Publicado: febrero 19, 2025, 9:44 pm
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Nacho Vigalondo no habla, dispara frases como bombas de racimo que impactan en lugares insospechados. No hay reflexión que explote ahà donde se espera y, sin embargo, como en su cine, todo parece tener una extraña coherencia, una lógica que levanta las cejas y … aplaca los convencionalismos. Guste o no. Ahora estrena ‘Daniela Forever’, su vuelta al cine nueve años después de ‘Colossal‘, una pelÃcula en la que explora el sentimiento de pérdida y la incapacidad de enfrentarse al duelo a través de la figura de un hombre que prueba una pastilla experimental para revivir en sueños a su novia, que falleció en un accidente de tráfico. Nervioso, atento a todo lo periférico que sucede a su alrededor, fuma para aplacar los nervios. Está en la Academia de Cine y, durante la entrevista, sus compañeros están viendo la pelÃcula. Son las 19.00 horas y no ha comido.
—¿Tan nervioso le pone volver a estrenar?
—Nunca sé con mis pelÃculas qué tipo de reacción se puede generar y por qué, y eso puede ser un atributo o una condena. Porque también tengo la supuesta medalla de que cada pelÃcula es una exploración y encima en unos márgenes extraños, porque no parecen cine tradicional de autor festivalero, porque tienen efectos especiales, canciones y eso. O sea, juegan con la idea de la silueta de la pelÃcula comercial, pero luego no lo son. Y eso es muy excitante porque yo lo primero que necesito cuando hago una pelÃcula es no haberla visto antes. Eso me supone un proceso creativo fascinante y muy excitante, pero claro, hay una incertidumbre siempre al final del camino.
—¿Tiene miedo a sentirse juzgado?
—No, al contrario. Tengo miedo a que la gente tenga miedo de mÃ. Cuando oyes historias de cineastas que han roto relaciones porque no han sido acariciados constantemente… si algún dÃa alguien dijera eso de mÃ, me morirÃa de la vergüenza.
—En esa idea de la silueta de pelÃcula comercial que no lo es, pasa también al revés: hace pelÃculas autorales llenas de referencias pop…
—Hay artilugios que me encanta aplicar a las pelÃculas, como un ‘leitmotiv’ musical o unos créditos que resuenan con el resto de la pelÃcula, y que son cosas que se asocian al ‘blockbuster’ y que me ayudan a entender la pelÃcula como algo más grande que en un discurso un discurso demasiado predecible, porque creo que se puede ser igual de predecible haciendo cine para las masas que haciendo cine minoritario.
—Esa idea resuena con «una pelÃcula que no hubiera visto antes…». Hay festivales de autor que viendo los carteles sabes de qué va cada pelÃcula.
—Puede ser, pero no quiero hablar mal de otros. Me fascina toda la estructura que hay en torno al cine comercial. Me parece un fenómeno fascinante que haya tantos éxitos diseñados para ser éxitos que luego se confirman como éxitos y cuya promesa constante al espectador es «ven que te juro por Dios que no vas a ver nada nuevo». Es una inversión de valores increÃble respecto a lo que sobreentendemos que es el cine. Hay secuelas que procuran que lo que pase sea exactamente lo que pasó en la primera pelÃcula. La primera vez que lo vi fue en ‘Tron Legacy’, y el caso más fascinante es el de ‘Star Wars: Episodio VII’. Esa sensación de seguridad de la pelÃcula encuentra su respuesta en el público, hay un público que quiere celebrar eso. Es increÃble.
—¿Es sÃntoma de la infantilización de la sociedad?
—No soy apocalÃptico, no pienso que esta infantilización sea como un punto de fuga que no termina. Hay un péndulo que se está moviendo de un lado y al otro y la última época que identifico en la que el cine agitaba la bandera de la sorpresa y la originalidad fue en los 90. Ahà las pelÃculas no eran lo que parecÃan y se alejaban de esta idea de ritual seguro. ‘Starship Troopers’, por ejemplo, una pelÃcula puede parecer una cosa de lejos y si te acercas es otra, como el cuadro de Dalà de Abraham Lincoln, me parece que es un ejercicio definitivo de lenguaje y narrativa. Pero no sé si el público ahora… ahora eso es un ejercicio prohibido. Veo pelÃculas que están tan aterrorizadas por mi capacidad de atención que me tratan como a una mascota a la que entretener y cuidar, pero no hay una comunicación real.
—¿Analiza el presente para llevarlo a la pantalla?
—Cualquier cosa que digamos se va a quedar caduca cuando pasen dos años. Siendo sincero, el momento en que decides que de cinco proyectos posibles el que vas a pelear es uno u otro tiene menos reflexión de lo que parece. Es el amor que sientes por un proyecto el que te empuja, y es irracional. Si yo intentara leer los tiempos que corren para ser coherente con ellos, no saldrÃa bien. El único director vivo que parece dominar el ‘zeitgeist’ como si fuera un instrumento musical es James Cameron.
—Dijo en la presentación de la pelÃcula: «Me impongo dirigir como si fuera la última». ¿Por qué?
—El público merece, creo que todos lo merecemos, que el cine sea en últimas pelÃculas. Es un método de trabajo: si de repente me atropella un coche y esta es mi última pelÃcula, quiero que sea una declaración real que no tiene en cuenta el circuito de festivales ni la taquilla.
—Habla en ‘Daniela Forever’ de sobreponerse a la pérdida…
—El duelo es, después de la muerte, el hecho más democrático que existe. No hay ningún sentimiento identitario que te salve del abismo del duelo. Es la experiencia más violenta, más psicológicamente violenta que viviremos. Es mucho más violento la pérdida de alguien que la violencia que uno sufre en un momento dado. Es algo devastador. Cuando tú sufres violencia, tú mismo acabas patas arriba. Pero es que si alguien querido se va, te pones tú mismo patas arriba, o sea, eres vÃctima igualmente.
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Fotograma de ‘Daniela Forever’
—Usted y Rodrigo Cortés son cineastas con mucha presencia fuera de la industria, pero parece que estén fuera del circuito de la Academia…
—No es la primera vez que oigo esa comparación. De hecho, si hay un director que es heredero de los 90 es Rodrigo Cortés. Pero no sé qué contestar al respecto porque no hay nada intencional. Esa presencia mediática no obedece a una estrategia, es la pulsión de comunicarte, que no es tan diferente a la pulsión de contar a través de una pelÃcula. Y no soy consciente de estar fuera ni dentro de ningún circuito, claro. ¿Hay tribus en el cine español? A veces pienso que sÃ, a veces pienso que es demasiado pequeño para que haya tribus. También un amigo me compara con Garci, alguien que con cada pelÃcula abre la ventana a un universo que es propio, y que sea lo que Dios quiera.
—¿Es una necesidad de comunicar?
—Me siento mucho más feliz, incluso más útil, hablando de lo que sea si no estoy obedeciendo al fariseÃsmo este de la promoción, me cuesta mucho seguir un ‘briefing’.
—Como Karla SofÃa Gascón…
—Bueno, ese es un caso… Esos tuits que le han causado tantÃsimos problemas eran ella por sà misma.
—Le pasó algo parecido en la prehistoria de Twitter…
—Todo el miedo que pasé fue porque al ser pionero no sabÃa el tamaño que iba a tener aquel fenómeno. A toro pasado, en relación a casos que ha habido posteriormente, lo mÃo me parece un chiste. Literalmente era un chiste. Lo hice con una consciencia. Y recuerdo perfectamente que la gente que sospechó que yo podrÃa no estar bromeando, no reaccionó al tweet, reaccionó a los titulares.
—A ver si al final sà se ha adelantado al futuro…
—Me dicen eso de que mis pelÃculas se anticipan a muchas cosas y lo agradezco, pero a veces digo, joder, ya va siendo hora de aterrizar en el presente.