000 veces más capacidad de proceso que el ordenador que llevó al hombre a la Luna, y no les sacamos partido. Las empresas siguen empeñadas en sacar móviles al mercado de forma constante, y lo hacen para vender más y encontrarse en buena situación. Pero no se está innovando prácticamente nada», remata Casal. Y los consumidores ya se están dando cuenta. O al menos eso es lo que dicen los datos. Durante los últimos cinco años, la venta de ‘smartphones’ se ha mantenido estancada y ha habido cierta tendencia a la bajada en el número de terminales comercializados.

Según la firma de análisis IDC, los envíos globales de teléfonos inteligentes han caído un 3,5% en total en el último lustro. Solo en 2022, el descenso fue del 11%. La industria experimentó un ligero repunte en 2024, con un crecimiento del 7% en el envío de unidades. Parte importante de esta recuperación se debe a la llegada de nuevas funciones de inteligencia artificial generativa, al estilo de ChatGPT, que incluso han alcanzado modelos de gama media y baja. Ahora, algunas grandes empresas comienzan a estudiar si la IA tiene potencial para ser el gran protagonista del dispositivo del futuro. Y una está apostando, aparentemente, con mucha fuerza para que esto ocurra.

Un cuerpo para ChatGPT

Hace poco más de una semana, OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, anunció un acuerdo para adquirir la firma de diseño IO por 5.602 millones de euros. Esta startup fue fundada por Jony Ive, ex alto ejecutivo de Apple y principal responsable del diseño del primer iPhone, entre muchos otros productos icónicos de la marca de la manzana mordida. Ahora, su misión será crear desde cero una nueva familia de dispositivos, sin precedentes en el mercado, que funcionen gracias a la misma inteligencia artificial que da vida a ChatGPT.

El objetivo de la asociación es claro, y lo dejó marcado el propio director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman: desarrollar el próximo gran hito en hardware de los últimos 20 años. La ambición, dicen en la compañía de IA, no es solo tecnológica. Esta nueva generación de dispositivos también aspira a ser menos adictiva, una alternativa más saludable a las pantallas que hoy tenemos a todas horas en la mano.


imagen conceptual con la forma que podría tener el dispositivo de OpenAI

«Muchos diríamos que tenemos una relación incómoda con la tecnología en este momento», afirmó el propio Ive en una reciente entrevista con ‘Financial Times’ con motivo de su llegada a OpenAI. El diseñador añadió que, en su opinión, «la humanidad merece algo mejor» que lo que ofrecen los dispositivos actuales.

Sea como sea, los expertos tienen dudas sobre lo que realmente puede esperarse de este nuevo dispositivo. En opinión de Joe Haslam, director ejecutivo del Programa Scaleup para Empresarios del IE Business School, OpenAI podría estar más interesada en hacer negocio que en ofrecer al mundo algo verdaderamente rompedor.

«Altman necesita capital y convencer a nuevos inversores de que apuesten por OpenAI. Con la asociación con Jony Ive ha conseguido mucho impacto mediático, y eso le puede ayudar a conseguir más dinero», apunta Haslam a este diario. Y es que las respuestas que ofrece ChatGPT en pantalla no son precisamente baratas. La startup estima que su negocio sufrió pérdidas cercanas a los 5.000 millones de euros solo en 2024.

OpenAI no es la primera en intentar aprovechar la ola de la inteligencia artificial para redefinir nuestra relación con la tecnología. Hace solo unos meses, la startup californiana Humane –fundada, en parte, por extrabajadores de Apple– lanzó al mercado el AI Pin: un ‘gadget’ sin pantalla que funciona exclusivamente mediante comandos de voz y una luz láser que proyecta información sobre la palma de la mano.


El AI Pin fue descontinuado unos meses después de su lanzamiento

El invento, sin embargo, acabó siendo un fracaso. Desde febrero de este año ha dejado de recibir actualizaciones y, a estas alturas, se ha convertido en poco más que un pisapapeles de casi 600 euros. «Yo confiaba en que el AI Pin podía ser un nuevo ‘wow,’ pero al final resultó ser un dispositivo con unas capacidades y un funcionamiento muy limitados. Y si quieres conseguir un sustituto real de la tecnología actual, este debe cumplir en todas las facetas», dice Casal.

Meta también está trabajando para integrar la inteligencia artificial en sus propios dispositivos, en particular, en sus gafas inteligentes. La empresa dirigida por Mark Zuckerberg ha cosechado un éxito relativo con las Ray-Ban Meta, unas gafas capaces de interpretar el entorno del usuario y responder a sus preguntas en tiempo real gracias a las cámaras integradas en la montura. También toman fotografías y vídeo y son capaces de traducir texto.


Las Ray-Ban Meta

El dispositivo fue lanzado en 2023 y ya ha superado los dos millones de unidades vendidas, una cifra modesta si se compara con los estándares de la telefonía móvil, pero significativa dentro del incipiente mercado de la IA vestible.

Apple también busca

Google también desarrolla sus propias gafas inteligentes, aunque el compromiso de la compañía con este tipo de dispositivos genera dudas. «Google ahora debe estar centrada en cómo rentabilizar la inteligencia artificial en su buscador y otros productos. No creo que tenga grandes ambiciones en este terreno», apunta Haslam.

Quien sí parece decidida a avanzar es Meta, que trabaja en una versión más ambiciosa de sus gafas: las Orion. Estas no solo integrarán funciones de inteligencia artificial, sino también realidad aumentada, lo que permitirá proyectar información directamente sobre el mundo real. Según los prototipos, se tratará de un dispositivo ligero, más parecido a unas gafas de sol que a los voluminosos visores de realidad virtual, que aún no han logrado calar entre el gran público. Meta lo sabe bien: ha sufrido importantes tropiezos comerciales con su gama Quest.

También Apple busca alternativas al iPhone. En 2024 presentó sus primeras gafas de realidad virtual, las Vision Pro, que Tim Cook definió como el mayor avance de la compañía desde el Mac y el iPhone. El dispositivo, con un precio de 3.500 euros, no logró una gran acogida, pero eso no significa que la empresa haya tirado la toalla. Se espera que en 2026 lance unas gafas más sencillas, similares a las Ray-Ban de Meta. A largo plazo, su objetivo es combinar realidad aumentada, realidad virtual e inteligencia artificial en un único dispositivo. Aunque para eso, probablemente, aún quede tiempo.


Las Vision Pro de Apple

A día de hoy, nadie ha conseguido diseñar el dispositivo que jubile al ‘smartphone’. Pero la carrera está en marcha, y las grandes tecnológicas no dejan de intentarlo. Mientras tanto, seguimos mirando pantallas, deslizando el dedo y esperando que, quizá algún día, aparezca algo que realmente nos sorprenda otra vez. Algo tan intuitivo y transformador como aquel primer iPhone mostrado por Steve Jobs hace 18 años.

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