Publicado: septiembre 19, 2025, 1:30 am
Eternamente confundido con Jimmy Fallon, Jimmy Kimmel vio cumplirse esta semana la amenaza que llevaba un tiempo rondándole: ABC ha cancelado su show nocturno. La decisión llegó apenas tres días después de que el presentador, nacido en Nueva York hace 57 años, hiciera un comentario sobre Charlie Kirk, el joven líder trumpista asesinado el pasado 10 de septiembre.
Donald Trump ya lo había anticipado meses atrás: «Se irán». Se refería a ambos cómicos. Y celebraba la caída en su red social: «Es muy bueno verlos irse, y espero haber tenido un papel importante en ello». Cuando en julio fue Stephen Colbert quien perdió su programa, Trump no tardó en apuntar al siguiente objetivo: «Creo que el siguiente es Jimmy Kimmel. ¡Es aún menos talentoso que Colbert!».
En su monólogo del lunes por la noche en Jimmy Kimmel Live!, el presentador sugirió que el presunto asesino de Kirk, Tyler Robinson, podría haber sido un republicano seguidor de Trump. Lo hizo con este mensaje: «Este fin de semana tocamos fondo. La pandilla MAGA (de las siglas Make America Great Again, volvamos a hacer grande a EE UU) está intentando desesperadamente caracterizar a este chico que asesinó a Charlie Kirk como algo distinto a uno de ellos y haciendo todo lo posible para sacarle rédito político», dijo el cuatro veces maestro de ceremonias de los Oscar.
El humorista también ironizó sobre la reacción del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ante la muerte de Kirk. Para ello mostró un vídeo grabado la semana anterior, en el que un periodista le preguntaba al mandatario cómo estaba afrontando el asesinato. La respuesta de Trump fue la siguiente: «Creo que muy bien. Y, por cierto, ¿ve todos esos camiones? Acaban de empezar la construcción del nuevo salón de baile de la Casa Blanca, algo que, como sabe, llevan intentando conseguir desde hace unos 150 años. Y va a ser una maravilla».
Por su parte, Trump celebró la cancelación del programa de Kimmel con el siguiente mensaje en Truth Social: «Felicitaciones a ABC por finalmente tener el coraje de hacer lo que se debía hacer. Kimmel no tiene ni un ápice de talento y peores índices de audiencia que incluso Colbert si cabe». En esa misma publicación, el expresidente mencionó también a los presentadores de NBC: «Eso deja a Jimmy y a Seth, dos completos perdedores, en NBC Noticias Falsas. Sus índices de audiencia también son pésimos. ¡Háganlo, NBC!».
Una vida dedicada al entretenimiento
De ascendencia materna italiana y paterna alemana, Kimmel fue criado entre Brooklyn y Las Vegas, y aunque asisitió brevemente a la Universidad de Nevada y a la Universidad Estatal de Arizona, su verdadera escuela fue la radio: inspirado por David Letterman, empezó como disc jockey en emisoras locales bajo el nombre de ‘Jimmy the Sports Guy’.
A mediados de los noventa, Kimmel encontró su primer escaparate nacional en Win Ben Stein’s Money, un concurso de Comedy Central donde hacía de contrapunto cómico al economista Ben Stein. La química entre ambos le valió un Emmy. Poco después co-creó The Man Show con Adam Carolla, un programa irreverente que, entre polémicas, lo situó en el radar de la industria televisiva.
El gran salto llegó en 2003, cuando ABC apostó por él para conducir un late night propio: Jimmy Kimmel Live!. Los primeros años fueron complicados: audiencias modestas, críticas tibias y la sensación de que competía en desventaja frente a gigantes como Jay Leno o David Letterman. Pero la paciencia de la cadena y la evolución del propio Kimmel dieron sus frutos. Con el tiempo, su mezcla de sátira política, entrevistas informales y segmentos virales —como la ya clásica sección Mean Tweets— convirtió el programa en una referencia cultural.
Desde esa plataforma, Kimmel se convirtió también en maestro de ceremonias habitual de grandes galas. Condujo los Emmy y, sobre todo, los Oscar, que presentó en cuatro ocasiones. En esas noches de máxima exposición global se mostró capaz de equilibrar el humor con la solemnidad, un equilibrio difícil en tiempos de polarización política y redes sociales implacables. Su ‘enemistad’ ficticia con Matt Damon, repetida una y otra vez en sketches, ayudó a cimentar su imagen de showman que no se toma demasiado en serio a sí mismo.
Tres mujeres y cuatro hijos
Fuera del plató, su vida familiar es lo que ha humanizado a Kimmel ante la audiencia. Primero, estuvo casado con Gina Maddy, con quien tuvo dos hijos, y durante años mantuvo una relación con la humorista Sarah Silverman. En 2013 se casó con Molly McNearney, guionista de su propio programa, con quien tuvo otros dos hijos.
En 2017, la enfermedad congénita de su hijo pequeño lo colocó en el centro del debate público. Desde el plató de ABC, con la voz quebrada, pidió acceso universal a la sanidad en Estados Unidos.
Fuera de las cámaras, cultiva aficiones más discretas: la cocina, el dibujo y una pasión por los relojes. Pero sobre todo, mantiene la doble vida que caracteriza a tantos grandes nombres de la televisión: la del hombre familiar que vuelve a casa tras el show y la del cómico que, cada noche, durante más de dos décadas, fue capaz de convertir la actualidad y la cultura popular en un espectáculo compartido por millones de espectadores.