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Groenlandia comienza a votar bajo la sombra de Trump

Oke compró dos perros nuevos para su trineo el mes pasado. A uno le puso por nombre Trump y al otro Putin. Ese ha sido hoy su medio de transporte hasta el colegio electoral. «Nos hemos convertido en un pueblo importante», constata al ver las … cámaras de televisión extranjeras que han acudido para cubrir las elecciones de Groenlandia.
En muy poco tiempo y de forma inesperada, la isla ha pasado de una vida tranquila y anónima a verse en las portadas del mundo entero. El presidente de Groenlandia, Múte B. Egede, que abandonó sus estudios de Historia Cultural Groenlandesa en la universidad local para hacerse cargo en 2013 de la empresa familiar de forraje, se ve ahora casi a diario en la tesitura de entrecruzar declaraciones con los presidentes de Estados Unidos y Rusia. Y no solamente no se siente abrumado, sino que parece haberse crecido en el papel.
A pesar de sus ideas independentistas, nunca había osado plantear seriamente la independencia de Dinamarca, debido sobre todo a que la isla depende de los 500 millones de euros que anualmente son transferidos desde Copenhague y con los que se pagan servicios tan básicos como la sanidad, la educación y las ayudas sociales. Pero el hecho de que Donald Trump haya reiterado su intención de «hacernos con la ese territorio de una u otra forma» parece haber empoderado al líder local, que se siente cómodo ante la atención internacional.

«Los groenlandeses queremos mandar sobre nosotros mismos, ya es hora de que dirijamos nuestro propio destino», dice a la salida de su colegio electoral Ovinnguak, un groenlandés de etnia danesa que se atreve con el inglés.
El 98% de la población de la isla ártica es de etnia inuit y la mayoría de los votantes habla solamente kalaallisut, una de las lenguas inuit-aleutianas y el idioma oficial de Groenlandia. Se caracteriza por su estructura única, como la formación de palabras largas y complejas mediante la adición de sufijos para transmitir significados detallados.
Ena, líder de una cooperativa local de tejedoras, ha acudido a votar porque «estas elecciones son más importantes que nunca». Según su análisis, «esta vez es diferente también porque van a votar las mujeres». Cree que en anteriores convocatorias eran los hombres los que mayormente acudían a votar y que las mujeres se quedaban en casa porque les interesa menos la política, una afirmación para la que no hay constatación estadística.
Pavia, un pescador de 43 años, opina sin embargo que por lo que estarán determinadas estas elecciones es por el voto más joven. En Groenlandia suelen convocarse las elecciones en verano, cuando la nieve y el hielo posibilitan los accesos. En esta ocasión se han adelantado, debido a la peculiar situación de tensión internacional focalizada en la isla, y muchos poblados están todavía bastante aislados. Esto habría tenido como consecuencia, según Pavia, que los votantes de mayor edad se hayan quedado proporcionalmente más en casa y, por tanto, pese más el voto de los más jóvenes, que son mayoritariamente más proclives a la independencia de Dinamarca.

Groenlandia sigue siendo una parte en gran medida autónoma del reino danés. Casi todos los partidos representados en el parlamento local están a favor de la independencia y las diferencias están marcadas por quienes la quieren por la vía rápida y quienes piden un proceso lento y con garantías.
El partido protesta Naleraq quiere además un rápido acercamiento a los Estados Unidos. «Si vamos a depender de alguien, porque nosotros no podemos pagar el dinero del Estado, es mejor que dependamos de un país más fuerte y más rico», reflexiona Aksel, otro votante, «mis vecinos tienen miedo de Trump porque está muy loco, pero yo no tengo miedo, prefiero que venga y que nos pague mucho dinero por traer aquí su Ejército y por explotar las minas». Desde que Trump dijo ante el Congreso estadounidense que «vamos a hacerles ricos», en referencia a los cerca de 57.000 habitantes de Groenlandia, parte de la población sueña con un futuro inmediato de abundancia procedente del maná americano.
El presidente Egede, por su parte, ha reconocido la imprevisibilidad del momento y que «las cosas que suceden en el mundo ahora mismo me preocupan mucho porque hay un orden mundial que se tambalea en muchos frentes (…) y un presidente en EE.UU. muy impredecible y que de esa manera hace que la gente de sienta insegura. Merecemos que se nos trate con respeto, y pienso que el presidente de EE.UU. no lo ha hecho desde que asumió el cargo». Egede se muestra comedido respecto a los deseos de Trump de anexionarse Groenlandia y dice que «lo primero que tenemos que hacer justo después de las elecciones es dejar aún más claro que Groenlandia pertenece a los groenlandeses. Eso es lo que tenemos que comunicar a los estadounidenses».

Publicado: marzo 11, 2025, 10:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/groenlandia-comienza-votar-bajo-sombra-trump-20250311145259-nt.html

Oke compró dos perros nuevos para su trineo el mes pasado. A uno le puso por nombre Trump y al otro Putin. Ese ha sido hoy su medio de transporte hasta el colegio electoral. «Nos hemos convertido en un pueblo importante», constata al ver las cámaras de televisión extranjeras que han acudido para cubrir las elecciones de Groenlandia.

En muy poco tiempo y de forma inesperada, la isla ha pasado de una vida tranquila y anónima a verse en las portadas del mundo entero. El presidente de Groenlandia, Múte B. Egede, que abandonó sus estudios de Historia Cultural Groenlandesa en la universidad local para hacerse cargo en 2013 de la empresa familiar de forraje, se ve ahora casi a diario en la tesitura de entrecruzar declaraciones con los presidentes de Estados Unidos y Rusia. Y no solamente no se siente abrumado, sino que parece haberse crecido en el papel.

A pesar de sus ideas independentistas, nunca había osado plantear seriamente la independencia de Dinamarca, debido sobre todo a que la isla depende de los 500 millones de euros que anualmente son transferidos desde Copenhague y con los que se pagan servicios tan básicos como la sanidad, la educación y las ayudas sociales. Pero el hecho de que Donald Trump haya reiterado su intención de «hacernos con la ese territorio de una u otra forma» parece haber empoderado al líder local, que se siente cómodo ante la atención internacional.

«Los groenlandeses queremos mandar sobre nosotros mismos, ya es hora de que dirijamos nuestro propio destino», dice a la salida de su colegio electoral Ovinnguak, un groenlandés de etnia danesa que se atreve con el inglés.

El 98% de la población de la isla ártica es de etnia inuit y la mayoría de los votantes habla solamente kalaallisut, una de las lenguas inuit-aleutianas y el idioma oficial de Groenlandia. Se caracteriza por su estructura única, como la formación de palabras largas y complejas mediante la adición de sufijos para transmitir significados detallados.

Ena, líder de una cooperativa local de tejedoras, ha acudido a votar porque «estas elecciones son más importantes que nunca». Según su análisis, «esta vez es diferente también porque van a votar las mujeres». Cree que en anteriores convocatorias eran los hombres los que mayormente acudían a votar y que las mujeres se quedaban en casa porque les interesa menos la política, una afirmación para la que no hay constatación estadística.

Pavia, un pescador de 43 años, opina sin embargo que por lo que estarán determinadas estas elecciones es por el voto más joven. En Groenlandia suelen convocarse las elecciones en verano, cuando la nieve y el hielo posibilitan los accesos. En esta ocasión se han adelantado, debido a la peculiar situación de tensión internacional focalizada en la isla, y muchos poblados están todavía bastante aislados. Esto habría tenido como consecuencia, según Pavia, que los votantes de mayor edad se hayan quedado proporcionalmente más en casa y, por tanto, pese más el voto de los más jóvenes, que son mayoritariamente más proclives a la independencia de Dinamarca.

Groenlandia sigue siendo una parte en gran medida autónoma del reino danés. Casi todos los partidos representados en el parlamento local están a favor de la independencia y las diferencias están marcadas por quienes la quieren por la vía rápida y quienes piden un proceso lento y con garantías.

El partido protesta Naleraq quiere además un rápido acercamiento a los Estados Unidos. «Si vamos a depender de alguien, porque nosotros no podemos pagar el dinero del Estado, es mejor que dependamos de un país más fuerte y más rico», reflexiona Aksel, otro votante, «mis vecinos tienen miedo de Trump porque está muy loco, pero yo no tengo miedo, prefiero que venga y que nos pague mucho dinero por traer aquí su Ejército y por explotar las minas». Desde que Trump dijo ante el Congreso estadounidense que «vamos a hacerles ricos», en referencia a los cerca de 57.000 habitantes de Groenlandia, parte de la población sueña con un futuro inmediato de abundancia procedente del maná americano.

El presidente Egede, por su parte, ha reconocido la imprevisibilidad del momento y que «las cosas que suceden en el mundo ahora mismo me preocupan mucho porque hay un orden mundial que se tambalea en muchos frentes (…) y un presidente en EE.UU. muy impredecible y que de esa manera hace que la gente de sienta insegura. Merecemos que se nos trate con respeto, y pienso que el presidente de EE.UU. no lo ha hecho desde que asumió el cargo». Egede se muestra comedido respecto a los deseos de Trump de anexionarse Groenlandia y dice que «lo primero que tenemos que hacer justo después de las elecciones es dejar aún más claro que Groenlandia pertenece a los groenlandeses. Eso es lo que tenemos que comunicar a los estadounidenses».

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