Guerra en Ucrania: tan lejos de la paz como de la escalada - Colombia
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Guerra en Ucrania: tan lejos de la paz como de la escalada

Putin aprovechó la infrecuente coincidencia, el 20 de abril de 2025, de las Pascuas ortodoxa (calendario juliano) y la católica (calendario gregoriano) para, inusitadamente, decretar un alto el fuego unilateral, desde las 18.00 del día 19 hasta las 00.00 del día 21. Pausa aplicable a todos los espacios de la guerra en Ucrania … , con reglas de enfrentamiento de no disparar, aunque sí responder a las agresiones ucranianas. Inmediatamente, Zelenski calificó la iniciativa como «trampa», y su ministro de exteriores, Sybiha, apostilló que «el régimen de Kiev no reconoce la tregua de Pascua».
Poco importan las esperadas denuncias de Kiev y Moscú sobre violaciones recíprocas de la pausa. Lo sustancial es que el rechazo ucraniano a la iniciativa rusa regaló un éxito diplomático a Putin. Este, al menos en el plano doméstico, se transfiguró en ecuménico buscador de la paz. Zelenski quedaba como quien no está dispuesto a ningún tipo de pausa.
Tras ese efímero paréntesis, las tropas rusas han retomado la iniciativa multiplicando los bombardeos con drones, misiles y bombas planeadoras contra objetivos por toda Ucrania. Las ucranianas responden con drones y cohetes HIMARS, principalmente sobre la zona de Rostov. Sobre el terreno, en Kursk-Sumy se lucha en las proximidades de la frontera en Gornal y Guevo.

En la zona del río Oskil los combates más cruentos se desarrollan sobre la línea Dvorichna-Kupiansk. También se batalla al sur de Kostiantynivka en la línea Toretsk (combate urbano)-Niu York-Valentynivka. Asimismo, se combate en el oeste de Prokovsk, mientras que, en el sector de Orejov, las fuertes embestidas de las tropas rusas las han acercado a Mala Tokmachka, cortando la carretera T0815 que, prolongada por la T0803, se dirige hacia Zaporiyia.
En la guerra de los aranceles, los dos grandes protagonistas son EE. UU. y China. Trump, quizás imbuido en el pensamiento de Liddell Hart, despliega una suerte de estrategia de aproximación indirecta. Su acción frontal contra China es ampliamente reforzada con el chalaneo y los vaivenes arancelarios que intimiden a otros países. Estos negociarían así acuerdos que favorecieran a EE.UU. y perjudicasen a China, que perdería mercados y/o se le negarían materias primas y tierras raras.
Xi Jinping ha plantado cara a Trump, respondiéndole con la misma presión arancelaria con la que es atacado. Una guerra que parece favorable a China ya que este país, por un lado, está muy presente en los procesos industriales globales siendo, además, el mayor exportador mundial de productos manufacturados. Y, por el otro, tiene una economía creciendo al 5,4% (primer trimestre de 2025) y controla más de 700.000 millones de dólares de deuda norteamericana.
Ello sin contar la gran diferencia, favorable a Pekín, entre la concepción confuciana y la occidental del valor de los tiempos. Porque Xi Jinping no depende de elecciones, mientras que Trump afrontará las de ‘mid term’ en año y medio, y si no lograra cambiar la Constitución, terminará su mandato en menos de cuatro años.
En el cosmos de la OTAN, es especialmente relevante el distanciamiento entre Trump y los líderes europeos con respecto a la guerra en Ucrania. El primero –ya lo voceaba durante su campaña electoral–, se considera ajeno a «la guerra de Biden». Sin embargo, la mayoría de los actuales líderes europeos no pueden hacer lo propio, al ser los mismos del «apoyaremos a Ucrania con todo, todo el tiempo necesario».
Rectificar ahora les supondría no solo reconocer esa actitud como errónea, sino también patrocinar el desplome del frente ucraniano y hacerse corresponsables de los horrores de la contienda. Ante el debilitamiento del vínculo trasatlántico, los países europeos se ven abocados a un formidable y atropellado rearme: el propio y el de Ucrania; que, en el caso español, resulta insólito. Escalada que bien podría ser una oportunidad para avanzar hacia una defensa europea autónoma.
En tal contexto geopolítico, resulta chocante que París y muchos de los socios comunitarios, olvidando la displicencia británica del Brexit, transijan que Londres pueda codirigir con París los esfuerzos europeos para vertebrar una fuerza, mayormente europea, para ser desplegada, en su caso, en Ucrania. En fin, en el actual escenario de seguridad europea, la guerra de Ucrania es particularmente azarosa: refleja que estamos tan lejos de la paz como de la escalada.

Publicado: abril 22, 2025, 10:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/guerra-ucrania-lejos-paz-escalada-20250423165812-nt.html

Putin aprovechó la infrecuente coincidencia, el 20 de abril de 2025, de las Pascuas ortodoxa (calendario juliano) y la católica (calendario gregoriano) para, inusitadamente, decretar un alto el fuego unilateral, desde las 18.00 del día 19 hasta las 00.00 del día 21. Pausa aplicable a todos los espacios de la guerra en Ucrania, con reglas de enfrentamiento de no disparar, aunque sí responder a las agresiones ucranianas. Inmediatamente, Zelenski calificó la iniciativa como «trampa», y su ministro de exteriores, Sybiha, apostilló que «el régimen de Kiev no reconoce la tregua de Pascua».

Poco importan las esperadas denuncias de Kiev y Moscú sobre violaciones recíprocas de la pausa. Lo sustancial es que el rechazo ucraniano a la iniciativa rusa regaló un éxito diplomático a Putin. Este, al menos en el plano doméstico, se transfiguró en ecuménico buscador de la paz. Zelenski quedaba como quien no está dispuesto a ningún tipo de pausa.

Tras ese efímero paréntesis, las tropas rusas han retomado la iniciativa multiplicando los bombardeos con drones, misiles y bombas planeadoras contra objetivos por toda Ucrania. Las ucranianas responden con drones y cohetes HIMARS, principalmente sobre la zona de Rostov. Sobre el terreno, en Kursk-Sumy se lucha en las proximidades de la frontera en Gornal y Guevo.

En la zona del río Oskil los combates más cruentos se desarrollan sobre la línea Dvorichna-Kupiansk. También se batalla al sur de Kostiantynivka en la línea Toretsk (combate urbano)-Niu York-Valentynivka. Asimismo, se combate en el oeste de Prokovsk, mientras que, en el sector de Orejov, las fuertes embestidas de las tropas rusas las han acercado a Mala Tokmachka, cortando la carretera T0815 que, prolongada por la T0803, se dirige hacia Zaporiyia.

En la guerra de los aranceles, los dos grandes protagonistas son EE. UU. y China. Trump, quizás imbuido en el pensamiento de Liddell Hart, despliega una suerte de estrategia de aproximación indirecta. Su acción frontal contra China es ampliamente reforzada con el chalaneo y los vaivenes arancelarios que intimiden a otros países. Estos negociarían así acuerdos que favorecieran a EE.UU. y perjudicasen a China, que perdería mercados y/o se le negarían materias primas y tierras raras.

Xi Jinping ha plantado cara a Trump, respondiéndole con la misma presión arancelaria con la que es atacado. Una guerra que parece favorable a China ya que este país, por un lado, está muy presente en los procesos industriales globales siendo, además, el mayor exportador mundial de productos manufacturados. Y, por el otro, tiene una economía creciendo al 5,4% (primer trimestre de 2025) y controla más de 700.000 millones de dólares de deuda norteamericana.

Ello sin contar la gran diferencia, favorable a Pekín, entre la concepción confuciana y la occidental del valor de los tiempos. Porque Xi Jinping no depende de elecciones, mientras que Trump afrontará las de ‘mid term’ en año y medio, y si no lograra cambiar la Constitución, terminará su mandato en menos de cuatro años.

En el cosmos de la OTAN, es especialmente relevante el distanciamiento entre Trump y los líderes europeos con respecto a la guerra en Ucrania. El primero –ya lo voceaba durante su campaña electoral–, se considera ajeno a «la guerra de Biden». Sin embargo, la mayoría de los actuales líderes europeos no pueden hacer lo propio, al ser los mismos del «apoyaremos a Ucrania con todo, todo el tiempo necesario».

Rectificar ahora les supondría no solo reconocer esa actitud como errónea, sino también patrocinar el desplome del frente ucraniano y hacerse corresponsables de los horrores de la contienda. Ante el debilitamiento del vínculo trasatlántico, los países europeos se ven abocados a un formidable y atropellado rearme: el propio y el de Ucrania; que, en el caso español, resulta insólito. Escalada que bien podría ser una oportunidad para avanzar hacia una defensa europea autónoma.

En tal contexto geopolítico, resulta chocante que París y muchos de los socios comunitarios, olvidando la displicencia británica del Brexit, transijan que Londres pueda codirigir con París los esfuerzos europeos para vertebrar una fuerza, mayormente europea, para ser desplegada, en su caso, en Ucrania. En fin, en el actual escenario de seguridad europea, la guerra de Ucrania es particularmente azarosa: refleja que estamos tan lejos de la paz como de la escalada.

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