Publicado: septiembre 12, 2025, 8:30 am
Rusia y Bielorrusia ponen en marcha este viernes las maniobras militares conjuntas Zapad-2025, unas prácticas que se prolongarán hasta el 16 de septiembre y que se producen tres días después de la incursión de una veintena de drones rusos en territorio polaco. Oficialmente, en los ejercicios participarán unos 13.000 militares bielorrusos y decenas de aeronaves, y maquinaria bélica, incluyendo varios simulacros de lanzamientos de ojivas nucleares.
La inteligencia occidental sospecha que el contingente ruso implicado será mucho mayor, en línea con precedentes como Zapad-2021, cuando Moscú anunció 12.800 combatientes y más tarde se comprobó que las maniobras movilizaron en realidad a más de 200.000 efectivos en diferentes escenarios. El contexto de las prácticas militares rusas y bielorrusas de este año es especialmente sensible, ya que ocurre únicamente tres días después de la escalada de las tensiones tras la incursión de una veintena de drones rusos en territorio polaco.
Durante estos ensayos, Rusia prevé que unos 6.000 militares operen en territorio bielorruso muy cerca del corredor de Suwalki, un estrecho paso fronterizo de menos de 100 kilómetros que conecta a los países bálticos con Polonia y constituye la única vía terrestre entre estos Estados y el resto de la OTAN. La ubicación no es casual: tanto para Varsovia y Vilna, capital lituana, se trata del punto más vulnerable de su defensa y el epicentro de cualquier posible bloqueo ruso. Desde el Kremlin aseguran que estás prácticas no están dirigidas contra nadie, tal y como afirmaron en la edición de septiembre de 2021 unos meses antes de la invasión rusa de Ucrania.
Simulacros nucleares
La novedad que más preocupa a Europa de los ejercicios Zapad-2025 es su componente nuclear. El ministro de Defensa bielorruso, Víktor Jrenin, confirmó en agosto que las tropas de ambos países practicarán la planificación del uso de armas nucleares tácticas. También tendrán protagonismo los misiles hipersónicos Oréshnik, capaces de portar ojivas nucleares o explosivos convencionales, con un alcance de entre 2.000 y 5.000 kilómetros y velocidades de hasta Mach 10. Moscú probó este arma por primera vez contra Ucrania en diciembre de 2024 y ha prometido suministrarla a Bielorrusia antes del final de este año.
El anuncio del ejercicio ha provocado una cascada de reacciones en la región. Polonia ha cerrado desde la noche del jueves todos los pasos fronterizos con Bielorrusia, incluidos los ferroviarios, por motivos de «seguridad nacional». Varsovia ha desplegado además 40.000 soldados adicionales en sus fronteras orientales para hacer frente al «momento más cercano a un conflicto abierto desde la II Guerra Mundial», en palabras del primer ministro Donald Tusk. En los últimos meses, Polonia ha denunciado un aumento de intentos de cruce irregular y de actividades de espionaje procedentes de Bielorrusia, además de la reciente violación de su espacio aéreo por drones rusos.
Lituania también ha reforzado su dispositivo. El presidente Gitanas Nausėda anunció el traslado de más tropas hacia la frontera con Rusia y Bielorrusia y la instauración de una zona de exclusión aérea durante la duración de Zapad-2025. Vilna subraya que no espera una agresión directa, pero admite que el riesgo de provocaciones o de incursiones de drones es real. La Unión de Fusileros de Lituania, integrada por voluntarios, participará junto al Ejército y la Guardia Fronteriza en el aumento de la vigilancia.
Desde el inicio del ataque híbrido lanzado por Bielorrusia en forma de migración instrumentalizada contra Lituania en 2021, así como desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, la protección de la frontera de Lituania con Bielorrusia y Rusia se ha reforzado significativamente.
Zapad; ejercicios con historia
Los ejercicios Zapad tienen su antecedente en las grandes maniobras soviéticas durante la Guerra Fría. La edición más célebre, en 1981, movilizó a unos 150.000 soldados del Pacto de Varsovia en plena crisis política en Polonia, alimentando el temor de que Moscú utilizara el simulacro como tapadera para una intervención. En 2021, la magnitud inusual de Zapad fue interpretada por Washington como la antesala de la invasión de Ucrania. Pocos meses después, las tropas rusas cruzaron la frontera desde Bielorrusia hacia Kiev.
Bielorrusia, el principal aliado de Rusia en la guerra de Ucrania, firmó un acuerdo de seguridad con Moscú a finales de 2024, tras el cual Putin adelantó la posibilidad de desplegar misiles balísticos hipersónicos Oréshnik en territorio del país vecino en la segunda mitad de 2025. En ese momento, Putin aseguró que su país está dispuesto a defender Bielorrusia «con todas las fuerzas a su disposición», incluido las armas nucleares tácticas que Moscú desplegó en territorio el país vecino tras el comienzo de la guerra en Ucrania.
Aunque Minsk insiste en que Zapad-2025 es un ejercicio rutinario y que «apuesta por la transparencia y la paz», las maniobras llegan en un momento de tensión máxima, acusaciones mutuas de provocaciones y creciente hostilidad con Polonia y los países fronterizos. Las violaciones del espacio aéreo polaco por drones rusos en la última semanas han añadido gasolina al fuego de la guerra, y Europa observa hacia Bielorrusia con precaución.