Ana María lleva tres años trabajando en una empresa privada, con las medidas de confinamiento tomadas por el Gobierno a causa de la Covid-19 y la migración del trabajo presencial mediado por la tecnología, sus responsabilidades laborales y horarios de trabajo se multiplicaron, generando en ella estrés, falta de motivación y energía para realizar cada una de sus actividades laborales, situación que empeora con los días.
Así como Ana María, el 19,25% de los trabajadores en el país están experimentando estrés y ansiedad a causa de las jornadas laborales, lo que está desencadenando el síndrome de burnout o como es llamado comúnmente, síndrome del trabajador quemado.
Señales como perder interés por las actividades relacionadas con el trabajo y el sentido de responsabilidad, depresión, ansiedad, agotamiento físico, mental o emocional, insomnio y/o migrañas, son claves para diagnosticar este síndrome, cuya diferencia con el estrés, radica en que éste último, puede generar en la mayoría de los casos respuestas positivas en el afectado en su fase inicial. En el caso del síndrome de burnout, la respuesta siempre es negativa, dado que se origina gracias a un desajuste permanente entre las responsabilidades y las capacidades físicas y emocionales de la persona.
Según Jessica Mejía, directora del programa de Psicología de Areandina Valledupar, “el síndrome de burnout es una alteración psicológica generada por el contexto del trabajo, que puede convertirse en un trastorno debido a sus afectaciones en el bienestar integral del trabajador. Cuando un empleado está expuesto a altos niveles de estrés laboral, a una carga excesiva de trabajo, malas relaciones laborales, clima laboral desfavorable, entre otros, puede llegar a padecer el burnout, el cual puede desencadenar afecciones en aspectos organizacionales, sociales e individuales”.
Para la directora Mejía, algunas de las características que pueden generar el síndrome de burnout son el desequilibrio entre la vida laboral y personal, el asumir responsabilidades ajenas, exceso en las jornadas laborales, trabajo bajo presión excesiva, entre otros. Así mismo, la experta asegura que entre esos síntomas se encuentran:
-Dificultad para resolver tareas: A medida que avanza el síndrome, la persona encuentra mayor dificultad al realizar actividades que anteriormente le resultaban sencillas.
-Agotamiento emocional: Hay una pérdida de energía, cansancio físico y psíquico.
-Irritabilidad: Hay perdida de motivación, le cuesta iniciar la jornada laboral y las actividades no las hace con buena actitud.
-Frustración: Hay una queja permanente del contexto laboral.
-Baja autoestima: Se recrimina su baja productividad y se cuestiona su profesionalismo.
El burnout se caracteriza porque es un proceso que va creciendo de manera progresiva si no se toman medidas para impedirlo, es por ello, que la directora comparte una serie de consejos para afrontar esta patología de origen laboral.
Reconocer e identificar el síndrome y cómo ha afectado su desempeño, a partir de ahí deberá hacer una introspección y ajustar esas acciones personales que lo desencadenaron.
La comunicación permanente con el jefe inmediato es importante a la hora de evaluar cómo el entorno ha afectado el desempeño laboral, a partir de ello se deben proponer soluciones de mejora de la mano del equipo de trabajo.
Evaluar y destacar los aspectos positivos del trabajo, hacer pausas activas durante el día, pasar tiempo fuera de la oficina y separar la jornada laboral de los momentos personales. Trabajar en la resiliencia, buscar soluciones que ayuden a mejorar la disposición frente al trabajo y evaluar lo que se puede ajustar individualmente para mejorar.
-Realizar actividad física para ayudar a aliviar el estrés.
-Evaluar si se está en el lugar correcto, ello puede abrir la puerta a buscar nuevas posibilidades que se ajusten a los intereses y tener un poco más de tranquilidad.
-Solicitar acompañamiento del médico laboral, teniendo en cuenta que el estrés está reconocido como enfermedad laboral en nuestro país.