Publicado: febrero 11, 2025, 9:44 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/bombardeos-dresde-alimentan-extrema-derecha-alemana-20250211162718-nt.html
Después de reiteradas jornadas de bruma y nieve, el 13 de febrero de 1945 amaneció despejado. El parte meteorológico, que favorecía las condiciones de vuelo, supuso la sentencia de muerte para alrededor de 25.000 alemanes a los que los bombardeos tomaron completamente por sorpresa … en la ciudad de Dresde. La Conferencia de Yalta, en la que Roosevelt, Churchill y Stalin decidieron el desarme y la partición de Alemania, había acabado dos días antes. Se daba ya la guerra por terminada y algunos niños incluso se habían disfrazado para celebrar la versión de posguerra del carnaval, cuando 796 aviones de la RAF británica y 311 aviones norteamericanos comenzaron a soltar las más de 4.500 toneladas de explosivos y artefactos incendiarios sobre una población fundamentalmente compuesta por mujeres, ancianos y niños.
Más de 20 kilómetros cuadrados de centro histórico de la ‘Florencia del Elba’ quedaron devastados por completo. A las 10:40 horas del miércoles de ceniza, la gran cruz de hierro cayó desde una altura de 90 metros, arrastrando tras ella la cúpula de la Frauenkirche, la principal iglesia protestante alemana, convertida en un horno, y cuyo perfil había sido hasta ese momento la imagen de Dresde. No pudo terminarse su reconstrucción hasta el año 2005.
En los días siguientes al bombardeo, los supervivientes apilaron miles de cuerpos en una de las plazas principales, según testimonios directos. Fueron depositados sobre los enormes listones metálicos que habían formado parte de las persianas de unos grandes almacenes y allí quemados con lanzallamas en turnos de varios cientos de cuerpos cada vez, para evitar que se propagasen más enfermedades. Varios miles más aparecieron bajo los escombros.
En 1993 se descubrieron en el Archivo Municipal documentos de la oficina que gestionaba los cementerios de la ciudad y que anotan el enterramiento de otras 21.271 víctimas. Ante la magnitud de los hechos, surgieron las primeras y calladas preguntas, que permanecieron en forma de trauma en el subconsciente colectivo de la Alemania oriental. No había un solo motivo militar o estratégico que justificase aquella masacre, aquel ataque masivo contra una ciudad indefensa, más allá de una demostración de fuerza de cara a Rusia, cuyo ejército había liberado el este de Alemania y a la que los Aliados deseaban poner límites. El argumento oficial fue ayudar al ejército ruso e interrumpir las evacuaciones alemanas desde el este.
«Dresde, la séptima ciudad más grande de Alemania, no mucho más pequeña que Manchester, es también el área construida más grande que aún no ha sido bombardeada», decía la orden del día, que fue leída a las tripulaciones de los Grupos de Bombarderos 5º, 1º, 3º y 6º de la Real Fuerza Aérea Británica antes de despegar, «el ataque tiene por objeto golpear al enemigo donde más lo sienta». La orden respondía a la Directiva General nº 5, de 1942, que determinaba bombardeos «dirigidos principalmente contra la moral de la población civil enemiga». Esta directiva, bien conocida por el jefe del Comando de Bombarderos, Arthur Harris, fue redactada sobre las consideraciones del físico y principal asesor científico del gobierno británico, Frederick Lindemann, que en una versión escrita fechada el 30 de marzo de 1942 informaba que «las investigaciones sugieren que la destrucción del propio hogar es lo más perjudicial para la moral. Esto parece desmoralizar a la gente más que cuando matan a amigos o incluso a familiares».
![Residentes y personal de emergencia alinean los cuerpos para quemarlos en el Mercado Viejo de la ciudad de Dresde](https://gerente.com/co/wp-content/uploads/sites/16/2025/02/cuerpos-U10172627676hDb-760x600@diario_abc.jpg)
Residentes y personal de emergencia alinean los cuerpos para quemarlos en el Mercado Viejo de la ciudad de Dresde
Cuerpos derretidos
Estos bombardeos no fueron considerados entonces crímenes de guerra, a pesar de que el artículo 25 de la Convención de La Haya sobre Guerra Terrestre de 1899 y 1907 establecía: «Queda prohibido atacar o bombardear ciudades, pueblos, viviendas o edificios indefensos por cualquier medio». En julio de 1944, había en Dresde hasta doce baterías antiaéreas con 88 cañones operativos de calibre 8,8 centímetros y 45 cañones antiaéreos ligeros. Pero habían sido retirados a principios de 1945. La ciudad ya no contaba con ninguna defensa aérea significativa y el Mando de Bombardeo lo sabía.
A las 21:51 horas del 13 de febrero sonaron las alarmas antiaéreas y los habitantes de Dresde se dirigieron a los sótanos y búnkeres. En tan sólo ocho minutos, las bombas ‘blockbuster’ destruyeron todos los tejados, puertas y ventanas, creando una corriente de aire que alimentó el fuego propagado por las bombas incendiarias. El calor era tan intenso que fue necesario abandonar los sótanos. Los cuerpos de quienes intentaron resistir en las fuentes fueron recuperados hervidos, después de que la tercera oleada de aviones, la Plate Rack, 254 bombarderos Lancaster cargados con 500 toneladas de explosivos, terminasen con los pocos edificios en pie. En la Estación Central Haupt-bahnhof, dos trenes acababan de llegar de Königsbruck con cientos de niños evacuados, para salvarlos del ejército ruso y que fueron quemados vivos. Testigos supervivientes como Margaret Freyer o Kurt Vonnegut relataron después que la intensidad del calor era tal que derretía los cuerpos sobre el pavimento. En palabras del periodista Phillip Knightley, «las llamas devoraron toda la materia orgánica a su paso: todo lo que era combustible ardió. La gente murió derretida, incinerada o por asfixia».
![Entre lo poco que se mantuvo en pie, la escultura llamada 'Bondad'](https://gerente.com/co/wp-content/uploads/sites/16/2025/02/dresde-U01358284887UtN-760x760@diario_abc.jpg)
Entre lo poco que se mantuvo en pie, la escultura llamada ‘Bondad’
La herida de destrucción no llegó a cicatrizar y a partir de los años 90, cuando los primeros historiadores alemanes comenzaron a ocuparse del tema, grupos neonazis se apropiaron del bombardeo de Dresde como justificación de sus posturas nacionalistas. En la segunda mitad de la pasada década, fue el movimiento Pegida el que protagonizó las conmemoraciones, aferrado a críticas como las del historiador Dietmar Süß, que lamentaba que «quienes ordenaron y llevaron a cabo aquellos bombardeos no tuvieron en cuenta ninguna consideración ética ni moral, sin que la historia les haya pasado nunca factura».
«Los extremistas aprovechan los hechos para sí mismos. Repiten mitos y términos creados por los nazis y los reutilizan para su propia propaganda», denuncia la historiadora Caroline Förster. La extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) ha tomado el relevo en la rentabilización del dolor y el agravio que causadon los bombardeos. El actual presidente de AfD, Tino Chrupalla, ha hecho declaraciones en las que cuadriplica el número de muertos hasta «unos 100.000». Jörg Urban, jefe del grupo parlamentario de AfD en Sajonia, explica que «la experiencia de la guerra nos ha enseñado a los alemanes a defender la paz y las negociaciones» y justifica así que, «incluso en los conflictos actuales, vemos la obligación de dejar que la diplomacia hable por sí misma en lugar de las armas», en relación a la guerra en Ucrania.
Así es como los crueles bombardeos de Dresde sirven, un tanto retorcidos, para relativizar la responsabilidad alemana en la II Guerra Mundial y para alimentar la propaganda rusa, según la cual el ejército rojo, liberador, fue el bueno y las tropas americanas y británicas las malas. Wolfgang Schivelbusch, en su libro ‘La noche de los bombardeos’, ha explorado el impacto cultural y psicológico sobre la sociedad alemana y defiende que no solo causaron destrucción física, sino también un profundo cambio en la percepción y la memoria colectiva de los alemanes, como parte de la identidad nacionalista hasta el día de hoy.
![Los supervivientes comienzan a apilar cuerpos en una plaza](https://gerente.com/co/wp-content/uploads/sites/16/2025/02/dresdebodies-U68028423817ERp-760x510@diario_abc.jpg)
Los supervivientes comienzan a apilar cuerpos en una plaza
El pasado mes de mayo, la investigación del ataque a las campañas electorales regionales de Los Verdes y el Partido Socialdemócrata condujo hasta varios menores violentos del «Grupo Elblandrevolte» y el entorno de los «Jóvenes Nacionalistas» (JN), organización juvenil relacionada con el «Heimat», antes NPD, que se consideran «supervivientes» y se preparan con actividades de senderismo y prácticas marciales para «defender la región» y conmemoran como propio el 13 de febrero, en actos en los que muestran también su simpatía por Putin y piden «paz para Ucrania».
«La memoria es otra cosa», responde a sus 94 años Hans-Joachim Dietze, que sobrevivió con 15 a la tormenta de fuego. Huyó con su familia de la vivienda en Wienerplatz 2 al sótano del Hotel Hörig, que guardaba en salas ignífugas los archivos de la Gestapo. «Frente a nosotros, una madre con un niño pequeño en sus brazos ardía sobre el asfalto, la atrapaba la tormenta de fuego que se arremolinaba en el aire. Desapareció entre las llamas. Más tarde lo expresé así: he visto un ángel ardiente que se alejaba flotando», recuerda todavía la salida de vuelta a la calle. Desde los años 80 ha dirigido visitas guiadas en las que muestra las fotografías que tomó entonces en las calles de la ciudad reconstruida y el 27 de marzo de 1983, al final del recorrido, uno de los visitantes a la Frauenkirche se acercó a él y lo abrazó. Era uno de los bombarderos de la Real Fuerza Aérea británica que había lanzado las bombas sobre Dresde. «Para mí, fue un momento de perdón y reconciliación», dice.
Este 13 de febrero, Hans-Joachim Dietze recordará a las víctimas de los bombardeos desde su casa, en Dresde, porque en todos estos años, «no he ido a una manifestación».