La caída del régimen de Bachar al Asad en Siria tras una ofensiva relámpago de numerosos grupos rebeldes insurgentes en apenas 11 días ha dado paso a la incertidumbre que rodea a futuro del país: la alegría y la euforia mayoritaria por el fin de más de 50 años de dictadura de los al Asad contrasta con las dudas sobre la transición de poder y quién gobernará el nuevo estado sirio.
Fuera de Siria, la comunidad internacional sigue con atención los acontecimientos que darán forma al complejo futuro de Siria: la principal preocupación de actores como Estados Unidos o Israel es evitar que diferentes grupos armados aprovechen el vacío de poder para hacerse con el control de la infraestructura militar y los recursos del ejército leal a al-Asad.
En el foco está el arsenal de armas químicas del régimen de al-Asad: las tropas del dictador sirio las empleó contra rebeldes y civiles en los primeros años de la guerra civil, hasta que la amenaza de una intervención estadounidense obligó a al-Asad a dejar de desarrollarlas. ¿Qué ocurrirá ahora con esas armas? ¿Podrían hacerse con ellas los rebeldes?
Al Asad empleó armas químicas prohibidas contra rebeldes y civiles en la guerra civil
Aunque en la actualidad se desconoce el estado del arsenal de armas químicas sirio, se sabe que durante años el régimen de Bachar al-Asad desarrolló y almacenó estas sustancias prohibidas por la Convención de Armas Químicas de 1993: agentes de Naciones Unidas corroboraron que el régimen sirio dispuso y usó durante la guerra civil sustancias como gas mostaza, gas cloro y otros agentes nerviosos (se cree que el VX, aunque no está documentado). No solo contra rebeldes, sino también contra la población civil.
Sin embargo, el uso documentado de armas químicas más grave por parte del Ejército sirio se produjo en 2013, cuando el régimen atacó la localidad de Ghouta, un suburbio cerca de Damasco, con gas sarín, un agente neurotóxico extremadamente potente y catalogado de arma de destrucción masiva. El ataque provocó la muerte de más de 1.400 civiles, incluyendo cientos de niños, en una matanza cuyas imágenes recorrieron todo el mundo.
La comunidad internacional, preocupada por el destino del arsenal
Tras el ataque a Ghouta, al-Asad se vio obligado a atender el ultimátum de Estados Unidos para abandonar el uso de armas químicas (que la administración de Obama consideraba una línea roja) y evitar una intervención militar estadounidense. El régimen sirio suscribió la Convención de Armas Químicas y, aparentemente, desmanteló su programa y su arsenal de armas químicas.
Sin embargo, se desconoce el estado actual del arsenal, por lo que organizaciones internacionales y potencias como Estados Unidos e Israel siguen muy de cerca la situación en Siria para evitar el desarrollo de nuevas armas químicas y limitar la capacidad de algunos grupos insurgentes de hacerse con el control de la infraestructura militar del régimen depuesto.
Este lunes, sin ir más lejos, la aviación israelí bombardeó buques militares y almacenes de armas en la localidad siria de Lakatia para que las armas «no caigan en manos de los extremistas», según anunció el ministro israelí de Exteriores, Gideon Saar. Estados Unidos, a su vez, estaría colaborando con sus aliados de Oriente Medio para «destruir las armas químicas del Gobierno del presidente sirio, Bachar al Asad«.
Se desconoce el estado actual de las armas químicas sirias
Agencias de inteligencia de todo el mundo vigilan de cerca instalaciones militares en varios lugares de Siria para prevenir que grupos insurgentes no autorizados se hagan con el arsenal, si bien no está clara la capacidad de las armas químicas que quedan en el país: expertos aseguran al The New York Times que, si bien Siria podría albergar todavía reservas de armas químicas, podría ser en una cantidad muy reducida después de 10 años de guerra civil y con el país habiendo pactado con Rusia y Estados Unidos acabar con esas armas hace más de una década.