Publicado: mayo 15, 2025, 11:00 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/tecnologia/ia-toma-mando-campo-batalla-futuro-20250516175042-nt.html
Imagina un futuro en el que las máquinas vigilan el entorno con ojos que nunca parpadean, capaces de detectar amenazas en tiempo real. Un futuro en el que los misiles enemigos son interceptados por sistemas inteligentes antes siquiera de acercarse a su blanco. En el … que los combates en tierra ya no dependen solo de soldados humanos, sino también de dispositivos autónomos, programados para moverse, decidir y atacar por su cuenta. Una guerra en la que los combatientes, en muchas ocasiones, ya no sangran; simplemente se actualizan.
Este escenario, que bien podría parecer el guion de una película futurista y distópica, está cada vez más cerca de convertirse en realidad. El vertiginoso avance de la tecnología lleva años transformando la industria militar. Ahora, con el estallido de la inteligencia artificial (IA) generativa, se espera que el ritmo se acelere, y mucho. De acuerdo con los análisis más recientes, los analistas apuntan que el mercado global de IA en el sector aeroespacial y de defensa alcanzará los 60.000 millones de euros en menos de una década, con un crecimiento interanual que rondará el 20%. Y ninguna potencia quiere echar el freno. Y Estados Unidos tampoco.
De acuerdo con todos todos los expertos consultados por ABC, el país norteamericano es el que más (y mejor) se está preparando para la guerra del futuro. Así quedó claro, otra vez más, a inicios del mes de mayo, cuando el presidente Donald Trump presentó su primer presupuesto federal. El plan recoge grandes recortes sociales, pero proyecta un gasto público en defensa que ronda el billón de dólares, un 13% más que en 2024. Este incremento se antoja necesario si el dirigente quiere avanzar en el desarrollo de uno de sus principales proyectos militares de su administración: la creación de un escudo defensivo de última generación que cubra todo el país. Se espera que sea capaz de identificar cualquier tipo de proyectil que se acerque a territorio estadounidense. Gracias al uso de IA, podrá calcular la trayectoria y desplegar misiles interceptores para acabar con la amenaza en pleno vuelo. ¿El nombre del ingenio? ‘Golden dome‘. La cúpula dorada.
«Es la tercera vez que Estados Unidos realiza movimientos para crear algo así. Ya lo intentó en los ochenta con el sistema de misiles ‘Guerra de las galaxias’ de Reagan, y después en 2001 con Bush hijo en la Casa Blanca», explica el analista de defensa Jesús Manuel Pérez Triana. Desde el anuncio del proyecto, más de 200 empresas relacionadas se han ofrecido a desarrollar el sistema defensivo. Las mejor colocadas, por el momento, son la SpaceX de Elon Musk y las dos startups de tecnología militar más pujantes del país, Anduril y Palantir. Trabajarían en equipo.
De acuerdo con fuentes consultadas por ‘Reuters’, las tres compañías se reunieron recientemente con altos funcionarios de la administración Trump y el Pentágono para presentar su plan, que consiste en la construcción y poner en órbita hasta un millar de satélites destinados a detectar misiles y rastrear sus movimientos. Una flota independiente de 200 satélites de ataque, armados con misiles o láseres, sería la encargada de neutralizar la potencial amenaza.
«El que ha abierto camino con este tipo de sistemas es Israel», dice Pérez Triana, que cuenta con su propia cúpula, de nombre ‘Iron dome’, para defenderse de los misiles que se aproximan a su territorio. Su eficacia ya ha sido probada varias veces a lo largo de los últimos años.
«La tecnología parece estar lista para asumir el reto. Sin embargo, el despliegue de un sistema antimisiles como el ‘Golden Dome’ podría incentivar a países adversarios, como China o Rusia, a adoptar una postura más agresiva y a desarrollar capacidades similares. Esto también podría aumentar las tensiones y el temor entre las grandes potencias, que podrían interpretar que, al perder la capacidad de contrarrestar posibles ataques desde Estados Unidos, este país adoptará una actitud más ofensiva», zanja el experto.
Análisis y espionaje
Evidentemente, el ejército estadounidense también lleva tiempo buscando formas de aprovechar el conocimiento de la IA y las capacidades de los grandes modelos de lenguaje, como los que mueven a ChatGPT. La idea es emplearlos para recopilar, gestionar e interpretar datos relacionados con la guerra y la vigilancia de potenciales adversarios. Con ese fin, el Pentágono anunció el pasado diciembre la creación de la Célula de Capacidades Rápidas en Inteligencia Artificial, que se ha convertido en la encargada de acelerar y escalar el despliegue de herramientas de IA de vanguardia en todo el Departamento de Defensa estadounidense.
Recientemente, ‘MIT Technology Review’ compartía que el Ejército estadounidense ya estaba recurriendo a herramientas de la clase de ChatGPT para realizar labores de análisis de amenazas y del terreno durante las misiones. Incluso había recurrido a esta tecnología para desarrollar labores de espionaje en el extranjero mediante el estudio y resumen de datos e informaciones de posibles adversarios.
La herramienta, que fue empleada por el cuerpo de Marines durante buena parte del año año pasado, fue facturada por la startup Vannevar Labs. Esta empresa, fundada por exmiembros de la CIA, se dedica a la creación de herramientas similares a ChatGPT, pero entrenadas con grandes cantidades de datos de interés militar. Algunos de ellos pertenecientes a potencias rivales y muy difíciles de conseguir en la red. También cuentan con equipos humanos dedicados a conseguir información sobre el terreno. Según ‘MIT’, las soluciones de esta startup almacenan conocimientos sobre temas tan diversos como las cadenas internacionales de suministro de fentanilo o los esfuerzos de China para asegurarse el acceso a tierras raras en Filipinas.
El Ejército norteamericano también está comenzando a contar con el apoyo de los grandes gigantes de Silicon Valley, que tradicionalmente habían sido reticentes a participar en proyectos militares. Aquí entra Meta, que desde noviembre permite el uso de Llama, su IA, a las agencias del gobierno norteamericano y a los contratistas de defensa. Y también OpenAI. La empresa creadora de ChatGPT anunció en diciembre que estaba «desarrollando y desplegando de forma responsable soluciones avanzadas de inteligencia artificial para misiones de seguridad nacional» en Estados Unidos. Lo hacía en asociación con Anduril, compañía de defensa que fabrica misiles, drones y software para el ejército norteamericano. Tan solo un mes antes Anthropic —que es uno de los principales rivales de OpenAI en el desarrollo de inteligencia artificial— anunció que daría acceso a su tecnología al ejército mediante una asociación con Palantir Technologies, startup militar fundada por Peter Thiel, cocreador de PayPal.
El Titan pensado para recopilar información del entorno mediante el empleo de IA
Precisamente, Anduril y Palantir están detrás del desarrollo de algunos de los dispositivos tecnológicos más punteros que tiene el Pentágono ahora mismo. Ese es el caso, por ejemplo, del recientísimo Titan, definido como el primer ‘vehículo definido por su IA’ que está a disposición del Ejército. Se trata de una plataforma móvil, montada sobre un camión, capaz de recopilar y analizar datos de sensores terrestres, aéreos y espaciales mediante inteligencia artificial. Puede procesar grandes volúmenes de información, facilitando la identificación y seguimiento de objetivos por parte de los soldados.
Robots asesinos
La industria armamentística lleva años dedicando grandes esfuerzos a aumentar la autonomía de las armas que se emplean en el campo de batalla, ya sean aéreas, terrestres o marítimas. Y las firmas estadounidenses no son una excepción. Así lo demuestra el desarrollo en el país de proyectiles como el reciente P.S. Killer Kamikaze Drone, que está quemando etapas de desarrollo. El usuario solo tiene que lanzar el proyectil y este es capaz de encontrar a su objetivo sin intervención humana. Anduril también ha puesto a disposición del Pentágono varios misiles y drones con gran autonomía. El más reciente: Barracuda, que está pensado para su desarrollo en masa y a bajo coste.
Un misil Barracuda-250
Durante los últimos años, varios organismos y países han abogado por frenar en seco el desarrollo de armamento con la autonomía suficiente para atacar a un objetivo humano por su cuenta, sin necesidad de que un operador de la orden. Esta tecnología se conoce comúnmente como ‘killer robots‘ (robots asesinos), y se teme que su uso pueda provocar una escalada en el número de conflictos, así como generar bajas civiles debido a errores o sesgos en los algoritmos que los mueven. A pesar de ello, Estados Unidos, así como Rusia, China, India o Israel, llevan más de una década bloqueando los intentos de prohibición.
«Permitir que las máquinas arrebaten vidas humanas en el campo de batalla traspasa una línea moral y plantea diversas preocupaciones legales, éticas, de seguridad y tecnológicas», explica María Wareham, directora adjunta de la ONG Humans Right Watch, uno de los organismos que más ha trabajo para atajar el avance del armamento autónomo. De acuerdo con Wareham, el uso de estas armas podría ser «contrario al derecho a la vida, la reunión pacífica o a los principios de dignidad humana y no discriminación».