Publicado: agosto 2, 2025, 8:30 am
«Más vale prevenir que lamentar» es un refrán que Suiza se toma muy en serio, y no por su policías o ejércitos, que de hecho, es lo de menos, sino por algo mucho más profundo (literalmente): su red de búnkeres nucleares. Escondidos en la sólida roca de los Alpes, estos refugios forman una verdadera ciudad subterránea, que se conecta por una red de túneles diseñados para proteger a la población ante cualquier desastre, ya sea una guerra, un ataque nuclear o una catástrofe de gran escala.
Con poco menos de 9 millones de habitantes, Suiza ostenta el récord mundial de búnkeres per cápita. De hecho, hay más plazas en estos refugios que personas, algo que no es casualidad, sino el resultado de una política nacional muy concreta. Desde 1963, una ley asegura que cada residente del país, sea ciudadano, extranjero o refugiado, tiene garantizada una litera en un búnker para casos de emergencia.
Refugios ‘a prueba de todo’
Las cámaras de seguridad están construidas para soportar condiciones extremas, con paredes de hormigón de más de dos metros de grosor y puertas capaces de resistir la presión de toneladas de escombros. Muchas de ellas se camuflan en el paisaje, ocultas bajo pequeñas colinas o escondidas detrás de puertas que apenas llaman la atención. Algunos cuentan incluso con pequeñas aberturas pensadas para la defensa, donde se podrían colocar armas en caso de ser necesario.
La distribución de los búnkeres está pensada para que nadie tenga que caminar más de 30 minutos para llegar a uno, 60 en el caso de que el área sea montañosa, según comenta la BBC. Esta accesibilidad es posible gracias al tamaño compacto del país y a la obligación legal que tienen los propietarios de construir y equipar refugios dentro de los edificios. En zonas donde no hay un refugio privado, existen instalaciones públicas diseñadas para acoger a los vecinos.
También cabe resaltar que los búnkeres cuentan con sistemas de filtración de aire que eliminan agentes químicos, biológicos y nucleares, garantizando que quienes se refugien allí puedan respirar aire limpio y seguro incluso en escenarios de contaminación severa. También deberían tener provisiones básicas y estar diseñados para ofrecer un mínimo de comodidad en momentos de crisis, desde espacio personal hasta instalaciones para la higiene.
¿Por qué hay tantos refugios o búnkeres en Suiza?
Esta necesidad de protección civil es una tradición con un centenar de años. Durante la Primera Guerra Mundial se construyeron los primeros, pero no fue sino hasta la Segunda Guerra Mundial cuando Suiza, atrapada entre potencias en guerra, apostó por la neutralidad y la preparación. La Guerra Fría reforzó este enfoque, con un aumento importante de la construcción de refugios tanto públicos como privados.
Sin embargo, con el fin de este periodo, llegó un “dividendo de la paz” que provocó un cierto abandono o deterioro de muchas de estas instalaciones. Hoy en día muchos búnkeres son usados para otros fines, como bodegas, trasteros o museos aunque, en la teoría, se someten a inspecciones periódicas cada diez años.
La apuesta por reacondicionar los búnkeres
La reciente crisis en Europa del Este y la guerra en Ucrania han hecho que Suiza vuelva a mirar con atención su sistema de defensa civil. El gobierno anunció una inversión millonaria para modernizar la red de búnkeres, asegurando que estén listos para cualquier eventualidad y reforzando la confianza de la población en estos espacios.
Y es que el aumento de la inquietud global ha disparado las consultas sobre búnkeres, tanto para adquirir nuevos como para reparar o actualizar los existentes. Ya empresas especializadas han reportado un crecimiento notable en la demanda, mostrando cómo, entre la paranoia o la precaución, la percepción de riesgo ha cambiado.