Publicado: mayo 15, 2025, 8:45 am
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Fue la única de toda su familia que sobrevivió al Holocausto. Cuando la Gestapo detuvo a su hermano pequeño, su madre se entregó, creyendo que podría cuidar de él en Auschwitz. En su precipitada salida de casa, el 20 de enero de 1943, … dejó para Margot, con una vecina, una libreta de direcciones, su collar de ámbar y un mensaje: «intenta hacer tu vida». Ese sería mucho después el título de su autobiografía, un amargo relato de incontables vejaciones y penalidades hasta su boda con Adolf, también superviviente de Theresienstadt.
El enlace se celebró en el barco en el que se marcharon a Nueva York, en 1946. Allí trató de cumplir esa última voluntad de su madre, ganándose la vida con el patronaje y la costura que había aprendido en Berlín. Debido a los abusos en el campo de concentración nazi, Margot nunca pudo tener hijos. Tras la muerte de su marido, en 1997, dedicó sus días a dar testimonio y eso la llevó a volver a su ciudad natal, en la que decidió quedarse. Y en esa última decisión marcó una seña de identidad en su forma de plantear la imprescindible memoria, desde la voluntad de la reconciliación.
En Berlín, ciudad a la que llegó ya como una viejecita aparentemente frágil, Margot Friedländer ha recibido en las últimas décadas muestras de contrición, reconocimiento y cariño incalculables. Ella llamó a esta etapa su «tercera vida», en la que tampoco faltaron obstáculos. El Festival Internacional de Cine de Berlín, por ejemplo, se negó a proyectar su película. Y el primer editor al que propuso traducir su libro al alemán le respondió que «ya hay suficiente literatura sobre el Holocausto» y le propuso que probase a escribir alguna novela. Margot entendía perfectamente la actitud profunda de la que nacían estos rechazos, pero jamás pronunció un reproche ni negó a nadie su sonrisa.
A su funeral este jueves, en el cementerio judío de Weißensee, han asistido desde el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier y el canciller Friedrich Merz, pasando por Angela Merkel y la presidenta del Bundestag Julia Klöckner, hasta el alcalde de Berlín, Kai Wegner y representantes de la patronal y los sindicatos, el arte y la cultura. Con motivo del funeral, las banderas ondeaban a media asta en Berlín y todas las autoridades y edificios del estado han añadido banderas de luto. Además, y esto le hubiese dolido, con motivo del funeral se ha aplicado un alto nivel de seguridad y la policía acompaña el acto con unos 430 efectivos para garantizar «un marco digno y respetuoso, que al mismo tiempo garantice la seguridad de las personas de alto rango», según su portavoz.
La multiplicación de agresiones manifestaciones antisemitas desde el ataque de Hamás del 7 de octubre han devuelto a la comunidad judía a tiempos de incertidumbre y miedo en la capital alemana. El legado de Margot Friedländer «es una advertencia y una obligación para nosotros, especialmente en un momento en que la democracia está siendo desafiada y el antisemitismo vuelve a estar en exhibición descarada», ha declarado el presidente Steinmeier.
En muchos colegios berlineses, en los que se había hecho una habitual con sus testimonios y charlas con los alumnos, se ha seguido en directo su funeral. «Me enseñó a aceptar a todos tal como son. Ninguna religión, apariencia o estatus en la sociedad te convierte en una persona diferente. Todos somos seres humanos y debemos respetarnos unos a otros», recuerda Julie, de 15 años, la tarde con Margot. «Su carisma y su increíble positividad, a pesar de todo lo que ha experimentado en su vida, me impresionaron de inmediato. Parecía muy accesible y respondió a todas nuestras preguntas. Era simplemente una personalidad muy impresionante, cuya historia ahora tenemos que contar más a fondo. ¡Estoy muy agradecida de haberla conocido!«, dice Antonie, de 19. Todos recuerdan que solía despedirse con un último consejo: «¿Sed seres humanos!».