La sanidad pública calienta motores y prepara el camino para la llegada de la protonterapia para tratar tumores. Según los expertos y la evidencia científica, se trata de una terapia más precisa, menos invasiva, que reduce los efectos secundarios y mejora la calidad de vida del paciente, aunque las reticencias vienen por la parte del elevado coste, unos 50 millones para la puesta en marcha de cada unidad. Hace tres años se anunció la donación por parte de la Fundación Amancio Ortega de 280 millones de euros destinados a adquirir 10 máquinas de protones que se van a instalar en otros tantos hospitales de la red pública.