Publicado: agosto 28, 2025, 7:30 am
Mientras misiles rusos caen sobre la delegación europea en Kiev , cabe imaginarse a Vladímir Putin haciendo la maleta para su inminente viaje a China . El líder ruso asistirá este domingo a la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en la ciudad de Tianjin y acto seguido pondrá rumbo a la capital china para presenciar como invitado de honor el fastuoso desfile militar con el que el régimen conmemorará el 80º aniversario del final de la II Guerra Mundial. Xi Jinping devuelve así la cortesía después de haber recibido las mismas atenciones el pasado mes de mayo, cuando asistió en Moscú a la exhibición rusa por la «Victoria en la Gran Guerra Patriótica de la Unión Soviética». China , por su parte, festeja la «Victoria en la Guerra contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial contra el Fascismo». Ambas comparten el ordinal, octogésimo, pese a mirar enemigos diferentes. Si Rusia tiene como referencia la segunda capitulación de Alemania , firmada en Berlín el 8 de mayo de 1945, ya la madrugada del 9 según horario soviético; China recurre a la rendición incondicional de Japón , acreditada el 2 de septiembre a bordo del acorazado USS Missouri en la bahía de Tokio, pero hecha oficial al día siguiente en el gigante asiático. No es Putin el único invitado estelar. Kim Jong-un también acudirá a la cita, según ha confirmado este jueves la agencia oficial de noticias norcoreana, KCNA. Este viaje del joven dictador resulta excepcional, no solo por suponer la primera visita a China en seis años, sino por brindar también una oportunidad única para participar en un evento multilateral y conversar en persona con hasta 26 mandatarios mundiales. Ninguno de ellos, eso sí, occidentales. Ningún jefe de Estado o Gobierno europeo presenciará el desfile, con la única excepción del eslovaco Robert Fico . El presidente surcoreano, Lee Jae-myung , ha decidido no acudir, y el país asiático estará representado en su lugar por el portavoz del Parlamento, Woo Won-shik . Según han informado varios medios, Xi también habría remitido una invitación a Donald Trump . La lista de asistentes, por tanto, representa una vez más un frente contra Occidente con China a la cabeza. «Más allá del esplendor marcial y de los recordatorios visuales del aporte de estas naciones al esfuerzo bélico, los desfiles forman parte de una ‘guerra de la memoria’ en curso. China y Rusia están promoviendo una versión alternativa de la historia que compita con la narrativa occidental sobre la victoria aliada, una narrativa en la que predominan el papel de Estados Unidos y de Europa Occidental», apunta Kainan Gao y Margaret M. Pearson , investigadores del laboratorio de ideas Brookings, en un informe difundido esta semana. «Estos esfuerzos por ‘reajustar’ la historia de la Segunda Guerra Mundial persiguen tres objetivos. Primero, buscan demostrar que China y la URSS fueron participantes mucho más decisivos de lo que comúnmente se reconoce —especialmente en términos de vidas humanas— en la derrota del fascismo. Segundo, aspiran a destacar los acuerdos aliados del periodo inmediatamente posterior a la guerra, negociados en El Cairo y Potsdam , los cuales consideran no solo una base legal, sino también moral, para sustentar sus actuales intereses territoriales y estratégicos. Y tercero, promueven la preservación del ‘orden internacional surgido tras la guerra’, en contraposición al enfoque tradicional de Occidente, centrado en la defensa de un ‘orden internacional liberal’». Resulta revelador, por tanto, que el Estado que combatió la II Guerra Mundial junto a EE.UU ., Reino Unido y la Unión Soviética no fuera la República Popular China, fundada en 1949, sino la República de China, esto es, la actual Taiwán. Allí se guareció el Kuomintang de Chiang Kai-shek tras perder la guerra civil contra los comunistas de Mao Zedong , territorio que desde entonces el régimen considera una provincia rebelde a la que nunca ha renunciado a someter por la fuerza. Esa misma fuerza protagonizará el desfile, que tendrá lugar a lo largo de la avenida de Chang’an —irónicamente, «La Larga Paz»—, la arteria que atraviesa la capital de este a oeste, entre la Ciudad Prohibida y la plaza de Tiananmen, escenario central. La zona ya está engalanada con decoraciones específicas y la policía ha incrementado los controles de seguridad. Los dos últimos domingos, grandes aeronaves han cruzado en formación el cielo de Pekín, unos primeros simulacros de la gran cita, los cuales han obligado a interrumpir la movilidad en partes de la ciudad. El Ejército Popular de Liberación ha adelantado que presentará armas «de nueva generación» y producción doméstica, fruto del énfasis en el desarrollo militar impuesto por Xi desde su llegada al poder. Según los indicios revelados por las primeras maniobras se trataría, entre otros, de nuevos misiles hipersónicos y drones submarinos.