Publicado: mayo 8, 2025, 12:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/pedro-rodriguez-aniversario-derrota-hitler-funeral-celebracion-20250507192355-nt.html
En estos días de expectante primavera se cumplen 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Con la derrota de Hitler, se supone que las puertas del infierno –abiertas de par en par durante los años treinta y cuarenta– se empezaron … a cerrar. ‘Victory in Europe’ debería ser una celebración del triunfo logrado sobre la Alemania nazi, el supremacismo y el odio, la tiranía, el expansionismo territorial del Tercer Reich, sus atroces crímenes contra la humanidad… Y, sin embargo, este aniversario tiene más de funeral que de celebración.
Si hace 80 años la principal razón para el optimismo venía de Washington, ahora la principal razón para el pesimismo también proviene de Estados Unidos. El aprendiz de autócrata en la Casa Blanca ha demolido en cuestión de cien días los vínculos entre ambas orillas del Atlántico forjados a partir del sacrificio de 51 millones de civiles y soldados aliados. Las ideas compartidas sobre valores, seguridad colectiva, prosperidad, democracia, Estado de derecho y enemigos comunes se han esfumado.
En mayo de 1945, los soldados de Estados Unidos liberaban el campo de Dachau, en el que 40.000 personas perdieron la vida durante sus 12 años de monstruoso funcionamiento. Ahora, el Gobierno de Estados Unidos empodera y defiende a Alternativa para Alemania (AfD). Sin importar su siniestra condición de herederos políticos del nazismo y del genocidio a escala industrial. Cuestiones que, a su juicio, no van más allá de una «cagada de pájaro» en la gloriosa historia de Alemania.
El gran historiador Antony Beevor argumenta en la revista ‘Foreign Affairs’ que la Segunda Guerra Mundial no ha terminado porque su legado inconcluso sigue todavía influyendo para mal: «Hace ochenta años, el fin de la Segunda Guerra Mundial allanó el camino para un nuevo orden internacional basado en el respeto a la soberanía nacional y las fronteras. Pero, ahora, puede que finalmente haya llegado el momento de pagar la elevada factura por la ambivalencia estadounidense, la complacencia europea y el revanchismo ruso».
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