Publicado: abril 13, 2025, 9:00 am
Este 13 de abril se conmemora el Día Internacional del Beso, una fecha para celebrar una de las expresiones humanas más universales de afecto. Pero ¿alguna vez te has preguntado de dónde viene este gesto? La ciencia tiene una hipótesis evolutiva: el beso es un vestigio del acicalamiento entre primates.
De acuerdo con un artículo publicado en la revista Evolutionary Anthropology, del investigador Adriano R. Lameira, de la Universidad de Warwick, el beso humano podría tener sus raíces en una práctica ancestral compartida con otros primates: el acicalamiento, ese ritual social en el que se elimina suciedad y parásitos del pelaje del otro.
A medida que los humanos perdieron el pelaje corporal con el paso del tiempo, la función higiénica del acicalamiento disminuyó, pero persistió su último gesto: un contacto labial con movimiento de succión, que hoy reconocemos como beso.
Este “beso final del acicalador” servía para cerrar un encuentro social de cercanía y fortalecer vínculos, incluso después de que su utilidad higiénica se volviera obsoleta. En ese gesto habría sobrevivido un comportamiento que en su origen no tenía nada de romántico ni erótico, pero sí mucho de afiliativo y comunitario.
Un gesto que trasciende culturas, pero no normas
El beso humano es tan antiguo como complejo. En diferentes culturas y periodos históricos ha sido regulado, reinterpretado y ritualizado. Desde los romanos , que distinguían entre el ósculo, el basio y el saviumhasta, las normas contemporáneas que definen cuándo, cómo y con quién besar, el acto de besar ha estado cargado de reglas sociales, lo que refuerza la idea de que posee un significado biológico universal.
Sin importar la región o la época, el beso ha sido reservado para ciertos contextos específicos: familia, pareja, amistad cercana o rituales sociales.
Esta selectividad sugiere que el beso no es solo un acto cultural, sino una herramienta evolutiva para reforzar lazos sociales y de parentesco, una suerte de contraseña emocional que aprendimos a usar desde nuestros orígenes como especie.
Más que romance: una herramienta evolutiva de vínculo
A diferencia de otras teorías que lo relacionan con la lactancia, la premasticación o incluso el olfateo, esta nueva hipótesis evolutiva propone que el beso hereda tanto la forma como el contexto del acicalamiento ancestral: labios salientes, ligera succión, interacción entre individuos con vínculos estrechos.
La evidencia de campo entre grandes simios sugiere que, aunque el beso boca a boca no es común, sí existen conductas similares en contextos de reconciliación, consuelo o saludo. Y aunque los primates actuales rara vez se besan como lo hacen los humanos, los paralelismos en función y forma son difíciles de ignorar.
Besar: un gesto con raíces profundas… y con futuro
Hoy, en lugar de buscar piojos en la cabeza de un ser querido, nos damos un beso en la frente, en la mejilla o en los labios. No lo hacemos para limpiar, sino para conectar. Pero ese simple gesto podría ser una sofisticada reliquia evolutiva, el último paso de un antiguo ritual de cuidado que nos recuerda que somos, por naturaleza, seres sociales.
Este Día Internacional del Beso, cada vez que te acerques a alguien que amas, recuerda: no solo estás mostrando afecto, estás reviviendo una de las formas más antiguas de conexión humana.