Publicado: febrero 13, 2017, 7:17 pm
Para Francisco Rodríguez, economista-jefe de la firma de inversiones, Torino Capital, la inflación venezolana cerró en 404% en 2016; sin duda, la más alta de la historia del país y una de las más elevadas del mundo, pero -en opinión del especialista- aún lejos de ser clasificable como un caso de Hiperinflación.
Rodríguez adscribe la tesis según la cual solo existe hiperinflación en una economía, si los precios aumentan a una tasa de 50% mensual, lo que supondría un indicador de precios superior a 12.874% anual.
El economista subraya la expansión «significativa» de la inflación en 2016, al comparar su propia estimación con el cierre oficial de 181% en 2015, el último dato conocido de parte del Banco Central de Venezuela (BCV), que no publicó informes sobre los precios ni su informe anual del pasado ejercicio económico.
«Muchos países han experimentado períodos de alta inflación sin necesariamente desarrollar hiperinflaciones completas. Por supuesto, los países que desarrollan hiperinflaciones, necesariamente pasan por un episodio de alta inflación en el camino. Es posible que Venezuela acabe cayendo en hiperinflación. Lo que argumentamos es que todavía está lejos de estar allí«, indica Rodríguez en el más reciente reporte de Torino.
Rodríguez apunta que los tenedores de bonos venezolanos deben prestar atención a la realidad inflacionaria venezolana porque, aunque el control de cambio, vigente desde 2003, hace que el movimiento acelerado de los precios internos no tenga relevancia para la cotización de los títulos, muestra cómo los gobiernos monetizan sus déficit fiscales y la pérdida real del valor del dinero.
Lo concreto es que si el país cae definitivamente en hiperinflación, una de las consecuencias será la pérdida de capacidad de pago de sus compromisos financieros, en el corto y mediano plazo.
Para Rodríguez, existe un escenario concreto de desaceleración de la inflación en 2017, debido a la fuerte caída del gasto público, en términos reales, que se ha venido observando en los últimos trimestres, lo que implica que el Gobierno tendría un déficit menor que monetizar.
Habría, en consecuencia, una menor expansión de la liquidez y los precios terminarían por aumentar a un menor ritmo. Pero, si el Ejecutivo intenta aumentar el gasto, la espiral inflacionaria se mantendrá.
De hecho, el escenario que Rodríguez plantea, en la tabla de perspectivas macroeconómicas de Torino Capital, es que de 404% en 2016, la inflación caiga a una tasa de 308,7% -un descenso de 24% para el ejercicio- en 2017, y que la desaceleración sea aún más marcada en 2018, cuando el indicador de precios debería terminar en 131,9%.
Tales escenarios pueden significar consuelo para algunos, pero lo grave es que siguen colocando a Venezuela con una inflación muy superior a los promedios internacionales esperados.
Por: Armando J. Pernía